El ex presidente de 73 años tiene la costumbre de aparecer en momentos oportunos. Adalid del pragmatismo, aun en vida del imam Ruhollá Jomeiní, Rafsandyaní acaba de ser designado responsable de políticas por la asamblea de expertos. Esto es, el consistorio de ayatollahán que ejerce vigilancia sobre las instituciones de la revolución islámica.
Rafsandyaní se impuso por 41 votos a 34. Su oponente era el radical Ajmad Dyannatí, protector del presidente Ajmadinedyad. Ninguno de ambos ni su milicia, los pasdarán, atraviesan buenos tiempos. Ademán, el actual presidente obtuvo el cargo por escasa diferencia sobre Rafsandyaní.
En realidad, el ayatollá precedió al propio Jomeiní (en 1963) como jefe de la oposición contra el shahanshá –emperador- Mohammed Rizá Pahlaví. Por entonces, Rafsandyaní y otros habían recogido el legado del primer ministro nacionalista Mohammed Mossadegh, depuesto y ejecutado (1954) por el monarca a instancias de Washington, Londres y las petroleras anglosajonas.
Resulta irónico que, a la vuelta de los años, los hidrocarburos fueran nacionalizados por el régimen shiita (1979) y, tiempo después, por su rival en el golfo, la monarquía saudí (sunnita). Si ahora se avecina una retirada norteamericana en la región, no será difícil que Rafsandyaní intente dos cosas: (a) suceder a Ajmadinedyad como presidente, (b) reacercarse a Saudiarabia. Por de pronto, Tehrán tiene buenas relaciones con Qatar (ismaelitas) y Omán.
El ex presidente de 73 años tiene la costumbre de aparecer en momentos oportunos. Adalid del pragmatismo, aun en vida del imam Ruhollá Jomeiní, Rafsandyaní acaba de ser designado responsable de políticas por la asamblea de expertos. Esto es, el consistorio de ayatollahán que ejerce vigilancia sobre las instituciones de la revolución islámica.
Rafsandyaní se impuso por 41 votos a 34. Su oponente era el radical Ajmad Dyannatí, protector del presidente Ajmadinedyad. Ninguno de ambos ni su milicia, los pasdarán, atraviesan buenos tiempos. Ademán, el actual presidente obtuvo el cargo por escasa diferencia sobre Rafsandyaní.
En realidad, el ayatollá precedió al propio Jomeiní (en 1963) como jefe de la oposición contra el shahanshá –emperador- Mohammed Rizá Pahlaví. Por entonces, Rafsandyaní y otros habían recogido el legado del primer ministro nacionalista Mohammed Mossadegh, depuesto y ejecutado (1954) por el monarca a instancias de Washington, Londres y las petroleras anglosajonas.
Resulta irónico que, a la vuelta de los años, los hidrocarburos fueran nacionalizados por el régimen shiita (1979) y, tiempo después, por su rival en el golfo, la monarquía saudí (sunnita). Si ahora se avecina una retirada norteamericana en la región, no será difícil que Rafsandyaní intente dos cosas: (a) suceder a Ajmadinedyad como presidente, (b) reacercarse a Saudiarabia. Por de pronto, Tehrán tiene buenas relaciones con Qatar (ismaelitas) y Omán.