Se acerca el 4 y algunos temen o desean- que un alud racista hunda a Barack Obama

Tirios y troyanos se apoyan en iguales precedente: los sondeos ignoraron el “racismo vergonzante” errando con Thomas Bradley en 1982 y Jesse Jackson en 1988. Uno perdió la gobernación de California, otro la candidatura demócrata a presidente.

31 octubre, 2008

La proximidad de los comicios y la delantera que el binomio Barack Obama-Joseph Biden le lleva a John McCain-Sarah Palin despiertan viejos resquemores demócratas o esperanzas. Nadie olvida que, hace veintiséis año, el popular intendente negro de Los Ángeles, Thomas Bradley, aventajaba en siete puntos a su rival republicano por la gobernación,
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<p>Perdi&oacute; por un margen superior, pues tambi&eacute;n el voto hispano le fue adverso: las relaciones entre negros y chicanos eran malas. A varias encuestadoras le tom&oacute; a&ntilde;os superar el papel&oacute;n. Seis a&ntilde;os despu&eacute;s, otro negro que figuraba al frente en los sondeos por las internas dem&oacute;cratas (Jesse Jackson) se qued&oacute; sin candidatura presidencial. </p>
<p>Nadie menos que el &ldquo;Washington Post&rdquo;, hoy muy derechista, y varios peri&oacute;dicos de Europa occidental evocan esos espectros. Por supuesto, Obama es aspirante presidencial (Jackson qued&oacute; en precandidato) y ha ganado terreno inclusive en estados que hab&iacute;an votado por George W. Bush en dos oportunidades. </p>
<p>Por otra parte, los republicanos que apuestan al presunto racismo oculto de blancos y latinos olvidan otro factor: Obama creci&oacute; en buena medida porque Bush termina el mandato con la peor imagen p&uacute;blica &ndash;y el PBI cediendo 0,3% anual- desde Richard M. Nixon. Con una diferencia en favor de &eacute;ste: gracias a Henry Kissinger, Nixon preserv&oacute; del desastre (Watergate) su pol&iacute;tica exterior. A la inversa, el vicepresidente Richard Cheney &ndash;halc&oacute;n incurable- contribuy&oacute; decisivamente a la p&eacute;sima imagen internacional, mientras Henry Paulson (hacienda) antepone los malos banqueros al inter&eacute;s de los contribuyentes. </p>
<p>Quienes temen o desean una derrota de Obama tambi&eacute;n esgrimen la propia, borrascosa interna dem&oacute;crata. En su visi&oacute;n, a Hillary Rodham Clinton le fue mejor de lo supuesto porque, sin buscarlo, recogi&oacute; votos de gente adversas a los negros (o mulatos, en el caso del senador por Illinois). Nuevo Hampshire es el ejemplo t&iacute;pico: Obama llevaba 6,5 puntos en las encuestas, pero la senadora neoyorquina le gan&oacute; por 2,6%. </p>
<p>No fue &eacute;l &uacute;nico caso. Hubo adem&aacute;s sorpresas en Rhode Island (+7,7% para Hillary), Virginia oeste (+4,3%), Ohio (+2,7%) y California (+2,3%). Esto explica que McCain est&eacute; centrando en esos distritos sus &uacute;ltimos esfuerzos de campa&ntilde;a, a&ntilde;adiendo Pennsilvania, Florida y Colorado, donde la cuesti&oacute;n racial tiene peso. Marginalmente, hay una encuesta curiosa pero inquietante de Pew Center: en Filadelfia, cuna de la naci&oacute;n, 63% considera patriota a McCain y s&oacute;lo 3% a Obama. </p>
<p>En otro plano, la edad del republicano influye (pocos querr&iacute;an a Palin de presidente por deceso) en las ciudades. Pero este mismo personaje mantiene adhesi&oacute;n en el &ldquo;cintur&oacute;n b&iacute;blico&rdquo;, o sea los sectores rurales blancos donde todav&iacute;a se insiste en que el mundo fue creado en 4004 antes de la era com&uacute;n. </p>

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