<p class="MsoNormal"><span lang="ES-TRAD">Ya en 2010, mientras intentaba salir airoso del gran desastre ecológico cometido por British Petroleum en el Golfo de México, el Presidente estadounidense alentaba a Shell a acelerar sus trabajos para buscar petróleo en esta gigantesca región que en el siglo 19 Rusia le vendiera a Estados Unidos y que en un futuro podría liberar a la gran potencia mundial de importar hidrocarburos. </span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-TRAD">El argumento de Obama es que, a diferencia de lo que sucede en el Golfo de México, donde la profundidad en el mar es de más de mil metros, en Alaska es de sólo <st1:metricconverter w:st="on" productid="50 metros">50 metros</st1:metricconverter>. Y la preocupación de Obama es que ya los estadounidenses empiezan a hartarse de los altos precios que están pagando por la gasolina.</span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-TRAD">La campaña que tanto Greenpeace como los nativos de Alaska, los balleneros y diversas organizaciones ecologistas norteamericanas llevan en contra de la explotación petrolera en la región, podría detener, o al menos suspender, los planes de Shell, que ya ha invertido US$ 4.000 millones en el polo norte. </span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-TRAD">Si bien en Alaska ya existe desde 1974 un oleoducto de más de <st1:metricconverter w:st="on" productid="1200 metros">1.200 metros</st1:metricconverter>, es un gran territorio prácticamente virgen, con una gran vida animal y vegetal, que se verá seriamente afectada y cuyas consecuencias se harán sentir sobre todo el planeta. En 1989, el petrolero Exxon Valdez encalló en Alaska provocando uno de los mayores desastres ecológicos de la historia. </span></p>
Shell y Obama van por el petróleo de Alaska
A pesar de la oposición de innumerables grupos ecologistas estadounidenses y globales, liderada por Greenpeace, Shell empezaría a explorar tres pozos Alaska en el próximo mes de junio, en lo que se considera una nueva frontera en el negocio petrolero global para aprovechar los incalculables recursos que habría bajo el océano congelado.