Tampoco el delegado ante el BID habría entregado lo que atribuyeron a Lousteau

Los lineamientos difundidos el fin de semana no serían de Díaz Bonilla, aunque sí pasaron por las manos de Lousteau. La filtración de la supuesta reapertura del canje irritó a los Kirchner y por eso se levantaron cortinas de humo.

22 noviembre, 2007

Fuentes cercanas al Palacio de Hacienda admitían anoche, en voz baja, que
el contenido que trascendiera de un supuesto plan económico atribuido al
ministro de Economía designado, Martín Lousteau, es auténtico.

La difusión del paper disparó desmentidas pseudoficiales y versiones
que lo adjudicaban al delegado argentino ante el BID, Eugenio Díaz Bonilla,
quien con su visita a la presidenta electa, Cristina Fernández de Kirchner,
dio pábulo a la historia pergeñada en la Casa Rosada (que publicó
Página 12) de que había entregado en la oportunidad el documento
y que de ahí provino la confusión respecto de su autoría.

Pero en el área económica se maneja otra variante informativa:
que Díaz Bonilla bajó a Buenos Aires desde Washington, convocado
por Cristina de Kirchner, para hablar del ofrecimiento que le hicieran para
ocupar la vicepresidencia 3ra. del BID, que quedó vacante y reservada
para Argentina.

La cuestión fue que Díaz Bonilla, quien se encuentra en el actual
cargo desde la presidencia de Carlos Menem, se excusó por no poder aceptar,
ya que al revistar como director por Argentina y otros países no le es
posible acceder a una de las vicepresidencias.

Filtración

De todos modos, ya que hay coincidencias en señalar que fue el gobernador
Felipe Solá el que filtró la información que apareciera
en las ediciones dominicales, el recorrido del paper atribuido a Díaz
Bonilla tendría que haber pasado por Martín Lousteau para recalar
en el mandatario bonaerense y que éste lo hubiese entregado a los periodistas.

La presunta “cortina de humo” ensayada oficialmente para desvincular
al ministro de Economía designado de la autoría del plan en cuestión
era interpretada en los propios pasillos de gobierno como una confirmación
de que “algo de cierto hay”.

El aspecto más urticante de las ideas que ahí se esbozan sería
el supuesto ofrecimiento a los holdouts para canjear la deuda en default, que
consistiría en subirles 10 puntos la paridad merced a una posibilidad
de repago integrándolos a fideicomisos para obras de infraestructura
y energéticas que los valorizarían.

El presidente Néstor Kirchner se habría puesto furioso ante el
trascendido de que quien será ministro de Economía de su esposa
estaría anunciando una forma de reapertura del canje y, por ello, endilgándole
un enorme costo político en el epílogo de su gestión.

Además, se adjudicó a Lousteau la idea de pasar a un tipo de
cambio “real y competitivo”, pero no fijo, que flotaría vinculado
a una canasta de monedas.

De hecho, el año que viene las transacciones entre Brasil y Argentina
se harán en las monedas nacionales de ambos países, o sea, se
eliminará al dólar como referencia, con lo cual buena parte del
comercio exterior argentino y las inversiones quedarán sujetas a la paridad
con el real.

Otro de los puntos del paper atribuido a Lousteau es que la meta de crecimiento
baje al 6 %, lo que de hecho significa moderar las inyecciones de recursos (por
la vía salarial o crediticia) a la economía para fogonear la demanda
interna.

También había trascendido que se proponía elevar la tasa
de inversión del 21 al 25 % del PIB.

La coincidencia de estos parámetros con los que sustentara la Coalición
Cívica de Elisa Carrió, siendo Alfonso Prat Gay su mentor económico,
a la vez que ex jefe de Lousteau en el Banco Central, hizo conjeturar que los
lineamientos formaban parte de una suerte de concertación entre economistas
que trabajan en las fuerzas mayoritarias y mantienen vinculaciones entre sí.

A Prat Gay se agrega Javier González Fraga, candidato a ministro de
Economía si Roberto Lavagna se hubiese impuesto en los últimos
comicios, para completar la estrecha cofradía del ministro designado.

Precisamente, González Fraga llegó a sonar antes que Lousteau
como candidato a reemplazar a Miguel Peirano, pero no pasó el filtro
de Kirchner.

Fue entonces cuando el ex presidente del Banco Central en los primeros tiempos
del gobierno de Carlos Menem hizo un comentario que “le voló la
cabeza” al primer mandatario: “con Lousteau y Prat Gay reunimos el
90 % de los votos”.

Nombramientos

El confuso episodio y sus desmentidos dejaron en una posición incómoda
a Martín Lousteau, quien antes de asumir fue puesto en evidencia de que
su margen de acción está supeditado a lo que le permita hacer
el virtual ministro de Economía, Néstor Kirchner.

Ni siquiera ha logrado aún nombrar secretario de Finanzas y de Industria,
los dos cargos que le permitieron cubrir, ya que Comercio, Agricultura y Hacienda
serán cubiertos desde la Casa Rosada.

En industria intentó designar al economista de la UIA, Diego Petrecolla,
sin saber que tenía bolilla negra en la Casa Rosada desde que cuestionó
públicamente el manejo cambiario del gobierno a mediados de año.

Tampoco pudo meter mano en Finanzas, donde Sergio Chodos cuenta con el aval
de la Jefatura de Gabinete.

Le queda en consecuencia por jugar una ficha en la repartición que conduce
Oscar Tangelson y ratificar a Esteban Conte Grand como jefe de asesores.

Está confirmado que Guillermo Moreno seguirá en Comercio Interior
a cargo del manejo directo del tema inflación, tanto con los empresarios
cuanto con el INdEC, y con potestad para avanzar en la reorganización
interna del Indec, libre de “rebeldes”.

Fuentes cercanas al Palacio de Hacienda admitían anoche, en voz baja, que
el contenido que trascendiera de un supuesto plan económico atribuido al
ministro de Economía designado, Martín Lousteau, es auténtico.

La difusión del paper disparó desmentidas pseudoficiales y versiones
que lo adjudicaban al delegado argentino ante el BID, Eugenio Díaz Bonilla,
quien con su visita a la presidenta electa, Cristina Fernández de Kirchner,
dio pábulo a la historia pergeñada en la Casa Rosada (que publicó
Página 12) de que había entregado en la oportunidad el documento
y que de ahí provino la confusión respecto de su autoría.

Pero en el área económica se maneja otra variante informativa:
que Díaz Bonilla bajó a Buenos Aires desde Washington, convocado
por Cristina de Kirchner, para hablar del ofrecimiento que le hicieran para
ocupar la vicepresidencia 3ra. del BID, que quedó vacante y reservada
para Argentina.

La cuestión fue que Díaz Bonilla, quien se encuentra en el actual
cargo desde la presidencia de Carlos Menem, se excusó por no poder aceptar,
ya que al revistar como director por Argentina y otros países no le es
posible acceder a una de las vicepresidencias.

Filtración

De todos modos, ya que hay coincidencias en señalar que fue el gobernador
Felipe Solá el que filtró la información que apareciera
en las ediciones dominicales, el recorrido del paper atribuido a Díaz
Bonilla tendría que haber pasado por Martín Lousteau para recalar
en el mandatario bonaerense y que éste lo hubiese entregado a los periodistas.

La presunta “cortina de humo” ensayada oficialmente para desvincular
al ministro de Economía designado de la autoría del plan en cuestión
era interpretada en los propios pasillos de gobierno como una confirmación
de que “algo de cierto hay”.

El aspecto más urticante de las ideas que ahí se esbozan sería
el supuesto ofrecimiento a los holdouts para canjear la deuda en default, que
consistiría en subirles 10 puntos la paridad merced a una posibilidad
de repago integrándolos a fideicomisos para obras de infraestructura
y energéticas que los valorizarían.

El presidente Néstor Kirchner se habría puesto furioso ante el
trascendido de que quien será ministro de Economía de su esposa
estaría anunciando una forma de reapertura del canje y, por ello, endilgándole
un enorme costo político en el epílogo de su gestión.

Además, se adjudicó a Lousteau la idea de pasar a un tipo de
cambio “real y competitivo”, pero no fijo, que flotaría vinculado
a una canasta de monedas.

De hecho, el año que viene las transacciones entre Brasil y Argentina
se harán en las monedas nacionales de ambos países, o sea, se
eliminará al dólar como referencia, con lo cual buena parte del
comercio exterior argentino y las inversiones quedarán sujetas a la paridad
con el real.

Otro de los puntos del paper atribuido a Lousteau es que la meta de crecimiento
baje al 6 %, lo que de hecho significa moderar las inyecciones de recursos (por
la vía salarial o crediticia) a la economía para fogonear la demanda
interna.

También había trascendido que se proponía elevar la tasa
de inversión del 21 al 25 % del PIB.

La coincidencia de estos parámetros con los que sustentara la Coalición
Cívica de Elisa Carrió, siendo Alfonso Prat Gay su mentor económico,
a la vez que ex jefe de Lousteau en el Banco Central, hizo conjeturar que los
lineamientos formaban parte de una suerte de concertación entre economistas
que trabajan en las fuerzas mayoritarias y mantienen vinculaciones entre sí.

A Prat Gay se agrega Javier González Fraga, candidato a ministro de
Economía si Roberto Lavagna se hubiese impuesto en los últimos
comicios, para completar la estrecha cofradía del ministro designado.

Precisamente, González Fraga llegó a sonar antes que Lousteau
como candidato a reemplazar a Miguel Peirano, pero no pasó el filtro
de Kirchner.

Fue entonces cuando el ex presidente del Banco Central en los primeros tiempos
del gobierno de Carlos Menem hizo un comentario que “le voló la
cabeza” al primer mandatario: “con Lousteau y Prat Gay reunimos el
90 % de los votos”.

Nombramientos

El confuso episodio y sus desmentidos dejaron en una posición incómoda
a Martín Lousteau, quien antes de asumir fue puesto en evidencia de que
su margen de acción está supeditado a lo que le permita hacer
el virtual ministro de Economía, Néstor Kirchner.

Ni siquiera ha logrado aún nombrar secretario de Finanzas y de Industria,
los dos cargos que le permitieron cubrir, ya que Comercio, Agricultura y Hacienda
serán cubiertos desde la Casa Rosada.

En industria intentó designar al economista de la UIA, Diego Petrecolla,
sin saber que tenía bolilla negra en la Casa Rosada desde que cuestionó
públicamente el manejo cambiario del gobierno a mediados de año.

Tampoco pudo meter mano en Finanzas, donde Sergio Chodos cuenta con el aval
de la Jefatura de Gabinete.

Le queda en consecuencia por jugar una ficha en la repartición que conduce
Oscar Tangelson y ratificar a Esteban Conte Grand como jefe de asesores.

Está confirmado que Guillermo Moreno seguirá en Comercio Interior
a cargo del manejo directo del tema inflación, tanto con los empresarios
cuanto con el INdEC, y con potestad para avanzar en la reorganización
interna del Indec, libre de “rebeldes”.

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