Semana con luces y sombras

Los primeros días del año abrieron una refrescante perspectiva en la situación económica y financiera. Sin embargo, existen dudas sobre la dinámica de la estrategia política para surgir del estancamiento. por Sergio Cerón

13 enero, 2001

Las noticias económicas introdujeron un amplio espectro de luces en las esferas oficiales, luego de varios meses de frentes tormentosos que hicieron vacilar las esperanzas de los hombres de gobierno.

Los primeros días de enero marcaron pautas totalmente antagónicas a las que angustiaban a todo el país al finalizar el fatídico 2000.

Junto con el blindaje motorizado por el FMI regresaron al país capitales “voluntarios”, por casi US$ 1.000 millones en apenas 10 días, se anunciaron inversiones por más de US$19.000 millones, descendieron las tasas de interés y cayó el riesgo país, mientras Canadá volvía a abrir sus puertas al ingreso de carnes argentinas. (Ver “Economía: señales alentadoras”, “Comienza el regreso de capitales” y “Canadá confirma la reapertura a carnes argentinas”).

A todo esto, los cambios introducidos en el Gobierno no conformaron las expectativas generales; apenas rozaron niveles intermedios de la conducción administrativa.

Ricardo Rivas fue designado subsecretario de Comunicación, Aníbal Rothamel de Obras Pùblicas y Alberto Ibañez, de Inversiones; poco para el cambio de imagen esperado.

En fuentes del Frepaso y entre los observadores políticos, se estima que De la Rúa no puede manejar el factor tiempo con parsimonia en el manejo de su estrategia, porque corre el riesgo de recaer en el clima de “malhumor” ,eufemismo con que la prensa caracterizó la decepción y hasta la angustia que conquistó a gran parte de la opinión pública en 2000.

La misma apreciación surge de los analistas financieros internacionales y hasta de uno de los más prestigiosos medios de prensa de Inglaterra, país donde se conoce perfectamente desde la independencia los resortes de poder y las estructuras sociales de la Argentinas.( Ver “Economía: señales alentadoras” ).

Aunque el Financial Times considera a la Argentina atractiva para la inversión de capitales, se permite dudar de la sensatez de su dirigencia política.

A punto tal que se atreve a decir, sin eufemismo, que los integrantes de ese sector no tendrán excusa alguna si no logran armar una estrategia para salir del estancamiento.

Este análisis del rotativo londinense nos permite volver sobre algunas líneas publicadas en esta columna, en la que recordábamos la famosa sentencia de Raúl Prebisch: “La Argentina es un país subdesarrollado por decisión propia”, y su otra afirmación de que, en realidad, no somos un ” país subdesarrollado sino un país subgobernado”.

Dicho por este economista ,que fue el nervio motor de la Cepal, y uno de los hombres más respetados en las décadas de la postguerra, éste debe ser un motivo para la reflexión y, lo que es más importante, para la decisión y la acción.

Cabe una sola pregunta para que todos los sectores de la sociedad argentina se formulen: ¿la Argentina está en condiciones de escoger una estrategia sobre la base de asumir que una nación, para existir, debe ser un proyecto común en lo universal, lo que implica aceptar responsabilidades y compartir objetivos?.

Si los argentinos vuelven a fracasar en su intento de ganar el futuro, sólo resta este interrogante: “Y ahora, qué?”

Las noticias económicas introdujeron un amplio espectro de luces en las esferas oficiales, luego de varios meses de frentes tormentosos que hicieron vacilar las esperanzas de los hombres de gobierno.

Los primeros días de enero marcaron pautas totalmente antagónicas a las que angustiaban a todo el país al finalizar el fatídico 2000.

Junto con el blindaje motorizado por el FMI regresaron al país capitales “voluntarios”, por casi US$ 1.000 millones en apenas 10 días, se anunciaron inversiones por más de US$19.000 millones, descendieron las tasas de interés y cayó el riesgo país, mientras Canadá volvía a abrir sus puertas al ingreso de carnes argentinas. (Ver “Economía: señales alentadoras”, “Comienza el regreso de capitales” y “Canadá confirma la reapertura a carnes argentinas”).

A todo esto, los cambios introducidos en el Gobierno no conformaron las expectativas generales; apenas rozaron niveles intermedios de la conducción administrativa.

Ricardo Rivas fue designado subsecretario de Comunicación, Aníbal Rothamel de Obras Pùblicas y Alberto Ibañez, de Inversiones; poco para el cambio de imagen esperado.

En fuentes del Frepaso y entre los observadores políticos, se estima que De la Rúa no puede manejar el factor tiempo con parsimonia en el manejo de su estrategia, porque corre el riesgo de recaer en el clima de “malhumor” ,eufemismo con que la prensa caracterizó la decepción y hasta la angustia que conquistó a gran parte de la opinión pública en 2000.

La misma apreciación surge de los analistas financieros internacionales y hasta de uno de los más prestigiosos medios de prensa de Inglaterra, país donde se conoce perfectamente desde la independencia los resortes de poder y las estructuras sociales de la Argentinas.( Ver “Economía: señales alentadoras” ).

Aunque el Financial Times considera a la Argentina atractiva para la inversión de capitales, se permite dudar de la sensatez de su dirigencia política.

A punto tal que se atreve a decir, sin eufemismo, que los integrantes de ese sector no tendrán excusa alguna si no logran armar una estrategia para salir del estancamiento.

Este análisis del rotativo londinense nos permite volver sobre algunas líneas publicadas en esta columna, en la que recordábamos la famosa sentencia de Raúl Prebisch: “La Argentina es un país subdesarrollado por decisión propia”, y su otra afirmación de que, en realidad, no somos un ” país subdesarrollado sino un país subgobernado”.

Dicho por este economista ,que fue el nervio motor de la Cepal, y uno de los hombres más respetados en las décadas de la postguerra, éste debe ser un motivo para la reflexión y, lo que es más importante, para la decisión y la acción.

Cabe una sola pregunta para que todos los sectores de la sociedad argentina se formulen: ¿la Argentina está en condiciones de escoger una estrategia sobre la base de asumir que una nación, para existir, debe ser un proyecto común en lo universal, lo que implica aceptar responsabilidades y compartir objetivos?.

Si los argentinos vuelven a fracasar en su intento de ganar el futuro, sólo resta este interrogante: “Y ahora, qué?”

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