Rusos y árabes están de acuerdo. ¿Pero Irán?

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El convenio es únicamente sobre congelar la producción petrolera a los niveles de enero pasado. Nada que ver con el precio. Pero si el exceso de oferta se limita, es posible que haya un modesto repunte de los valores del crudo.

El acuerdo fue entre Rusia, Arabia Saudita, Qatar y Venezuela, cuatro grandes productores, uno de ellos ajeno a la Opep. Pero incluso Arabia Saudita con enormes reservas en divisas en su fondo soberano, está reduciendo gastos y emitiendo deuda (Venezuela está en una situación casi al borde de la quiebra, si los países pudieran quebrar).

Por su parte Rusia tiene serios problemas económicos: sanciones de la UE –por el conflicto con Ucrania-, inmensa reducción en su ingreso petrolero, y ahora enormes gastos en su campaña militar en Siria (hay analistas que especulan con un futuro colapso del tipo del que sufrió la Unión Soviética). Si la iniciativa prospera, puede ayudar a que no aumenten los inventarios ociosos.

Obvio: es necesario que los demás productores hagan lo mismo. No se advierten dificultades con la mayoría de ellos. Pero hay un caso muy especial: Irán. Es un cambio de política importante en el caso de los sauditas: hace 15 meses que se niegan a modificar la política que impusieron y que llevó el barril de crudo de US$ 120 de promedio entonces, hasta los US$ 26 de los últimos días. Demasiado incluso para Riyad, que sin claudicar posiciones vería mejor un precio de –por lo menos- US$ 35 el barril. Una manera discreta de estabilizar los mercados que han tenido un descenso de precio de más de 70%.

La primera reacción de los operadores en el negocio fueron escépticas. Pero luego vino la reunión con Irán y con Iraq, que mantuvo el ministro venezolano del ramo que pidió que adhirieran a la iniciativa.

El caso de Teherán es doblemente complicado. Por un lado, recién ahora le levantaron las sanciones vigentes –por el programa nuclear, cuestión sobre la que ya hubo acuerdo- y su meta es exportar el máximo posible para recuperar su participación de mercado.

Por el otro lado, el disenso entre los sunnitas de Riyad y los chiítas de Teherán, excede a ambos países, y la hostilidad se extiende a toda la región, en especial a Siria.

La respuesta iraní fue diplomática, ambigua, reservándose todos los cursos de acción. La posición expresa es: respalda el congelamiento de la producción a enero decidido por los otros actores, pero no asume ninguna obligación formal. Es decir, no se une a la iniciativa, pero no parece dispuesto a sabotearla.

Falta ver la actitud de otros miembros de la organización. En cuanto a otros productores extra Opep no hay todavía indicios sobre la decisión que tomarán.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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