<p>“La competencia económica y comercial Beijing-Washington se agudiza, mientras se vislumbran presiones militares de ambos lados y puede temerse una guerra nuclear”. Así afirmaba en 2007 el analista, aludiendo a las espectaculares maniobras de entonces con fuerzas chinas y rusas en el mar Amarillo, en un extenso trabajo publicado por el belicoso <em>Atlantic Monthly</em>. Las fuentes remitían a “estrategas del Pentágono”.<br />
<br />
A criterio de Kaplan, un neoconservador vinculado a Paul Wolfowitz (efímero presidente del Banco Mundial), Washington “simula empeñarse en democratizar Levante, pero sus verdaderas preocupaciones estratégicas se cifran en el Pacífico occidental. Así lo vislumbran los juegos de guerra habituales en el Pentágono y sus equivalentes en China, Rusia, Japón, Taiwán, Surcorea y Vietmam”.<br />
<br />
Por lo mismo, su fértil imaginación detectó en EE.UU. doscientos vietnamitas entrenándose, porque Saigón sabe que será el primer objetivo de Beijing. Eso no es nuevo: Vietnam fue durante siglos tributario del Imperio Celeste y sus herederos nunca han renunciado a reivindicaciones territoriales. También lo fueron toda Corea, media Birmania, Nepal, etc.<br />
<br />
“Hasta el presente –insistía Kaplan semanas atrás en el boletín <em>StratFor</em>- no ha habido fuerzas de mar y tierra capaces de amenazar a EE.UU. Esta situación cambiará”. Ahora bien, el futurólogo repite ideas formuladas en 1968/9 por del difunto Hermann Kahn , el “doctor No” de Woody Allen. Desde su Hudson Institute, vislumbraba que “el sistema de alianzas, armado en la segunda posguerra durará poco”. Las guerras en la ex Yugoslavia, Irak o Afganistán han puesto en evidencia el colapso interno de la OTAN.<br />
</p>
<p>Dejando de lado la “derrota liminar” en Vietnam o el papelón en Somalía, “esa alianza –afirma Kaplan-, en la fase actual, peligra el comando norteamericano del Pacífico (PaCom), cuya jurisdicción llega hasta Australia y Nueva Zelanda, dos virtuales satélites de Washington. El profeta apela a Michael Vickers (Centro de evaluaciones presupuestarias y estratégicas, Washington), a cuyo criterio “embarcarse en una guerra contra China es tan simple como inevitable. El problema será cómo salir. Existe un estudio reservado del Pentágono, según el cual para lograrlo será preciso reducir drásticamente la capacidad militar y económica del enemigo, amenazar sus fuentes de energía, combustibles y agua, mientras se busca el colapso del Partido Comunista como aparato de gobierno”. <br />
<br />
Estos “expertos” olvidan que resulta imposible ocupar siquiera las principales ciudades –más de 15 millones de residentes cada una- de un país con 9.600.000 km2 (tercero del mundo en superficie) y 1.300 millones de habitantes. Sólo los mongoles lo consiguieron en el siglo XIII, pero a costa de sinificarse y abandonar sus tierras patrias.<br />
<br />
Volviendo a Kaplan, aparece la pata de la sota: “en los decenios venideros, China destinará cada vez más recursos al gasto bélico. Lo único realista es que EE.UU. haga lo mismo. A diferencia de la perimida Unión Soviética, Beijing tiene tanto poder blando como duro. Su peculiar mezcla de autoritarismo y economía de mercado (pero no libre) seduce al resto de Asia. De hecho, Vladyímir Putin está imitándola”.<br />
<br />
El analista, alumno de Henry Kissinger, reconoce que “la democracia resulta viable en pocas zonas fuera de las economías centrales”. Eso explica la proliferación de tropas norteamericanas sobre las fronteras chinas, rusas e indias, con presencia en Uzbekistán, Afganistán, Tadyikistán, Pakistán, Singapur, Tailandia, Papúa-Nueva Guinea, Filipinas, Malasia, Japón, Surcorea y Australia. Salvo los últimos tres, los otros no son precisamente ejemplo de democracia.<br />
<br />
Otro experto cercano al Pentágono, Mark Helprin, sostiene que “empeñarse en democratizar oriente medio es una pérdida de tiempo, salvo en Israel o Líbano. Mientras tanto, China se apresta a recoger las frutos de una política tan pragmática que roza lo amoral, respondiendo a sus propios intereses. Como hacían el Imperio Británico hasta 1947 o EE.UU. durante la guerra fría”.</p>