Rusia: en 2004, se escaparon del país 27.000 millones

La huida de capitales acumuló alrededor de US$33.000 millones durante el año pasado. La estimación, aceptada en medios financieros locales e internacionales, proviene de Fitch, tercera calificadora de riesgos crediticios.

17 junio, 2005

Tras una “estabilización” pasajera en 2003, recrudecieron síntomas de un fenómeno ya típico bajo la férula de Vladyímir Putin. El proceso reanudado en 2004 pone de manifiesto la desconfianza de los capitales –tanto especulativos como serios- ante el avance del Estado (en realidad, el Gobierno) rumbo a una especie de “resovietización” económica.

Maniobras como el juicio a Míjail Jodorkovsky, el hundimiento de su empresa (Yukos, hasta hace poco el mayor grupo ruso de hidrocarburos, cuarto en el mundo) y la estatización fraudulenta de Yuganskñeftgaz, la mayor división de Yukos, “van generado creciente malestar inversor”. Así señala la agencia, que ya no recomienda comprar bonos rusos.

A su criterio, “Rusia transgrede los derechos de propiedad privados en aras de un proyecto político inquietante”. Palabras poco habituales en esta clase de diagnósticos, pero que reflejan los ribetes tipo “Pedro el Grande” de un presidente que aspira a ser vitalicio y proviene de la KGB soviética. De hecho, George W. Bush y Condoleezza Rice decían cosas similares semanas atrás.

Fitch ubica en alrededor de €80.000 millones o US$100.000 millones la fuga de capitales en 2001-4, pero el año pasado se registró el máximo desde 1997. Según el informe, el nuevo proceso surgió ya a fines de 2003 y su génesis se asocia al escándalo Yukos, empresa a la cual Moscú llegó a exigirle US$28.000 millones por presuntos impuestos atrasados. El clima se agravó tras las sentencias a prisión dictadas en mayo contre Jodorkovsky y su segundo, Platon Lyébedyev.

Por otra parte, las propias empresas rusas les desconfían a reglas de juego tan volátiles y a las verdaeras intenciones del Gobierno. Por eso, últimamente prefieren endeudarse en moneda extranjera. “Por tanto –explica la agencia-, la deuda externa privada creció, sólo en 2004, de US$48.000 a 106.000 millones (120%). Curiosamente, el Ministerio de Comercio y Desarrollo ruso admitió que, sólo en enero-abril de este año, la salida de fondos había acumulado US$19.000 millones.

En síntesis, la descapitalización y el eudadamiento amenazan con llevar a otro choque sistémico pese al alza de ingresos vía exportaciones de hidrocarburos. El problema es que, como ocurrió en 1998, eso puede transformarse en otra crisis sistémica internacional.

Tras una “estabilización” pasajera en 2003, recrudecieron síntomas de un fenómeno ya típico bajo la férula de Vladyímir Putin. El proceso reanudado en 2004 pone de manifiesto la desconfianza de los capitales –tanto especulativos como serios- ante el avance del Estado (en realidad, el Gobierno) rumbo a una especie de “resovietización” económica.

Maniobras como el juicio a Míjail Jodorkovsky, el hundimiento de su empresa (Yukos, hasta hace poco el mayor grupo ruso de hidrocarburos, cuarto en el mundo) y la estatización fraudulenta de Yuganskñeftgaz, la mayor división de Yukos, “van generado creciente malestar inversor”. Así señala la agencia, que ya no recomienda comprar bonos rusos.

A su criterio, “Rusia transgrede los derechos de propiedad privados en aras de un proyecto político inquietante”. Palabras poco habituales en esta clase de diagnósticos, pero que reflejan los ribetes tipo “Pedro el Grande” de un presidente que aspira a ser vitalicio y proviene de la KGB soviética. De hecho, George W. Bush y Condoleezza Rice decían cosas similares semanas atrás.

Fitch ubica en alrededor de €80.000 millones o US$100.000 millones la fuga de capitales en 2001-4, pero el año pasado se registró el máximo desde 1997. Según el informe, el nuevo proceso surgió ya a fines de 2003 y su génesis se asocia al escándalo Yukos, empresa a la cual Moscú llegó a exigirle US$28.000 millones por presuntos impuestos atrasados. El clima se agravó tras las sentencias a prisión dictadas en mayo contre Jodorkovsky y su segundo, Platon Lyébedyev.

Por otra parte, las propias empresas rusas les desconfían a reglas de juego tan volátiles y a las verdaeras intenciones del Gobierno. Por eso, últimamente prefieren endeudarse en moneda extranjera. “Por tanto –explica la agencia-, la deuda externa privada creció, sólo en 2004, de US$48.000 a 106.000 millones (120%). Curiosamente, el Ministerio de Comercio y Desarrollo ruso admitió que, sólo en enero-abril de este año, la salida de fondos había acumulado US$19.000 millones.

En síntesis, la descapitalización y el eudadamiento amenazan con llevar a otro choque sistémico pese al alza de ingresos vía exportaciones de hidrocarburos. El problema es que, como ocurrió en 1998, eso puede transformarse en otra crisis sistémica internacional.

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