Otrora, nadie le tenia respeto al rublo, que encarnaba la atrasada economía soviética. Tras caer ese estado, fue símbolo de extrema volatilidad. Hasta los plomeros preferían cobrar en botellas de vodká. Eso terminó.
Impulsado por el auge de precios petroleros y una ola de inversiones externas, el rublo –creado por Pedro el grande a fines del siglo XVII- vuelve a fortalecerse y alienta un auge del gasto personal. Tras recobrarse parcialmente sobre el dólar, éste cuesta 25 o sea cuatro centavos por rublo, contra R.32/ US$ 0,03 hace diez años. La moneda rusa empieza a ganarle terreno a la divisa en el ahorro del público.
A medida como el rublo también avanza –aunque menos- sobre el euro, los rusos pagan menos por bienes y servicios importados. Pero, claro, mientras los hidrocarburos sigan tarifados en dólares, el declive de esta moneda afectará los ingresos de países exportadores. Esto ya lo han subrayado los presidentes Vladyímir Putin, Majmud Ajmadinedyad (Irán) y Hugo Chávez (Venezuela). A la sazón, Rusia exporta petróleo y derivados al ritmo de US$ 530 millones diarios. Cuando ceden los precios o se desbarranca el dólar, sus ingresos se contraen.
Aun si la bonanza en hidrocarburos prosigue, también lo harán algunos efectos negativos. En varios países, la sobredependencia respecto del petróleo ha conducido a desinvertir en otros sectores y a su decadencia. Para evitar esas cosas, Moscú acumula reseras en un fondo de estabilización que ya posee más de US$ 120.000 millones. En enero, lo dividirá en dos: una reserva estratégica y un fondo destinado a inversiones estatales. Junto con las reservas del banco central, el gobierno federal tiene divisas por US$ 413.000 millones, la mayor suma por habitante entre las economías grandes, China inclusive.
Esta posición financiera le confiere a Moscú un aura de estabilidad a los ojos de los inversores externos. “Excluyendo países petroleros donde la riqueza es patrimonio de clanes feudales, Rusia supera a todas las economías recién industrializadas en materia de reservas internacionales” afirmaba el analista Kenneth Rogoff.
A diferencia del contexto hasta 2006, hoy las exportaciones de hidrocarburos no son la única fuente de fortaleza cambiaria. El primer semestre de este año, el flujo de inversión externa ha subido casi 360% comparado con igual lapso del año anterior. Apenas 30% de ese alza se debe a sectores extractivos.
Arios observadores destacan además factores macroeconómicos. El gobierno maneja bien la inflación, aunque no la haya eliminado, en tanto ejerce estricto control sobre las demandas políticas y sociales. En esto se asemeja a modelos de desarrollo autoritario aplicados en Asia oriental, central y sudoriental.
Sin duda, el ciclo de negocios ha ingresado en fase positiva. Desde la caída de la URSS (1990) y hasta 2004, el producto bruto interno ruso llegó a contraerse 40% y quedó inmóvil en 2005/6. Este año, por vez primera, vuelve al nivel de 1990. En el decenio 1993-2002, el rublo marcó su nadir (1998). El dólar había subido 7.664% a R.32. Ahora, vale 25,45, o sea ha retrocedido 20,5%.
Todo eso cambió y, ahora, el banco central interviene -como en Argentina- para que el dólar no siga bajando. Pero existen limites, pues el crecimiento del PBI depende de la inversión externa (algo que también empieza a preocupar en Buenos Aires). “Sin ese componente, las importaciones sobrepasarán hacia 2010 los ingresos petroleros”, admite el ministro de hacienda Alyexiei Kudrin. En el primer semestre, el flujo neto de capitales sumaba US$ 67.100 millones, más que el lapso 1991-2000. En la primera mitad de 2006, el monto alcanzó apenas US$ 14.000 millones. Obviamente –contra los que cree el “consejo de las Américas”-, la estatización de hidrocarburos preocupa a los capitales externos menos que en Brasil o Venezuela.
Otrora, nadie le tenia respeto al rublo, que encarnaba la atrasada economía soviética. Tras caer ese estado, fue símbolo de extrema volatilidad. Hasta los plomeros preferían cobrar en botellas de vodká. Eso terminó.
Impulsado por el auge de precios petroleros y una ola de inversiones externas, el rublo –creado por Pedro el grande a fines del siglo XVII- vuelve a fortalecerse y alienta un auge del gasto personal. Tras recobrarse parcialmente sobre el dólar, éste cuesta 25 o sea cuatro centavos por rublo, contra R.32/ US$ 0,03 hace diez años. La moneda rusa empieza a ganarle terreno a la divisa en el ahorro del público.
A medida como el rublo también avanza –aunque menos- sobre el euro, los rusos pagan menos por bienes y servicios importados. Pero, claro, mientras los hidrocarburos sigan tarifados en dólares, el declive de esta moneda afectará los ingresos de países exportadores. Esto ya lo han subrayado los presidentes Vladyímir Putin, Majmud Ajmadinedyad (Irán) y Hugo Chávez (Venezuela). A la sazón, Rusia exporta petróleo y derivados al ritmo de US$ 530 millones diarios. Cuando ceden los precios o se desbarranca el dólar, sus ingresos se contraen.
Aun si la bonanza en hidrocarburos prosigue, también lo harán algunos efectos negativos. En varios países, la sobredependencia respecto del petróleo ha conducido a desinvertir en otros sectores y a su decadencia. Para evitar esas cosas, Moscú acumula reseras en un fondo de estabilización que ya posee más de US$ 120.000 millones. En enero, lo dividirá en dos: una reserva estratégica y un fondo destinado a inversiones estatales. Junto con las reservas del banco central, el gobierno federal tiene divisas por US$ 413.000 millones, la mayor suma por habitante entre las economías grandes, China inclusive.
Esta posición financiera le confiere a Moscú un aura de estabilidad a los ojos de los inversores externos. “Excluyendo países petroleros donde la riqueza es patrimonio de clanes feudales, Rusia supera a todas las economías recién industrializadas en materia de reservas internacionales” afirmaba el analista Kenneth Rogoff.
A diferencia del contexto hasta 2006, hoy las exportaciones de hidrocarburos no son la única fuente de fortaleza cambiaria. El primer semestre de este año, el flujo de inversión externa ha subido casi 360% comparado con igual lapso del año anterior. Apenas 30% de ese alza se debe a sectores extractivos.
Arios observadores destacan además factores macroeconómicos. El gobierno maneja bien la inflación, aunque no la haya eliminado, en tanto ejerce estricto control sobre las demandas políticas y sociales. En esto se asemeja a modelos de desarrollo autoritario aplicados en Asia oriental, central y sudoriental.
Sin duda, el ciclo de negocios ha ingresado en fase positiva. Desde la caída de la URSS (1990) y hasta 2004, el producto bruto interno ruso llegó a contraerse 40% y quedó inmóvil en 2005/6. Este año, por vez primera, vuelve al nivel de 1990. En el decenio 1993-2002, el rublo marcó su nadir (1998). El dólar había subido 7.664% a R.32. Ahora, vale 25,45, o sea ha retrocedido 20,5%.
Todo eso cambió y, ahora, el banco central interviene -como en Argentina- para que el dólar no siga bajando. Pero existen limites, pues el crecimiento del PBI depende de la inversión externa (algo que también empieza a preocupar en Buenos Aires). “Sin ese componente, las importaciones sobrepasarán hacia 2010 los ingresos petroleros”, admite el ministro de hacienda Alyexiei Kudrin. En el primer semestre, el flujo neto de capitales sumaba US$ 67.100 millones, más que el lapso 1991-2000. En la primera mitad de 2006, el monto alcanzó apenas US$ 14.000 millones. Obviamente –contra los que cree el “consejo de las Américas”-, la estatización de hidrocarburos preocupa a los capitales externos menos que en Brasil o Venezuela.