Berlusconi: dispensa a medias y sin ministro de Economía

En Bruselas, el primer ministro italiano obtuvo una dispensa a medias, para evitar una crisis prematura. Mas no logró que Mario Monti aceptase Economía. Ahora, deberá seguir a cargo, entre las tensiones internas y la desconfianza europea.

6 julio, 2004

Silvio Berlusconi habia ido a la Comisión Europea, en realidad, para ofrecerle a el ministerio que había abandonado traumáticamente Giulio Tremonti (Alianza Nacional). Entretanto, Umberto Bossi amenazaba con sacar de la coalición su Liga Norte, disconforme con la caída del “superministro”.

A su vez, gestiones reservadas de Romano Prodi –presidente saliente de la CE y próximo rival electoral de Berlusconi- convencieron a los demás ministros económicos y financieros de la Unión Europea para convertir el “alerta temprana” en una “dispensa a medias”. Ahora, Berlusconi tiene hasta diciembre para reducir el endeudamiento publico a niveles compatibles con el pacto de estabilidad fiscal (1996). “Italia se salvó por un pelo de la tarjeta amarilla”, admitió Gerrit Zalm, ministro holandés de Hacienda.

En lo que muchos observadores califican ya como “ocaso del liderazgo absoluto”, Berlusconi sigue afrontando una crisis de gobierno recurrente. Desde una clínica de Lugano, Suiza, Bossi continúa pensando en retirarse de la coalición oficialista. Tras una triple derrota electoral (comicios europeos, comicios locales en primera y segunda vuelta), Forza Italia, el partido personal de Berlusconi ya no puede manejar el poder como feudo propio.

Tanto la Liga Norte como AN, con un poco menos de ingredientes neofascistas que FI, han salido en mejores condiciones de las rondas electorales. Luego, la borrascosa renuncia de Tremonti –el ministro más poderoso pero con más errores en su haber-, obligó a Berlusconi a asumir Economía. Su primera tarea fue presentar a la CE un paquete de reformas y correcciones.

Pese a la pobre imagen del primer ministro en la UE, luego de su pésima gestión como presidente de turno en 2003, Bruselas accedió a posponer la descalificación fiscal de Italia. “En realidad, Roma no podrá disminuir este año el déficit fiscal bajo el techo de 3% de producto bruto interno. Como ministro de Economía, Berlusconi podría ser otro desastre”. Así piensan, en privado, el Banco Central Europeo, la banca privada y grandes empresarios italianos.

Monti era el único con consenso italiano y europeo para timonear la volátil economía peninsular. Eso lo reconoce hasta el poderoso Luca Cordero Montezemolo, presidente de Fiat SpA y de Confindustria (la UIA de allá).

Por otra parte, aun si cometiera –en Economía- los errores que casi todos esperan, los socios de su coalición no podrían echarlo a Berlusconi. Eso adelantaría las elecciones generales previstan para 2006 y significaría la victoria del centroizquierda. Es decir, de Prodi. Pero el tiempo corre contra el primer ministro. Según sondeos privados, hechos para dos bancas líderes locales y una suiza, el segmento conocido como “opinión calificada” cree que esas elecciones serán finalmente adelantadas al primer semestre de 2005.

Silvio Berlusconi habia ido a la Comisión Europea, en realidad, para ofrecerle a el ministerio que había abandonado traumáticamente Giulio Tremonti (Alianza Nacional). Entretanto, Umberto Bossi amenazaba con sacar de la coalición su Liga Norte, disconforme con la caída del “superministro”.

A su vez, gestiones reservadas de Romano Prodi –presidente saliente de la CE y próximo rival electoral de Berlusconi- convencieron a los demás ministros económicos y financieros de la Unión Europea para convertir el “alerta temprana” en una “dispensa a medias”. Ahora, Berlusconi tiene hasta diciembre para reducir el endeudamiento publico a niveles compatibles con el pacto de estabilidad fiscal (1996). “Italia se salvó por un pelo de la tarjeta amarilla”, admitió Gerrit Zalm, ministro holandés de Hacienda.

En lo que muchos observadores califican ya como “ocaso del liderazgo absoluto”, Berlusconi sigue afrontando una crisis de gobierno recurrente. Desde una clínica de Lugano, Suiza, Bossi continúa pensando en retirarse de la coalición oficialista. Tras una triple derrota electoral (comicios europeos, comicios locales en primera y segunda vuelta), Forza Italia, el partido personal de Berlusconi ya no puede manejar el poder como feudo propio.

Tanto la Liga Norte como AN, con un poco menos de ingredientes neofascistas que FI, han salido en mejores condiciones de las rondas electorales. Luego, la borrascosa renuncia de Tremonti –el ministro más poderoso pero con más errores en su haber-, obligó a Berlusconi a asumir Economía. Su primera tarea fue presentar a la CE un paquete de reformas y correcciones.

Pese a la pobre imagen del primer ministro en la UE, luego de su pésima gestión como presidente de turno en 2003, Bruselas accedió a posponer la descalificación fiscal de Italia. “En realidad, Roma no podrá disminuir este año el déficit fiscal bajo el techo de 3% de producto bruto interno. Como ministro de Economía, Berlusconi podría ser otro desastre”. Así piensan, en privado, el Banco Central Europeo, la banca privada y grandes empresarios italianos.

Monti era el único con consenso italiano y europeo para timonear la volátil economía peninsular. Eso lo reconoce hasta el poderoso Luca Cordero Montezemolo, presidente de Fiat SpA y de Confindustria (la UIA de allá).

Por otra parte, aun si cometiera –en Economía- los errores que casi todos esperan, los socios de su coalición no podrían echarlo a Berlusconi. Eso adelantaría las elecciones generales previstan para 2006 y significaría la victoria del centroizquierda. Es decir, de Prodi. Pero el tiempo corre contra el primer ministro. Según sondeos privados, hechos para dos bancas líderes locales y una suiza, el segmento conocido como “opinión calificada” cree que esas elecciones serán finalmente adelantadas al primer semestre de 2005.

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