<p>El presidente vitalicio hablaba ante una módica concentración ante el palacio de gobierno, en Sanaa. Pero, el viernes (día de oración), miles de opositores, recorrían la capital, Adén, Mocca, y Hodeida, exaltando el “día del adiós”. Vale decir, el abandono del poder por parte del mandatario vitalicio (casi 32 años en el sillón).<br />
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“No quiero eternizarme, pero hacen falta manos seguras a quienes transferir la carga. No es posible entregar el gobierno a una ínfima minoría”. Al parecer, Saleh ignoraba los alcances de las manifestaciones en todo el país que exigían su dimisión ya, no el año que viene.<br />
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El jueves, trascendió en medios saudíes y omaníes, el presidente tuvo una reunión secreta con el general Mohsen Alí al-Ahmar, el militar más fuerte de Yemen y actual desertor. “No fue posible conciliar posiciones entre las partes ni resolver la crisis múltiple”, revelaron medios en Riyadh.<br />
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Algunos analistas en otros países árabes llegaron a entrever la mano de Estados Unidos y Saudiarabia –aliados claves del régimen yemení- en el encuentro. Sea como fuere, las cotas de violencia urbana cedieron tras los disturbios de la otra semana, cuando la policía mató a 52 personas y dejó 240 heridos.<br />
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Mientras tanto, Jordania entra en ebullición. Por un lado, el gobierno de Ammán afronta manifestaciones que reflejan el perfil social de la población: 65% palestinos, 35% jordanos. Pero la autoridad de Ramalá mira para otro lado, acotada por la ocupación israelí en Cisjordania. La franja de Gaza, controlada por Hamás, se mantiene al margen, sin dejar de arrojar proyectiles a los colonías judías.<br />
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Así las cosas, el viernes fue un día de ira dirigido contra el rey Abdullá, la falta de reformas políticas y el costo de vida. En este caso, también se reclama una monarquía constitucional, no ya el modelo autoritario impuesto por Gran Bretaña en 1921 y 1947. Pero sorprendió el grado de la represión desatado contra los manifestantes.</p>
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Saleh asediado en Yemen, y Abdullá en Jordania
Acosado por una múltiple oposición, el separatismo del sur, tribus hostiles en el norte, defecciones y una guerra sunní-shiíta, Alí Abdullá Saleh no descarta renunciar, pero recién en 2012. En Jordania, ya hubo el viernes un muerto y cincuenta heridos.