Sudamérica entró en recesión en 2015

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El Fondo Monetario Internacional (FMI) y la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) preveían estancamiento de Sudamérica para el corriente año. Quedaron cortos, según Ecolatina.

Producto de la desaceleración de los países industrializados (a excepción de EE.UU.) y emergentes, la caída del precio internacional de las commodities y la mayor volatilidad en los mercados financieros por el fortalecimiento mundial del dólar, se estimaba que Sudamérica no iba a crecer en 2015. Conforme pasaron los meses, las condiciones desfavorables para América del Sur se profundizaron.

 

Los países emergentes (principalmente de la mano de China) siguen recortando sus proyecciones de crecimiento para este año, acotando la demanda de materias primas provenientes de América del Sur. A su vez, aún con la promesa de suba de tasas de interés por parte de la FED (que se estimaba para septiembre y aún no tuvo lugar), el dólar continúa fortaleciéndose impidiendo una recuperación en el precio internacional de las commodities.

 

Asimismo, la incertidumbre respecto al incremento de tasas generó mayor aversión al riesgo de los inversores moderando el influjo de capitales y elevando la volatilidad en los mercados financieros. Sin embargo, el impacto negativo que este contexto adverso tuvo sobre algunas economías de la región fue mayor a lo originalmente previsto.

 

A los problemas externos, se agregaron elementos internos propios de los países de Sudamérica que profundizaron el deterioro macroeconómico previsto para 2015 y que amenazan con prolongar la mala racha el año que viene. De hecho, en su reciente informe la CEPAL recortó a la baja las proyecciones de actividad de Sudamérica: para este año el organismo prevé una contracción de 1,3%. Y los problemas que arrastra la región ponen en duda las perspectivas de una recuperación el año que viene.

La retracción de Brasil

Recientemente, la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) ajustó a la baja sus proyecciones de crecimiento para 2015 de América del Sur: este año Sudamérica caería 1,3% versus una contracción de apenas 0,2% en sus estimaciones de abril. Los factores externos negativos que impactan sobre la región se profundizaron en los últimos meses. En primer lugar, si bien se esperaba un menor ritmo de expansión de los países industrializados (a excepción de EE.UU.), y de las economías emergentes, China sorprendió con señales de freno de su economía (desplome bursátil, devaluación del Yuan y caída de sus importaciones).

 

El menor ritmo de crecimiento (fundamentalmente en China) acota la demanda de productos primarios de la región (commodities agrícolas y minerales) reduciendo las exportaciones de Sudamérica y, por lo tanto, el influjo de dólares comerciales.

 

De hecho, CEPAL estima que (tanto por precios como por cantidades) el valor de las exportaciones de América del Sur caerán 21% en 2015. En segundo lugar, el fortalecimiento del dólar persiste dada la inminente suba de tasas de interés por parte de la FED.

 

Por ello, los capitales se refugian en activos de calidad (“flight to quality”) en detrimento otros menos seguros, lo que redunda en la caída en el precio de las commodities y en mayores presiones cambiarias.

 

De hecho, la mayoría de los países emergentes se vio afectado por salida de capitales y depreciación de sus monedas (Sudamérica no fue la excepción). Si bien los factores externos que condicionan a Sudamérica empeoraron respecto de abril (particularmente lo relevante a China), se observó un recorte significativo y generalizado en las proyecciones de actividad (a excepción de Argentina) de los países de la región en 2015. Este recorte extensivo obedece a dos factores: por un lado el *shock* externo negativo fue mayor al originalmente previsto.

 

Por el otro, el recorte en las proyecciones de la región obedece a que en algunos países operan factores internos que refuerzan la tendencia la tendencia bajista del nivel de actividad económica. Los países que sufrieron mayores recortes en sus proyecciones fueron Ecuador, Venezuela y Brasil. En el caso de Ecuador, el menor influjo de dólares comerciales provenientes de sus exportaciones petroleras producto de la caída en el precio del crudo incidió directamente en el buen funcionamiento de su economía, dolarizada desde el 2000.

 

Con motivo de los menores ingresos petroleros, el gobierno ecuatoriano impuso impuestos y cupos a productos importados para limitar la salida de dólares comerciales, entre otras medidas. Pese a los intentos por moderar el impacto del deterioro internacional, Ecuador no logró evitar una contracción (no disponen de política cambiaria para amortiguar el shock externo).

 

El país entró formalmente en recesión tras dos caídas trimestrales consecutivas del PBI. Dado que en términos interanuales la economía de Ecuador trepó 2,1% en la primera mitad del año, y se estima que el crecimiento de 2015 sea prácticamente nulo (+0,4%), la actividad caería 1,3% i.a. en el segundo semestre. De manera análoga, Venezuela no está dolarizada pero tiene una elevada dependencia de importaciones para abastecerse de productos fundamentales (tanto insumos productivos, como alimentos y medicamentos).

 

El menor influjo de dólares provenientes de sus exportaciones petroleras tras la caída en el precio del crudo, profundizó su restricción externa tensando los desequilibrios que viene acumulando la economía venezolana de los últimos años (inflación, escasez de productos y deterioro del déficit gemelos). Finalmente, en el caso de Brasil la CEPAL espera una recesión más aguda (la proyección pasó de una caída del 0,9% a una contracción de 2,8%) para 2015 (*ver ISE 1.037*) debido a una crisis de confianza (en el gobierno, de los consumidores y de los inversores) Las denuncias de corrupción en torno de Petrobras terminaron de golpear a una economía virtualmente estancada desde 2013. Éstas motivaron un profundo recorte de la inversión por parte de Petrobras, que llegó a explicar el 15% de la inversión total en Brasil. Una economía menos dinámica se tradujo en una menor recaudación de impuestos lo cual deterioró aún más el creciente déficit fiscal. Pese a las medidas de recorte del gasto implementados (principalmente en subsidios a servicios públicos), los ajustes no alcanzaron para mostrar mayor solvencia fiscal (una calificadora de riesgo le quitó a Brasil el *Investment Grade) *y profundizaron las tensiones en la coalición gobernante. La creciente incertidumbre y la probable pérdida del Investment grade (los fondos de inversión que sólo operan con activos seguros deberán salir de Brasil si otra calificadora de riesgo le baja la nota crediticia) presionó una fuerte devaluación del Real (superó R$/US$ 4). Lamentablemente, los problemas se retroalimentan generando un círculo vicioso que difícilmente se corte hasta que no haya un desenlace respecto del posible “impeachment” contra Rousseff.

 

Revertir el deterioro de Brasil es clave ya que representa la mitad del PBI de Sudamérica y tiene un efecto contagio sobre otros países (casi el 15% de las importaciones de Brasil provienen de América del Sur y en el acumulado a septiembre de 2015, las importaciones de Brasil provenientes de sus vecinos sudamericanos cayeron 26% i.a.)

 

La pobre performance de América del Sur continuará

 

En lo que respecta al próximo año, las perspectivas no son demasiado alentadoras para la región. De hecho, la CEPAL ya descuenta que la economía sudamericana estará estancada en 2016. Si bien esto implica que al menos América del Sur no profundizará el deterioro, en cierta medida plantea cual será el techo de lo que puede esperarse el año entrante. Con la apreciación mundial del dólar, un menor dinamismo de las economías emergentes y el retroceso del precio de las commodities, Sudamérica enfrenta serios desafíos el próximo año. Los países de la región deberán sortear no sólo el viento de frente sino que también tendrán solucionar sus problemas internos, lo cual implica un gran esfuerzo en un contexto de escaso margen de maniobra. De aquí en adelante, será fundamental el buen manejo de las políticas económicas internas para crecer. Tal vez el contexto menos favorable para la región sirva para establecer a futuro políticas económicas consistente y de largo plazo.

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