El vocero presidencial, Thomas Traumann, relativizó a través de la cuenta oficial del Palacio del Planalto en la red social Twitter, la afirmación de los influyentes diarios O Globo y Folha de Sao Paulo en sus ediciones impresas del domingo, en el sentido que la decisión de cancelar el viaje ya había sido adoptada.
“La decisión sobre la visita de Estado a Estados Unidos sólo será tomada después del encuentro de la Presidenta Dilma con el ministro Figueireido”, escribió Traumann, según reportaron las agencias de noticias ANSA y EFE.
Hasta esta tarde no había trascendido la fecha en que se realizará la reunión entre la jefa del Estado y el canciller.
Figueiredo permaneció entre el miércoles y el viernes pasado en Washington, donde el primero de esos días se reunió con la asesora de Seguridad Nacional del presidente Barack Obama, Susan Rice.
La semana anterior, cuando conversaron a solas durante la reunión del Grupo de los 20 en San Petersburgo, Obama se comprometió ante Rousseff a que Estados Unidos daría, a más tardar el miércoles pasado, una explicación oficial sobre las denuncias de espionaje.
Fuentes de la comitiva de Figueiredo consideraron “insuficiente” la explicación dada por Rice, según publicó el jueves la prensa brasileña, pese a que ninguno de los gobiernos informó oficialmente sobre el contenido de la reunión ni el de Brasil reportó qué impresión le causó la respuesta estadounidense.
Según publicaron hoy O Globo y Folha de Sao Paulo, fuentes del gobierno brasileño afirmaron que Rousseff anunciará esta semana la cancelación del viaje a Washington.
“La decisión de no viajar fue tomada el viernes en Brasilia y si no hay una posición más firme del gobierno (estadounidense), la Presidenta no viajará”, dijo el primero de esos periódicos.
En julio pasado, O Globo y el diario británico The Guardian, basados en documentos develados por el exagente de seguridad estadounidense Edward Snowden, revelaron que Estados Unidos hizo espionaje sistemático sobre ciudadanos y empresas de varios países, incluido Brasil.
El incidente se agravó a comienzos de este mes, cuando, a través de las mismas fuentes, se supo que la Agencia Nacional de Seguridad (NSA, en inglés) estadounidense espió las comunicaciones telefónicas y de correo electrónico de Rousseff y del presidente de México, Enrique Peña Nieto, así como las de Petrobras, la empresa más grande de Brasil.
Entonces, la mandataria brasileña canceló una misión de funcionarios de la cancillería a Washington que tenía el objeto de preparar su visita de estado del mes próximo, pero dejó pendiente la resolución acerca de este viaje.
Tras reunirse con Obama en San Petersburgo, Rousseff calificó las denuncias como “gravísimas” y señaló que “este espionaje no tenía nada que ver con la seguridad nacional” de Estados Unidos “sino con factores geopolíticos, estratégicos o comerciales, económicos, y esto es inadmisible, principalmente porque se trata de países con una relación histórica”.
La Presidenta dijo que le había transmitido a su colega “la indignación personal y del conjunto de Brasil”, y que le reclamó que le informara “todo lo que tienen” los servicios de inteligencia estadounidenses sobre su país.
El caso “es aterrador por originarse en un país que tenía en su base el valor de la libertad y de los derechos humanos”, subrayó Rousseff, y anticipó que en la Asamblea General de las Naciones Unidas, a fines de este mes, propondrá un proyecto destinado a establecer un nuevo marco legal internacional para la violación de la privacidad.
“Lo que hacemos es parecido a lo que se hace en todo el mundo; somos más grandes, tenemos capacidades mayores y, como la tecnología cambia rápidamente, esa capacidad también aumenta”, respondió Obama.
“Pero sólo porque podemos obtener la información de forma más fácil, no significa que debamos hacerlo; deberíamos preocuparnos más sobre cómo usamos nuestras capacidades técnicas”, agregó el Presidente de Estados Unidos.