Por Rodrigo Parreira (*)
Tecnologías emergentes como el 5G, el IoT y la Inteligencia Artificial (IA) tienen el potencial de provocar cambios profundos en la forma en que se organiza la industria mundial. Integradas con la robótica, estas innovaciones permiten una potencial reducción drástica del volumen de mano de obra implicada en la fabricación en general y podrían impulsar un fuerte movimiento de reindustrialización en los países desarrollados, impactando en toda la organización de las cadenas de producción mundiales y también en la propia dinámica geopolítica global.
Este cambio significa la inversión potencial de un fenómeno que comenzó en los años 90. Con los costos laborales más bajos en determinadas regiones, como Asia, hemos asistido a una intensa migración de la producción manufacturera, que ha cambiado la organización económica mundial y promovido una realidad antes improbable: el alejamiento de la industria de los grandes centros de consumo, es decir, Estados Unidos y Europa.
A lo largo de las décadas, China y otros países asiáticos han ido ganando cada vez más terreno en el mapa de la industrialización. Es más, apoyados en una fabricación diversificada y en la capacidad de operar con costos muy bajos, los chinos han ido un paso más allá y han surgido grandes mercados con capacidad operativa global, sacudiendo así también los cimientos de la distribución internacional.
Ahora, la tecnología podría cambiar este escenario haciendo que la industria dependa menos de la mano de obra y permitiendo que las plantas de fabricación se acerquen a los grandes centros de consumo. El avance del 5G tiene todo que ver con esta transformación.
Las redes móviles de 5ª generación proporcionan velocidades de transmisión de datos muy altas y una latencia (tiempo de respuesta) muy baja. Esto se traduce en una comunicación más rápida entre máquinas, que empiezan a trabajar de forma más autónoma y colaborativa. La Inteligencia Artificial, por su parte, es capaz de automatizar tareas repetitivas, aumentar su precisión, anticipar posibles fallos y reducirlos. Los robots, ya presentes en la industria, ganan agilidad y, al integrarse con estas plataformas, son capaces de “tomar decisiones”, volviéndose mucho más eficientes y ampliando el abanico de tareas que pueden realizar.
Impactos geoeconómicos
Asia, un importante concentrador de la producción fabril, no quedó atrás con este movimiento y ya ha acelerado el ritmo en la carrera tecnológica, invirtiendo fuertemente en robótica e investigación y desarrollo para garantizar su competitividad en el nuevo escenario que se está diseñando. Los datos de la Federación Internacional de Robótica ilustran este esfuerzo y muestran, por ejemplo, que Corea del Sur tiene la mayor densidad de robots del mundo, con 1.000 equipos por cada 10.000 empleados, encabezando la lista de países con mayor automatización en la fabricación.
El número es casi el doble que el del segundo lugar en el ranking, Singapur, que concentra 670 robots por cada 10.000 empleados. Entre los aspectos más destacados se encuentran Japón, Alemania y China. Este último dio un gran salto, pasando de la 20ª a la 5ª posición entre 2018 y 2021.
En este escenario de rediseño de la lógica mundial desde la industrialización, ¿dónde está América Latina? ¿Cómo se posicionará? ¿La región, que ha estado experimentando durante mucho tiempo un proceso de desindustrialización, se quedaría con la industria básica? ¿Jugaremos el papel de productor de materias primas, perpetuando los desafíos para mantener la balanza comercial positiva?
Las preguntas abundan, las respuestas faltan. Y los gobiernos latinoamericanos parecen seguir estancados en debates que se refieren a la industria del pasado y no a la industria del futuro, en la que la capacidad de innovar será un factor decisivo para el éxito. En este contexto en el que la tecnología está provocando cambios profundos, un reto importante es la cualificación de la mano de obra que operará este cambio. En este nuevo escenario, mientras que por un lado habrá una demanda potencialmente reducida de trabajadores de taller, por otro tendremos que contar con profesionales especializados para operar estas innovaciones y seguir su evolución.
El informe “El futuro del Empleo”, publicado en mayo por el Foro Económico Mundial, también pone en relieve la creciente urgencia de la revolución de la recualificación, ya que las empresas señalan que las carencias de cualificaciones y la incapacidad de atraer talento son los principales obstáculos a la transformación. Se espera que seis de cada diez trabajadores necesiten formación antes de 2027. Al mismo tiempo, el estudio estima que, de media, será necesario actualizar el 44% de las competencias de un trabajador individual.
Transformar este escenario requiere una acción coordinada de gobiernos, empresas y trabajadores. El debate debe implicar a todos en la búsqueda de modelos que, lejos de perpetuar las tradicionales desigualdades sociales y económicas, puedan orientarse hacia la sostenibilidad y una distribución más justa de la renta. En el camino correcto, la tecnología es capaz de llevar a la sociedad en su conjunto a un nuevo nivel de eficiencia y prosperidad.
(*) CEO de Logicalis LATAM.