Otras, en cambio, apuntan a introducir nuevas reglas de modo permanente, caso de la reforma del mínimo no imponible de Ganancias, aunque sin contemplar criterios de “equilibrio general”, ya que no se prevé reducción de gastos para su financiamiento, como lo explica el IERAL de la Fundación Mediterránea.
Hay un hilo conductor, por el cual parte de las medidas están desfinanciando el presupuesto de 2024, otras producen alteraciones en la relación nación –provincias, que podrían abrir espacio a mayor litigiosidad; a su vez, al tiempo que se intenta reprimir la inflación acentuando controles de precios, del otro lado se la alimenta con políticas monetarias sumamente expansivas.
En forma análoga, y en el frente externo, se intenta evitar una ampliación de la brecha cambiaria utilizando reservas del BCRA para alimentar la oferta en el segmento del “dólar MEP”, pero al costo de incrementar de forma vertical la deuda comercial por importaciones impagas y trabar el funcionamiento de diversas actividades productivas por falta de insumos y piezas.
En lugar de buscar estabilizar la economía para recuperar de forma genuina el poder adquisitivo de los salarios, se configura un escenario de “fuga hacia adelante” de las principales variables, con aceleración de la inflación, deterioro adicional de las cuentas externas y fiscales, y acortamiento del horizonte para la toma de decisiones • Así, mientras un segmento de la oposición anuncia que está escribiendo el réquiem del peso; el gobierno, sin explicitarlo, también contribuye a su redacción: la emisión monetaria de los últimos 3 meses y medio asociada a financiamiento fiscal directo, compra neta de divisas, intereses de los pasivos remunerados y compra de bonos en el mercado secundario, antes de esterilización vía leliqs, tiende a duplicar la Base Monetaria cada 13 semanas, fenómeno por el que se sigue contrayendo la demanda de dinero, haciendo cada vez más pesada la carga del “impuesto inflacionario”.
Esta situación reafirma la importancia del recambio presidencial del 10 de diciembre, dado que se necesita un diagnóstico correcto y medidas apropiadas para dejar atrás la estanflación y contener los riesgos inmediatos de la coyuntura
Aunque en el segundo semestre de 2022 también se verificó “aceleración inflacionaria”, la actual coyuntura es cualitativamente distinta. No sólo porque los guarismos de variación mensual del IPC ahora se han instalado en los dos dígitos. También por el hecho que se agotan recursos como un tipo de cambio especial para la soja como forma de recuperar reservas, mientras la deuda comercial y por el swap con China se ha incrementado casi 15,0 mil millones de dólares en un año.
En el plano fiscal, la diferencia está en que la aceleración inflacionaria no será factor de licuación del gasto público y reducción del déficit, como ocurrió en el segundo semestre de 2022. Así, se ha configurado un combo extremadamente preocupante de aceleración inflacionaria más deterioro adicional del rojo estatal, con reservas negativas y en un contexto de altísima incertidumbre electoral.