Se frenó una avalancha de declaraciones para exportar trigo

Los exportadores de trigo cubrieron rápidamente el cupo exportable desde que se reabrió el registro (luego del aumento de las retenciones) y la Secretaría de Agricultura lo cerró para ver si queda a salvo el abastecimiento interno.

29 noviembre, 2007

En los trece días que el registro estuvo abierto después de aumentarse
las retenciones, los exportadores declararon ventas de trigo por encima de 7 millones
de toneladas, lo cual determinó a la Secretaría de Agricultura,
Ganadería, Pesca y Alimentos (SAGPyA) a cerrarlo por un plazo de cinco
días hábiles a contarse a partir de hoy. El fundamento: “asegurar
el correcto abastecimiento de trigo al mercado interno, evitando así la
inestabilidad de precios de productos indispensables en la canasta de alimentos”.

La medida venía siendo sospechada en el mercado de cereales desde que
las DJVE superaron el límite de 7 millones, ya que el cálculo
de cosecha, sin contar heladas tardías, asciende a 15,4 millones de toneladas,
de los cuales se reservan para consumo interno -entre semilla y fabricación
de harina- entre 6,5 millones y 7 millones, según el último informe
semanal de la SAGPyA.

Si bien en el comunicado oficial se argumenta que el impasse permitirá
“realizar una evaluación de las posibles pérdidas en la
productividad del cultivo, como consecuencia de las heladas registradas durante
noviembre”, se cree en el ambiente que el gobierno cree que se produjeron
anotaciones preventivas porque la debacle de la producción y los stocks
internacionales preanuncian mayores aumentos en los precios y, consecuentemente,
veían venir un nuevo toque en las retenciones.

En las principales plazas locales, los valores de la tonelada del cereal ya
habían subido más del 40% desde octubre de 2006.

Pero el último parte de la Bolsa de Cereales menciona que “la sucesión
de heladas de noviembre afectó los trigos sureños durante el período
de mayor sensibilidad causando drástica reducción en sus productividades
potenciales.

Advertencias de la prensa

En general, la prensa especializada venía trazando un panorama sectorial
posterior a la implementación de las retenciones que permitía
imaginar este desenlace.

Con la firma de Sergio Persoglia, “Clarín” afirmaba que
“muy lentamente, el sector va digiriendo la nueva realidad que plantean
las retenciones que el gobierno incrementó. Pero llegó el pequeño
lado bueno que tuvo aquel
anuncio oficial: la reapertura de los registros de exportación de
trigo, que venía durmiendo una larga siesta, y de soja, que había
sido
clausurado un día antes de la suba.

La reapertura vino con sorpresas. Para la soja se fijó un plazo
máximo de 150 días entre el registro del negocio y el embarque.
Para
el trigo, ese lapso se redujo a 90 días. (…)

Las retenciones, por su parte, siguen, como no podía ser de otra
manera, generando mar de fondo. Algunas agrupaciones del sector
propician llevar a cabo presentaciones judiciales para intentar que se
dé marcha atrás con su incremento. Otros auspician movilizaciones
en
el interior.

Lo concreto es que la bronca es mucha (ahora se suman las heladas que
cayeron en diversas regiones), apenas barnizada por algunos precios, como los
de la soja, que tendieron a recuperarse tras la fuerte caída -retenciones
mediante- de la semana pasada.

De todas formas, la Argentina se distancia cada vez más de lo que pasa
en los mercados internacionales. Esta semana, en USA, la soja tocó su
valor máximo en casi 20 años. Superó los US$ 400 por tonelada.
Son
precios que parecen utópicos aquí, donde la soja nueva ronda los
US$
245 por tonelada.”

En el diario La Nación, Juan Carlos Tejada escribe: “(…) Los
productores proponen un Plan Agropecuario con el propósito de prever
y planificar, para evitar encontrase con la sorpresa de que, comenzada la campaña
agrícola, tienen comprometidos los resultados por los cambios de las
reglas de juego. Por eso, quizá, los productores sugieren la necesidad
del diálogo como la herramienta que posibilite lograr objetivos comunes
que contribuyan al desarrollo del país y a la sustentabilidad del sector.
(…)”

Desde Alemania, adonde concurrió invitado por un fabricante de maquinaria
agrícola, Héctor Huergo, comentó en Clarín: “(…)
una cadena competitiva en términos internacionales, puede sostener también
salarios internacionales en el mercado doméstico, de la misma manera
que lo hace cuando compra máquinas en el exterior. Aquí optamos
por el modelo inverso: bajos salarios industriales, compensados con la rebaja
forzada del precio de los alimentos, y también de la energía.
Es un modelo falsamente “industrialista”, porque discrimina a un sector
clave como lo es la agroindustria competitiva”.

Prosigue: “Así, estamos trabando su desarrollo. De hecho, no hay
leche y carne queda poca. Una pena, porque el mundo está desesperado
por ambos
productos. No es sólo la leche, o la carne. Es el complejo sojero, la
industria avícola, el huevo, el cerdo. Y los biocombustibles. Hay demasiadas
oportunidades como para no avisarle a Lousteau.

Un análisis de Héctor Müller, en La Nación, dice que
“(…) Enrique Erize señala que las estimaciones de Nóvitas
ubican la cosecha total entre 97 y 101 millones de toneladas. Por lo tanto,
la meta que pocos años atrás parecía muy difícil
de alcanzar –la Fundación Producir Conservando estimaba ese volumen
para el 2010-, podría estar ya al alcance de las manos. Gustavo López,
de Agritrend S.A. se clavó en las 97,68 millones de toneladas contra
las 94,65 millones del ciclo anterior. De cualquier manera, se llegue o no a
los 100 millones en este ciclo, el mensaje es claro: pese a las trabas que permanentemente
le ponen, el agro es una “locomotora imparable” y año tras
año aumenta su producción. En consecuencia, si no se lo estimula
y, por el contrario, se lo castiga, sería importante que por lo menos
se acompañara en algo ese crecimiento productivo”.

En los trece días que el registro estuvo abierto después de aumentarse
las retenciones, los exportadores declararon ventas de trigo por encima de 7 millones
de toneladas, lo cual determinó a la Secretaría de Agricultura,
Ganadería, Pesca y Alimentos (SAGPyA) a cerrarlo por un plazo de cinco
días hábiles a contarse a partir de hoy. El fundamento: “asegurar
el correcto abastecimiento de trigo al mercado interno, evitando así la
inestabilidad de precios de productos indispensables en la canasta de alimentos”.

La medida venía siendo sospechada en el mercado de cereales desde que
las DJVE superaron el límite de 7 millones, ya que el cálculo
de cosecha, sin contar heladas tardías, asciende a 15,4 millones de toneladas,
de los cuales se reservan para consumo interno -entre semilla y fabricación
de harina- entre 6,5 millones y 7 millones, según el último informe
semanal de la SAGPyA.

Si bien en el comunicado oficial se argumenta que el impasse permitirá
“realizar una evaluación de las posibles pérdidas en la
productividad del cultivo, como consecuencia de las heladas registradas durante
noviembre”, se cree en el ambiente que el gobierno cree que se produjeron
anotaciones preventivas porque la debacle de la producción y los stocks
internacionales preanuncian mayores aumentos en los precios y, consecuentemente,
veían venir un nuevo toque en las retenciones.

En las principales plazas locales, los valores de la tonelada del cereal ya
habían subido más del 40% desde octubre de 2006.

Pero el último parte de la Bolsa de Cereales menciona que “la sucesión
de heladas de noviembre afectó los trigos sureños durante el período
de mayor sensibilidad causando drástica reducción en sus productividades
potenciales.

Advertencias de la prensa

En general, la prensa especializada venía trazando un panorama sectorial
posterior a la implementación de las retenciones que permitía
imaginar este desenlace.

Con la firma de Sergio Persoglia, “Clarín” afirmaba que
“muy lentamente, el sector va digiriendo la nueva realidad que plantean
las retenciones que el gobierno incrementó. Pero llegó el pequeño
lado bueno que tuvo aquel
anuncio oficial: la reapertura de los registros de exportación de
trigo, que venía durmiendo una larga siesta, y de soja, que había
sido
clausurado un día antes de la suba.

La reapertura vino con sorpresas. Para la soja se fijó un plazo
máximo de 150 días entre el registro del negocio y el embarque.
Para
el trigo, ese lapso se redujo a 90 días. (…)

Las retenciones, por su parte, siguen, como no podía ser de otra
manera, generando mar de fondo. Algunas agrupaciones del sector
propician llevar a cabo presentaciones judiciales para intentar que se
dé marcha atrás con su incremento. Otros auspician movilizaciones
en
el interior.

Lo concreto es que la bronca es mucha (ahora se suman las heladas que
cayeron en diversas regiones), apenas barnizada por algunos precios, como los
de la soja, que tendieron a recuperarse tras la fuerte caída -retenciones
mediante- de la semana pasada.

De todas formas, la Argentina se distancia cada vez más de lo que pasa
en los mercados internacionales. Esta semana, en USA, la soja tocó su
valor máximo en casi 20 años. Superó los US$ 400 por tonelada.
Son
precios que parecen utópicos aquí, donde la soja nueva ronda los
US$
245 por tonelada.”

En el diario La Nación, Juan Carlos Tejada escribe: “(…) Los
productores proponen un Plan Agropecuario con el propósito de prever
y planificar, para evitar encontrase con la sorpresa de que, comenzada la campaña
agrícola, tienen comprometidos los resultados por los cambios de las
reglas de juego. Por eso, quizá, los productores sugieren la necesidad
del diálogo como la herramienta que posibilite lograr objetivos comunes
que contribuyan al desarrollo del país y a la sustentabilidad del sector.
(…)”

Desde Alemania, adonde concurrió invitado por un fabricante de maquinaria
agrícola, Héctor Huergo, comentó en Clarín: “(…)
una cadena competitiva en términos internacionales, puede sostener también
salarios internacionales en el mercado doméstico, de la misma manera
que lo hace cuando compra máquinas en el exterior. Aquí optamos
por el modelo inverso: bajos salarios industriales, compensados con la rebaja
forzada del precio de los alimentos, y también de la energía.
Es un modelo falsamente “industrialista”, porque discrimina a un sector
clave como lo es la agroindustria competitiva”.

Prosigue: “Así, estamos trabando su desarrollo. De hecho, no hay
leche y carne queda poca. Una pena, porque el mundo está desesperado
por ambos
productos. No es sólo la leche, o la carne. Es el complejo sojero, la
industria avícola, el huevo, el cerdo. Y los biocombustibles. Hay demasiadas
oportunidades como para no avisarle a Lousteau.

Un análisis de Héctor Müller, en La Nación, dice que
“(…) Enrique Erize señala que las estimaciones de Nóvitas
ubican la cosecha total entre 97 y 101 millones de toneladas. Por lo tanto,
la meta que pocos años atrás parecía muy difícil
de alcanzar –la Fundación Producir Conservando estimaba ese volumen
para el 2010-, podría estar ya al alcance de las manos. Gustavo López,
de Agritrend S.A. se clavó en las 97,68 millones de toneladas contra
las 94,65 millones del ciclo anterior. De cualquier manera, se llegue o no a
los 100 millones en este ciclo, el mensaje es claro: pese a las trabas que permanentemente
le ponen, el agro es una “locomotora imparable” y año tras
año aumenta su producción. En consecuencia, si no se lo estimula
y, por el contrario, se lo castiga, sería importante que por lo menos
se acompañara en algo ese crecimiento productivo”.

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