Shanghai club, repentino pase de las sombras a la notoriedad

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A cinco años de haberse fundado, la Shanghai cooperation organization (SCO) despierta súbito interés. Así se notó en su reciente encuentro anual, adonde acudieron varios interesados en incorporarse.

La atención hoy prestada a esta entidad de seis miembros –China, Rusia, Kadzajstán, Uzbekistán, Kirghizstán, Tadyikistán, con Türkmenistán de observador- refleja la creciente influencia de sus dos socios claves (Beijing, Moscú). También, el peso de repúblicas musulmanas petroleras muy próximas a Irán.

Naturalmente, la suerte del “Shanghai club” corre pareja al aumento de demanda y precios de hidrocarburos. No en vanos, Rusia es el paìs con mayores reservas cubicadas y China el mayor consumidor, con más de 2.040.000 barriles diarios. En esta reunión, ingresaron como observadores Inidia y Pakistán; nada menos.

La dura competencia en torno de abastecimiento y ductos hacia los mayores mercados importadores de Occidente y Oriente se percibe claramente en la SCO. La Unión Europea y Estados Unidos están cortejando diplomáticamente al club. Pero, en tanto los europeos ponen énfasis en hidrocarburos –gas, en particular-, los norteamericanos practican un juego orientado desde el Pentágono y su poco exitosa política en Levante.

.

A criterio de muchos expertos locales, sobre todo en las repùblicas de Asia central, la puja entre potencia por controlar fuentes de energía y combustibles ofrece atractivas oportunidades de obtener más ventajas. Sea en asistencia financiera, seguridad e inversiones. La presencia de Irán –otro interesado en sumarse el club- subraya la relevancia de un grupo hasta ahora inadvertido.

En realidad, la SCO se creó como contrapeso a la influencia de Estados Unidos en Asia central, a menudo manifestada vía compañías privadas o en instalaciones militares. Por supuesto, se trata de un punto clave para China y Rusia. Pero la primera es renuente a enfrentarse cara a cara con Washington, debido a que depende de capitales norteamericanos y exportaciones a la superpotencia para su desarrollo económico.

Poco antes del encuentro, altos funcionarios chinos lo dejaron translucir, cuando Zhang Degunag (secretario general del club) sostuvo que la organización “carece de ambiciones militares o estratégicas. No desea ser una versión oriental de la Otan” Los japoneses no están tan seguro y por ello mantiene cauta distancia, todavía. Con Tehrán presionando para entrar, la junta de la SCO señaló después que no contemplada aumentar el número de socios plenos. Pero existe un grupo de contacto con Afganistán.

Hablando ante el club, el presidente persa Majmud Ahmadinedyad mostrò el martes inesperada temperancia respeto de Occidente, pese al inexplicable ataque de George W.Bush un día antes. Aparte de petróleo, Irán contiene una de las mayores reservas mundiales de gas natural. inexploradas por falta de capitales. China e India buscan desarrollarlas, aunque a veces transportarlas implique ductos por territorios en problemas.

Sin duda, la beneficiaria principal del club es China misma y eso se nota en su papel como intermediaria entre Irán y Occidente, en especial la Unión Europea. Beijing tiene sus propias, poderosas razones para el nuevo sesgo de su diplomacia, complementado por su papel –junto con Rusia- en la difícil area de “desarmar” la amenaza nuclear norcoreana.

La atención hoy prestada a esta entidad de seis miembros –China, Rusia, Kadzajstán, Uzbekistán, Kirghizstán, Tadyikistán, con Türkmenistán de observador- refleja la creciente influencia de sus dos socios claves (Beijing, Moscú). También, el peso de repúblicas musulmanas petroleras muy próximas a Irán.

Naturalmente, la suerte del “Shanghai club” corre pareja al aumento de demanda y precios de hidrocarburos. No en vanos, Rusia es el paìs con mayores reservas cubicadas y China el mayor consumidor, con más de 2.040.000 barriles diarios. En esta reunión, ingresaron como observadores Inidia y Pakistán; nada menos.

La dura competencia en torno de abastecimiento y ductos hacia los mayores mercados importadores de Occidente y Oriente se percibe claramente en la SCO. La Unión Europea y Estados Unidos están cortejando diplomáticamente al club. Pero, en tanto los europeos ponen énfasis en hidrocarburos –gas, en particular-, los norteamericanos practican un juego orientado desde el Pentágono y su poco exitosa política en Levante.

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A criterio de muchos expertos locales, sobre todo en las repùblicas de Asia central, la puja entre potencia por controlar fuentes de energía y combustibles ofrece atractivas oportunidades de obtener más ventajas. Sea en asistencia financiera, seguridad e inversiones. La presencia de Irán –otro interesado en sumarse el club- subraya la relevancia de un grupo hasta ahora inadvertido.

En realidad, la SCO se creó como contrapeso a la influencia de Estados Unidos en Asia central, a menudo manifestada vía compañías privadas o en instalaciones militares. Por supuesto, se trata de un punto clave para China y Rusia. Pero la primera es renuente a enfrentarse cara a cara con Washington, debido a que depende de capitales norteamericanos y exportaciones a la superpotencia para su desarrollo económico.

Poco antes del encuentro, altos funcionarios chinos lo dejaron translucir, cuando Zhang Degunag (secretario general del club) sostuvo que la organización “carece de ambiciones militares o estratégicas. No desea ser una versión oriental de la Otan” Los japoneses no están tan seguro y por ello mantiene cauta distancia, todavía. Con Tehrán presionando para entrar, la junta de la SCO señaló después que no contemplada aumentar el número de socios plenos. Pero existe un grupo de contacto con Afganistán.

Hablando ante el club, el presidente persa Majmud Ahmadinedyad mostrò el martes inesperada temperancia respeto de Occidente, pese al inexplicable ataque de George W.Bush un día antes. Aparte de petróleo, Irán contiene una de las mayores reservas mundiales de gas natural. inexploradas por falta de capitales. China e India buscan desarrollarlas, aunque a veces transportarlas implique ductos por territorios en problemas.

Sin duda, la beneficiaria principal del club es China misma y eso se nota en su papel como intermediaria entre Irán y Occidente, en especial la Unión Europea. Beijing tiene sus propias, poderosas razones para el nuevo sesgo de su diplomacia, complementado por su papel –junto con Rusia- en la difícil area de “desarmar” la amenaza nuclear norcoreana.

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