En un contexto económico marcado por la desaceleración inflacionaria y la búsqueda de señales de reactivación, los supermercados ofrecieron en mayo de 2025 un indicio alentador: las ventas a precios constantes —es decir, descontando la inflación— crecieron un 6,1% en comparación con el mismo mes del año anterior. Es el segundo mes consecutivo con variación real positiva interanual, lo que sugiere un incipiente rebote del consumo masivo formal.
Sin embargo, la comparación desestacionalizada muestra una caída de 1,2% frente a abril, y el índice tendencia-ciclo marca una leve baja de 0,1%, lo que indica que el sendero de crecimiento aún no está consolidado. La mejora acumulada de enero a mayo alcanza 4,6%, insuficiente aún para revertir los retrocesos registrados durante la segunda mitad de 2024, cuando el consumo ajustó fuerte tras la devaluación de diciembre.
A precios corrientes —sin descontar la inflación— las ventas treparon un 40,7% interanual, alcanzando los $1.987.418 millones. Esta expansión fue inferior al índice de precios implícitos, que subió 32,6% en el mismo período, lo cual explica el modesto crecimiento real.
Los rubros con mayor crecimiento nominal fueron “Alimentos preparados y rotisería” (+69%), “Carnes” (+68,7%), “Indumentaria, calzado y textiles para el hogar” (+53,2%) y “Electrónicos y artículos para el hogar” (+48,1%). Aunque estos segmentos representan una parte menor del total (en conjunto apenas superan el 20% de la facturación), reflejan un cambio en los hábitos de consumo: los hogares están retomando lentamente algunos gastos postergados, como el equipamiento del hogar y productos de valor agregado en alimentos.
Por volumen de ventas, los artículos de almacén siguen liderando con el 27,8% del total, seguidos por carnes (13,1%), artículos de limpieza y perfumería (13,5%) y lácteos (11,8%). La evolución del mix muestra una recomposición progresiva de las canastas, en paralelo con la mejora en el poder adquisitivo en algunos segmentos sociales.
Otro dato relevante es el cambio en los medios de pago. Las tarjetas de crédito explicaron el 45,6% de las operaciones, con un crecimiento del 45,6% interanual. Le siguen las tarjetas de débito (26,6% del total), efectivo (16,3%) y otros medios —como billeteras virtuales y QR—, que crecieron un notable 88,4% interanual y ya representan el 11,5% del total. El avance de los pagos digitales refleja tanto una transformación cultural como los esfuerzos del sector por incorporar tecnologías y fidelizar clientes.
Respecto a los canales de venta, el 96,5% de las operaciones se realizó en salones físicos, mientras que los canales online —aunque todavía minoritarios— crecieron 35,5% en el último año, confirmando su consolidación como alternativa válida para determinados segmentos urbanos.
En términos geográficos, las jurisdicciones con mayores alzas en ventas fueron Corrientes (+61,5%), Catamarca (+54,6%), Neuquén (+52,2%), Tierra del Fuego (+51,1%) y Río Negro (+50,8%), mientras que los distritos de mayor volumen —Ciudad de Buenos Aires, GBA y Córdoba— mantuvieron tasas de crecimiento en línea con el promedio nacional.
El desempeño por superficie de salón de ventas también arroja pistas: los supermercados con salones mayores a 100.000 m² —que concentran el 85% del total— mostraron un alza de 38,2% en ventas por metro cuadrado, mientras que los de menor tamaño crecieron 46,9%, lo que podría indicar un repunte más dinámico en cadenas regionales o medianos formatos.
Finalmente, en materia laboral, el personal ocupado en supermercados ascendió a 99.556 personas, con un leve aumento interanual del 0,8%. El salario bruto promedio fue de $1.499.739, con una suba del 59,6% interanual, por debajo del incremento de la facturación, lo que sugiere cierta contención de costos laborales. Los sueldos de los puestos jerárquicos treparon un 64,8%, mientras que los de cajeros y repositores subieron 58,4%.
El panorama de mayo muestra una economía de consumo que comienza a responder a la estabilización nominal, aunque lo hace con prudencia. El repunte del consumo real aún es frágil y depende del sostenimiento de los ingresos reales y de la confianza de los hogares. Los supermercados, termómetro sensible del humor social, siguen siendo una caja de resonancia clave para anticipar el pulso del mercado interno.












