Retenciones a petroleras, críticas y señales de inflación

Presionando a las petroleras para que entregar gas a usinas eléctricas, Néstor Kirchner amenaza con subir gravámenes a la exportación de crudos. Pero, mientras el gobierno crítica al sector, surgen aumentos oportunistas de precios.

29 marzo, 2004

A juicio de la Casa Rosada, así como el sector hidrocarburos no ha hecho las inversiones necesarias desde las privatizaciones de 1990/3, hoy no cumplen con el abasto de gas a las empresas eléctricas. De hecho, hay un borrador de decreto específico.

En las últimas semanas y por decisión de las proveedoras de gas, grandes compañías en varios rubros sufrieron cortes parciales. De no intervenir el gobierno, esto se habría reanudado desde el lunes 29, entre seis de la madrugada y seis de la tarde. Lo que sí se teme es que, como ocurriera en las olas tórridas de enero y febrero, las eléctricas bajen voltaje de 5 a 11%, también en ese horario.

De acuerdo con trascendidos, la idea es elevar de 20 a 30% las retenciones. Ello implicaría US$ 25 millones extras por mes, monto que se usaría para paliar la crisis vía financiamiento de emergencia a las eléctricas para operar con combustibles alternativos. Surege a esta altura otro punto conflictivo: varios expertos temen que la escasez de oferta energética puede durar, con altibajos, hasta fines de la década.

Vinculado a eso, aparece el tema tarifas, finalidad real de las presiones que aplican las petroleras. Si Roberto Lavagna insiste en pedir “aumentos de tarifas demorados desde 2002”, la cosa se politizará en mal momento: gente de Eduardo Duhalde está poniendo la estructura del PJ –todavía repleta de personajes poco transparentes- contra Kirchner y el gobernador bonaerense, Felipe Solá. No sin cooperación del “neomenemismo” que encarnan José Manuel de la Sota y Carlos Reutemann.

Volviendo al gas, la demanda se reparte entre industria (35%), centrales eléctricas (28%), uso residencial-comercial (25%), GNC (9%) y otros. El viernes por la noche, trascendió que Lavagna propondría un ajuste tarifario selectivo, con subsidios a hospitales públicos.

Pero todo cuanto huela a tarifas comienza a tomar ribetes sociales y políticos. Así, los aumentos de cigarrillos y taxis cortaron un descenso estacional en carnes rojas. Apoyándose en ese efecto psicológico, cuatro cadenas se supermercados elevaron casi todos los rubros alimentarios, sin tornarlo explícito.

Naturalmente, columnistas, gurúes y medios allegados al sector financiero han salido a hablar de “peligros de emisión monetaria”. En verdad, el mensaje tiene un transfondo: no perturbar a las empresas de hidrocarburos y electricidad. Pero analistas más serios perciben una contradicción: si se les permite aumentar como plantean, habrá efectos inflacionarios sin necesidad de emitir moneda.

Todo esto coincide con la crisis interna del PJ, en sí una constelación de grupos, capillas e intereses divergentes. Como decía, en Lima, un funcionario argentino, “el presidente no debiera perder tiempo en internas que no afectan al público”.

A juicio de la Casa Rosada, así como el sector hidrocarburos no ha hecho las inversiones necesarias desde las privatizaciones de 1990/3, hoy no cumplen con el abasto de gas a las empresas eléctricas. De hecho, hay un borrador de decreto específico.

En las últimas semanas y por decisión de las proveedoras de gas, grandes compañías en varios rubros sufrieron cortes parciales. De no intervenir el gobierno, esto se habría reanudado desde el lunes 29, entre seis de la madrugada y seis de la tarde. Lo que sí se teme es que, como ocurriera en las olas tórridas de enero y febrero, las eléctricas bajen voltaje de 5 a 11%, también en ese horario.

De acuerdo con trascendidos, la idea es elevar de 20 a 30% las retenciones. Ello implicaría US$ 25 millones extras por mes, monto que se usaría para paliar la crisis vía financiamiento de emergencia a las eléctricas para operar con combustibles alternativos. Surege a esta altura otro punto conflictivo: varios expertos temen que la escasez de oferta energética puede durar, con altibajos, hasta fines de la década.

Vinculado a eso, aparece el tema tarifas, finalidad real de las presiones que aplican las petroleras. Si Roberto Lavagna insiste en pedir “aumentos de tarifas demorados desde 2002”, la cosa se politizará en mal momento: gente de Eduardo Duhalde está poniendo la estructura del PJ –todavía repleta de personajes poco transparentes- contra Kirchner y el gobernador bonaerense, Felipe Solá. No sin cooperación del “neomenemismo” que encarnan José Manuel de la Sota y Carlos Reutemann.

Volviendo al gas, la demanda se reparte entre industria (35%), centrales eléctricas (28%), uso residencial-comercial (25%), GNC (9%) y otros. El viernes por la noche, trascendió que Lavagna propondría un ajuste tarifario selectivo, con subsidios a hospitales públicos.

Pero todo cuanto huela a tarifas comienza a tomar ribetes sociales y políticos. Así, los aumentos de cigarrillos y taxis cortaron un descenso estacional en carnes rojas. Apoyándose en ese efecto psicológico, cuatro cadenas se supermercados elevaron casi todos los rubros alimentarios, sin tornarlo explícito.

Naturalmente, columnistas, gurúes y medios allegados al sector financiero han salido a hablar de “peligros de emisión monetaria”. En verdad, el mensaje tiene un transfondo: no perturbar a las empresas de hidrocarburos y electricidad. Pero analistas más serios perciben una contradicción: si se les permite aumentar como plantean, habrá efectos inflacionarios sin necesidad de emitir moneda.

Todo esto coincide con la crisis interna del PJ, en sí una constelación de grupos, capillas e intereses divergentes. Como decía, en Lima, un funcionario argentino, “el presidente no debiera perder tiempo en internas que no afectan al público”.

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