Se discute una moratoria y ya juntaron US$ 4.300 millones

Condonar deudas no cuenta con el apoyo del Fondo Monetario ni del Banco Mundial. Pero se habla de moratoria. La ONU cree que harán falta tres años de reconstrucción y ya reunió 43% de los 10.000 millones inmediatamente requeridos .

6 enero, 2005

Alrededor de tres años harán falta para reconstruir infraestructuras en los países devastados por el maremoto. Habrá que mantener la ayuda humanitaria por lo menos de seis a nueve meses para lograr una primera recuperación. Pero a mediados de 2005 todavía habrá dos millones de personas necesitadas de alimento. Ésas son las condiciones mínimas planteadas el miércoles por dos agencias de Naciones Unidas (Unicef, Programa Alimentario Mundial).

La cuestión de las deudas empalma con lo anterior: a fines de 2004, representaban 80% del producto bruto interno en Indonesia (US$ 132.000 millones), 60% en Sri Lanka (9.600 millones), 48% en Tailandia (59.000 millones), 45% en Maldivas (270 millones), 42% en Malasia (48.500 millones) y 22% en India (104.500 millones).

“Hace falta un plan Marshall para el área”, sostenía un artículo firmado por Colin Powell, secretario de Estado saliente, publicado en medios europeos. “Si no fuese renunciante, no se habría animado a decir eso”, comentó Jeffrey Sachs. Gordon Brown, ministro británico de Hacienda, coincide con Powell.

Es una señal clave porque, este año, Gran Bretaña preside el Grupo de los 7 (lo integra junto con Estados Unidos, Japón, Alemania, Francia, Canadá e Italia). El tema deudas explica por qué tantos analistas financieros aseguran que el crecimiento no cederá en Asia oriental y sudoriental. Es una campaña para evitar, también, que ciertos países desvíen reservas a la ayuda por el maremoto y compren menos deuda estadounidense.

Pero esa ola de análisis optimistas no ofrece cifras concretas. Por ende, Oxfam y Naciones Unidas mantienen sus cálculos para corto (US$ 10.000 millones), mediano (50.000 millones) y largo plazos (100.000 millones). Desde las trincheras conservadoras, la Organización de Cooperación pro Desarrollo Económico (Ocde, “club de los 24 magnates”) está preparando un extenso documento inspirado en un informe del Cuerpo de Paz (Alianza para el Progreso) que data de 1974.

Ahí, según corrillos parisienses, se describen los “efectos magnificadores” sobre cualquier desastre natural que implica la “soprepoblación sistémica”. Es decir, no el simple exceso de habitantes en un territorio sino la brecha entre población y recursos naturales o económicos disponibles para alimentarla y prestarle servicios básicos. Así ocurría, 30 años atrás, en los Andes peruano-bolivianos, un área incapaz de sostener la población existente, en sí no muy numerosa.

Los borradores que se pergeñan en la Ocde, dentro de un secreto poco habitual, aluden a diversas formas para controlar la natalidad. Parte de ellas es apoyada por organizaciones no gubernamentales (educación sexual, uso de preservativos, mecanismos no invasivos). Otras suelen generar rechazo.

Hasta ahora, las presunciones concretas provienen de JP Morgan, un grupo obivamente más cerca de Washington que de la región. En términos de producto bruto interno o regional anualizado, la firma estima que –entre el cuarto trimestre de 2004 y el primero de 2005- el bloque Asia oriental-sudoriental cederá de 6,6 a 5,9%. En India, lo hará de 7 a 5%. Lo extraño es que, sin ocuparse de Sri Lanka, Tailandia o Bangladesh, para Indonesia esa banca augure un salto de 2,5 a 6,5% y para Malasia uno de 5 a 6%.

Economistas tan serios como Joseph Stiglitz, Jeffrey Sachs, Paul Krugman o Robert Kuttner tachan este tipo de pronósticos como interesados. En verdad, si Japón elevase su magra contribución actual a la asistencia (US$ 500 millones), influiría sobre Surcorea, Taiwán y China, que controlan inmensos volúmenes de bonos estadounidenses.

El problema para Washington no es que vendan algunos papeles para asistir a la región, sino que dejen de comprar deuda nueva, imprescindible para financiar el déficit fiscal (incluso los US$ 200.000 millones gastados en Irak), el déficit de pagos externos y la deuda del público (acumula más de US$ 7,2 billones). O sea, el “evangelio del consumo” que le ha valido la reelección a George W. Bush.

Mientras tanto, la suma destinada a asistencia alcanza el jueves a US$ 4.000 millones, pero hacen falta con urgencia unos 400 millones para proveer agua potable. Entre los aportes, los mayores son de Australia (US$ 765 millones, Alemania (665 millones), Japón (500 millones)y la Unión Europea (350 millones). Hay una buena señal: el FMI les ha descongelado uno 1.000 millones a paises deudores de la zona, para reasignar a asistencia y reconstrucción.

Alrededor de tres años harán falta para reconstruir infraestructuras en los países devastados por el maremoto. Habrá que mantener la ayuda humanitaria por lo menos de seis a nueve meses para lograr una primera recuperación. Pero a mediados de 2005 todavía habrá dos millones de personas necesitadas de alimento. Ésas son las condiciones mínimas planteadas el miércoles por dos agencias de Naciones Unidas (Unicef, Programa Alimentario Mundial).

La cuestión de las deudas empalma con lo anterior: a fines de 2004, representaban 80% del producto bruto interno en Indonesia (US$ 132.000 millones), 60% en Sri Lanka (9.600 millones), 48% en Tailandia (59.000 millones), 45% en Maldivas (270 millones), 42% en Malasia (48.500 millones) y 22% en India (104.500 millones).

“Hace falta un plan Marshall para el área”, sostenía un artículo firmado por Colin Powell, secretario de Estado saliente, publicado en medios europeos. “Si no fuese renunciante, no se habría animado a decir eso”, comentó Jeffrey Sachs. Gordon Brown, ministro británico de Hacienda, coincide con Powell.

Es una señal clave porque, este año, Gran Bretaña preside el Grupo de los 7 (lo integra junto con Estados Unidos, Japón, Alemania, Francia, Canadá e Italia). El tema deudas explica por qué tantos analistas financieros aseguran que el crecimiento no cederá en Asia oriental y sudoriental. Es una campaña para evitar, también, que ciertos países desvíen reservas a la ayuda por el maremoto y compren menos deuda estadounidense.

Pero esa ola de análisis optimistas no ofrece cifras concretas. Por ende, Oxfam y Naciones Unidas mantienen sus cálculos para corto (US$ 10.000 millones), mediano (50.000 millones) y largo plazos (100.000 millones). Desde las trincheras conservadoras, la Organización de Cooperación pro Desarrollo Económico (Ocde, “club de los 24 magnates”) está preparando un extenso documento inspirado en un informe del Cuerpo de Paz (Alianza para el Progreso) que data de 1974.

Ahí, según corrillos parisienses, se describen los “efectos magnificadores” sobre cualquier desastre natural que implica la “soprepoblación sistémica”. Es decir, no el simple exceso de habitantes en un territorio sino la brecha entre población y recursos naturales o económicos disponibles para alimentarla y prestarle servicios básicos. Así ocurría, 30 años atrás, en los Andes peruano-bolivianos, un área incapaz de sostener la población existente, en sí no muy numerosa.

Los borradores que se pergeñan en la Ocde, dentro de un secreto poco habitual, aluden a diversas formas para controlar la natalidad. Parte de ellas es apoyada por organizaciones no gubernamentales (educación sexual, uso de preservativos, mecanismos no invasivos). Otras suelen generar rechazo.

Hasta ahora, las presunciones concretas provienen de JP Morgan, un grupo obivamente más cerca de Washington que de la región. En términos de producto bruto interno o regional anualizado, la firma estima que –entre el cuarto trimestre de 2004 y el primero de 2005- el bloque Asia oriental-sudoriental cederá de 6,6 a 5,9%. En India, lo hará de 7 a 5%. Lo extraño es que, sin ocuparse de Sri Lanka, Tailandia o Bangladesh, para Indonesia esa banca augure un salto de 2,5 a 6,5% y para Malasia uno de 5 a 6%.

Economistas tan serios como Joseph Stiglitz, Jeffrey Sachs, Paul Krugman o Robert Kuttner tachan este tipo de pronósticos como interesados. En verdad, si Japón elevase su magra contribución actual a la asistencia (US$ 500 millones), influiría sobre Surcorea, Taiwán y China, que controlan inmensos volúmenes de bonos estadounidenses.

El problema para Washington no es que vendan algunos papeles para asistir a la región, sino que dejen de comprar deuda nueva, imprescindible para financiar el déficit fiscal (incluso los US$ 200.000 millones gastados en Irak), el déficit de pagos externos y la deuda del público (acumula más de US$ 7,2 billones). O sea, el “evangelio del consumo” que le ha valido la reelección a George W. Bush.

Mientras tanto, la suma destinada a asistencia alcanza el jueves a US$ 4.000 millones, pero hacen falta con urgencia unos 400 millones para proveer agua potable. Entre los aportes, los mayores son de Australia (US$ 765 millones, Alemania (665 millones), Japón (500 millones)y la Unión Europea (350 millones). Hay una buena señal: el FMI les ha descongelado uno 1.000 millones a paises deudores de la zona, para reasignar a asistencia y reconstrucción.

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