Siguen las críticas conservadoras a la Argentina

El Banco Mundial -cuyo anterior CEO fue echado por nepotismo-, ubica al país entre los más corruptos. Aprovechando el cómodo anonimato de sus redactores, el “Economist” sostiene que Cristina Kirchner heredará un país en llamas.

12 julio, 2007

El sitio de la revista difundió el miércoles un “informe” demoledor para Buenos Aires. Como en el caso del BM y según gente allegada a la interna londinense, hay manos argentinas y chilenas tras el artículo, originado en la “unidad de inteligencia” (EIU) del semanario.

Por supouesto, es un análisis hábil, basado en la situación desairada de Felisa Miceli, ministra de economía, y Romina Piccolotti, secretaria de ambiente. Por cierto, ambas funcionarias y Julio de Vido –muy golpeado por el asunto Skanska- no debieran ya formar parte del gabinete, si no fuera por la insistencia de Néstor Kirchner (que su esposa al parecer no comparte).

Pero la EIU sostiene que “una serie de sospechas sobre corrupción, el brote inflacionario, más la crisis en energía y combustibles”, harán que la eventual sucesora “afronte una situación peor que la encontrada por su esposo”. Acá queda patente la “memoria selectiva” del semanario: el actual presidente debió lidiar con un cese de pagos externos y un cuadro interno catastrófico.

Como en este momento, medios conservadores dentro y fuera del país ejercían el tremendismo. El canje de deuda externa, timoneado por Roberto Lavagna y Guillermo Nielsen, era torpedado desde el “Economist” y otras publicaciones influyentes. De hecho, el “Financial times” tenía redactores que respondían a Charles Dallara, Nicola Stock y los fondos buitres.

La EIU también sostiene que el escándalo Skanska es el real motivo de que Néstor K. no aspira a la reelección. O sea, le copia argumentos a columnistas dominicales de un diario que da amplios espacios a Carlos S.Ménem y Rodolfo Barra. Pero a los ortodoxos ingleses los desvela otro asunto: “Ningún escándalo modificará la política económica, mezcla heterodoxa de precios administrados, peso débil e intervencionismo”.

Pero en algo tiene razón la EIU: “el gobierno manipula índices para esconder los alcances de la inflación subyacente”. A juicio de la revista, “los datos oficiales hablan de 9% anual en el IPC, pero algunos expertos, entre ellos Roberto Lavagna, ex ministro, afirman que ronda alrededor de 15%”. Años atrás, Lavagna era una “bête noire” para el “Economist”.

El sitio de la revista difundió el miércoles un “informe” demoledor para Buenos Aires. Como en el caso del BM y según gente allegada a la interna londinense, hay manos argentinas y chilenas tras el artículo, originado en la “unidad de inteligencia” (EIU) del semanario.

Por supouesto, es un análisis hábil, basado en la situación desairada de Felisa Miceli, ministra de economía, y Romina Piccolotti, secretaria de ambiente. Por cierto, ambas funcionarias y Julio de Vido –muy golpeado por el asunto Skanska- no debieran ya formar parte del gabinete, si no fuera por la insistencia de Néstor Kirchner (que su esposa al parecer no comparte).

Pero la EIU sostiene que “una serie de sospechas sobre corrupción, el brote inflacionario, más la crisis en energía y combustibles”, harán que la eventual sucesora “afronte una situación peor que la encontrada por su esposo”. Acá queda patente la “memoria selectiva” del semanario: el actual presidente debió lidiar con un cese de pagos externos y un cuadro interno catastrófico.

Como en este momento, medios conservadores dentro y fuera del país ejercían el tremendismo. El canje de deuda externa, timoneado por Roberto Lavagna y Guillermo Nielsen, era torpedado desde el “Economist” y otras publicaciones influyentes. De hecho, el “Financial times” tenía redactores que respondían a Charles Dallara, Nicola Stock y los fondos buitres.

La EIU también sostiene que el escándalo Skanska es el real motivo de que Néstor K. no aspira a la reelección. O sea, le copia argumentos a columnistas dominicales de un diario que da amplios espacios a Carlos S.Ménem y Rodolfo Barra. Pero a los ortodoxos ingleses los desvela otro asunto: “Ningún escándalo modificará la política económica, mezcla heterodoxa de precios administrados, peso débil e intervencionismo”.

Pero en algo tiene razón la EIU: “el gobierno manipula índices para esconder los alcances de la inflación subyacente”. A juicio de la revista, “los datos oficiales hablan de 9% anual en el IPC, pero algunos expertos, entre ellos Roberto Lavagna, ex ministro, afirman que ronda alrededor de 15%”. Años atrás, Lavagna era una “bête noire” para el “Economist”.

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