Reforma laboral: cómo se aprueba

Idas y vueltas, maniobras y pacto de gobernabilidad. Todo apunta a conseguir que se sancione la Ley de Reforma laboral. Argucias legislativas, para que todo el mundo “salve la cara”.

26 abril, 2000

”El que gana gobierna, el que pierde, acompaña”. Esta premisa fue la base del Pacto de Olivos, pergeñado entre Raúl Alfonsín y Carlos Menem, que creó un instrumento de distribución del poder y consolidó la gobernabilidad de un país que necesitaba remontar las consecuencias de un período dictatorial.

El meollo de los avatares políticos que protagoniza la Argentina en los últimos años estriba en la porción del poder y sus halagos consecuentes, que corresponde al gobierno y a la oposición. Creer que la Alianza y el PJ sacarán el pie del plato de la globalización mundial cae, al menos por ahora, en la utopía. Ese papel corresponde a los sectores que encabezan la rebeldía contra la política que se aplica desde las oficinas del Fondo Monetario Internacional, en Washington.

Las reacciones contra el FMI se manifiestan en las protestas callejeras, dentro del mismo Estados Unidos, y en las críticas de economista y políticos que observan, junto con la Iglesia Católica, la creciente marginación de la sociedad de mercado de grandes masas de población. La miseria crece en todo el mundo no desarrollado y, aún, en bolsones situados dentro de él.

La CGT disidente, con Hugo Moyano a la cabeza, asume ese papel en la Argentina. La reforma laboral es la primera prueba de fuerza que realiza el grupo contestatario que se alejó de la CGT de la calle Azopardo. El miércoles se define la suerte de la legislación, exigida por el presidente De la Rúa, quien acepta en principio el planteo de la oposición de garantizar que los salarios no perderán poder adquisitivo.

Carlos Menem recibió en la víspera al titular de la CGT disidente. En el mejor estilo político, ambos hicieron caso omiso de algunos cruces de palabras previas y dialogaron. El camionero recibió presiones para que acepte una solución de compromiso.

Los observadores no sacaron nada en limpio de la reunión, salvo que el Partido Justicialista hurtó el cuerpo al compromiso y parece dispuesto a que sus legisladores aprueben una legislación urticante, pero a su juicio necesaria.

El martes por la noche se aseguraba haber alcanzado un alto índice de consenso entre las bancadas, sobre la base de la posición de De la Rúa. Augusto Alasino, presidente del bloque del PJ en el Senado y un activo negociador de estos días, quiere sumar más laureles para su partido, vinculados con el arbitraje de los conflictos gremiales y el tema de la vigencia de los convenios.

La salida podría basarse en:

· Votar con los dos tercios del Senado los puntos coincidentes.

· Salvar la cara del Justicialismo aprobando los artículos en disidencia con su voto por mayoría simple, de manera que la Alianza tenga las puertas abiertas para modificarlos a su favor con su peso específico en Diputados.

Todo está preparado para que no se repitan los incidentes del miércoles pasado y para que el acuerdo de convivencia se mantenga dentro de los límites del sistema.

Pase lo que pase, ésta es sólo una batalla. El futuro depende en gran medida de que funcione la reactivación de la economía y de que en el segundo semestre del año la sociedad perciba que disminuye el espectro del desempleo. Moyano y los suyos se mantendrán a la expectativa.

”El que gana gobierna, el que pierde, acompaña”. Esta premisa fue la base del Pacto de Olivos, pergeñado entre Raúl Alfonsín y Carlos Menem, que creó un instrumento de distribución del poder y consolidó la gobernabilidad de un país que necesitaba remontar las consecuencias de un período dictatorial.

El meollo de los avatares políticos que protagoniza la Argentina en los últimos años estriba en la porción del poder y sus halagos consecuentes, que corresponde al gobierno y a la oposición. Creer que la Alianza y el PJ sacarán el pie del plato de la globalización mundial cae, al menos por ahora, en la utopía. Ese papel corresponde a los sectores que encabezan la rebeldía contra la política que se aplica desde las oficinas del Fondo Monetario Internacional, en Washington.

Las reacciones contra el FMI se manifiestan en las protestas callejeras, dentro del mismo Estados Unidos, y en las críticas de economista y políticos que observan, junto con la Iglesia Católica, la creciente marginación de la sociedad de mercado de grandes masas de población. La miseria crece en todo el mundo no desarrollado y, aún, en bolsones situados dentro de él.

La CGT disidente, con Hugo Moyano a la cabeza, asume ese papel en la Argentina. La reforma laboral es la primera prueba de fuerza que realiza el grupo contestatario que se alejó de la CGT de la calle Azopardo. El miércoles se define la suerte de la legislación, exigida por el presidente De la Rúa, quien acepta en principio el planteo de la oposición de garantizar que los salarios no perderán poder adquisitivo.

Carlos Menem recibió en la víspera al titular de la CGT disidente. En el mejor estilo político, ambos hicieron caso omiso de algunos cruces de palabras previas y dialogaron. El camionero recibió presiones para que acepte una solución de compromiso.

Los observadores no sacaron nada en limpio de la reunión, salvo que el Partido Justicialista hurtó el cuerpo al compromiso y parece dispuesto a que sus legisladores aprueben una legislación urticante, pero a su juicio necesaria.

El martes por la noche se aseguraba haber alcanzado un alto índice de consenso entre las bancadas, sobre la base de la posición de De la Rúa. Augusto Alasino, presidente del bloque del PJ en el Senado y un activo negociador de estos días, quiere sumar más laureles para su partido, vinculados con el arbitraje de los conflictos gremiales y el tema de la vigencia de los convenios.

La salida podría basarse en:

· Votar con los dos tercios del Senado los puntos coincidentes.

· Salvar la cara del Justicialismo aprobando los artículos en disidencia con su voto por mayoría simple, de manera que la Alianza tenga las puertas abiertas para modificarlos a su favor con su peso específico en Diputados.

Todo está preparado para que no se repitan los incidentes del miércoles pasado y para que el acuerdo de convivencia se mantenga dentro de los límites del sistema.

Pase lo que pase, ésta es sólo una batalla. El futuro depende en gran medida de que funcione la reactivación de la economía y de que en el segundo semestre del año la sociedad perciba que disminuye el espectro del desempleo. Moyano y los suyos se mantendrán a la expectativa.

Compartir:
Notas Relacionadas

Suscripción Digital

Suscríbase a Mercado y reciba todos los meses la mas completa información sobre Economía, Negocios, Tecnología, Managment y más.

Suscribirse Archivo Ver todos los planes

Newsletter


Reciba todas las novedades de la Revista Mercado en su email.

Reciba todas las novedades