El ataque sobre Bombay reabre un frente supuestamente superado entre 1975 (asalto al Savoy, Tel Aviv), 1985 –“Achille Lauro”-, 2000 y 2002. En ambos casos, al-Qa’eda contra objetivos yemenitas. Años después, 2008, los tigres tamiles (Ceilán) capturaban barcos y los talibán empleaban minisubmarinos para transportar cocaína y heroína. <br />
<p> No sorprende, pues, que Nueva York, Miami, San Diego, Long Beach, Sydney o Singapur estén adoptando medidas para proteger los accesos por mar. En este aspecto, los desmedidos ataques israelíes en Gaza pueden provocar acciones terroristas por agua en el Mediterráneo oriental.</p>
<p> Entretanto, metrópolis cruzadas por ríos estratégicos –París, Londres, Calduta-Dhaka, Madrás- replantean mecanismo de control y patrullaje. Entre los riesgos surge uno que remite a las incursiones vikingas de los siglos X/Xl, aprovechando vías como el Támesis, el Sena, el Rin o el Ródano.</p>
<p> Sin duda, nunca será posible cerrar herméticamente puertos ni prever sorpresas. Por ejemplo, el tráfico en cualquier escala marítima puede ocultar acciones subversivas. Una nave, además, quizá porte guerrillas pero, también, sean bombas. Tecnologías como GPS, satélites o Skype son preciosos instrumentos para los atacantes. La inminente asunción de Barack Obama en Washington bien pudiera ser un campo de prueba para al-Qa’eda.</p>
Terrorismo mayorista: Adelita venía por aire, ahora viene por mar
La obsesión de los terroristas por aviones y aeropuertos condicionó durante años a las autoridades. Pero el duelo ha pasado al agua, donde los gobiernos vuelven a perder iniciativa mientas convergen talibán, al-Qaeda y piratas somalíes.