China se está desacelerando. En el tercer trimestre creció 6,9% interanual, en un contexto donde los hacedores de política intentan gestionar el desinfle de la burbuja inmobiliaria originada por altos niveles de deuda, enfoca un artículo de Global Coordinates que publica en su número 7 Economic GPS, de PwC.
El crecimiento del sector inmobiliario comenzó hace unos siete años atrás, en parte como respuesta a la crisis financiera y también como un medio para acelerar la urbanización del país.
Desde entonces el apalancamiento del sector privado doméstico aumentó, pasando de alrededor del 107% del PIB, en 2007, a poco más de 140%, el año pasado.
En contraste, el crecimiento nominal del PIB se redujo del 18% en 2008, a alrededor del 8% en 2014 (consecuencia de un yuan más fuerte frente al dólar y las presiones salariales nacionales), haciendo más difícil el repago de la deuda.
De acuerdo con el análisis de PwC UK, la deuda se encuentra 90 puntos porcentuales, o alrededor de US$ 9 billones (a precios de 2014), por encima de lo que se esperaría dado su nivel de ingreso promedio.
Además, el gobierno chino presenta altos niveles de endeudamiento, lo cual genera preocupación de que una fuerte desaceleración en China pueda disparar una nueva fase de la crisis financiera global.
La mayor parte del dinero ha sido canalizada hacia proyectos de inversión en activos fijos, en especial “real state” y otras obras de infraestructura.
Como resultado, hacia el 2014, el ratio inversión/PIB había alcanzado alrededor del 47%, cercano al doble de aquellos del resto de las economías del E71.
La historia muestra que gestionar burbujas inmobiliarias alimentadas por deuda es un complejo reto político que lleva su tiempo. Por lo tanto, la gravedad de los acontecimientos en curso en China no deben ser subestimados.
Sin embargo, China cuenta con alrededor de US$ 3.5 billones de reservas (aunque hay ciertas dudas en cuanto a la rapidez con que estas pueden ser utilizadas) y una adecuada capacidad de maniobra política para ayudar a manejar la crisis.
En base a esto, PwC UK espera que la economía China crezca un poco menos del 7% en 2015, para luego desacelerar a un crecimiento promedio anual de alrededor del 5 – 6% en el mediano plazo, siendo la mayor parte de la desaceleración atribuible a la disminución en inversión fija y un crecimiento más lento de las exportaciones.
Por lo tanto, es posible esperar nuevos recortes en la tasa de interés de referencia china y en los requerimientos de reservas de los bancos para reducir la desaceleración.
Es esperable que algunas de las economías del sudeste asiático se vean más expuestas a la desaceleración en el crecimiento económico chino. Esto no es sorprendente, ya que, en los últimos 15 años, estas economías se han reposicionado como una parte integral de las cadenas de suministro de los fabricantes chinos.
Sin embargo, no se espera una crisis de magnitud similar a la ocurrida en 1997.
Actualmente, la mayoría de las economías del sudeste asiático tienen amortiguadores fiscales y externos adecuados para gestionar una crisis. Más importante aún, la mayoría ha adoptado regímenes cambiarios flexibles que a su vez han respondido a las presiones externas.
No obstante, para las empresas esto podría implicar tener que gestionar una mayor volatilidad a corto plazo de los tipos de cambio.
Otra consecuencia de la desaceleración en el crecimiento en China será menores precios de las materias primas, debido al más lento crecimiento de la demanda china a corto plazo, una fase de expansión de la oferta de algunos commodities clave como el petróleo, dado los desarrollos en Irán, la renuencia de Arabia Saudita a recortar la producción y la temprana expansión en la capacidad productiva de shale oil en los Estados Unidos, que tomará un tiempo ajustar a la baja.
Este nuevo escenario en los precios traerá consigo ganadores y perdedores, dependiendo del status importador o exportador del país.
Entonces, se espera que los principales exportadores como Rusia, Nigeria y Brasil deban enfrentar algunas presiones.
Por su parte, en ausencia de cualquier otro shock adverso grave, un escenario de ¨precios bajos durante más tiempo¨ de productos primarios se prevé será una buena noticia para las economías importadoras netas como el Reino Unido y la Eurozona.
En general, los acontecimientos en China presentan un riesgo a la baja para las economías emergentes, en particular, pero amortiguados por los efectos negativos menos severos para las economías más avanzadas.