Recuperación lenta y selectiva

En la primera mitad del año –y en particular desde el cierre de los acuerdos salariales-, el consumo continuó siendo el principal motor de la economía. La contracara se ve en la constante declinación de la inversión productiva.

29 julio, 2013





La política de corto plazo prevalece sobre la planificación, y a su vez genera cada vez más distorsiones a nivel micro. Es por esto que 2013 cerraría con un crecimiento aceptable, pero al mirar más allá las perspectivas son más negativas, señala en su reporte semana el gerente de Análisis Económico de abeceb.com, Mariano Lamothe.

Transcurrida más de la mitad del año, el balance general de los resultados obtenidos confirma las expectativas para 2013: el crecimiento se ubicará en torno del 2,5%: mayor que el de 2012 pero menor que el 3% inicialmente esperado.

A pesar de que Brasil y China mostraron un menor dinamismo y corrigieron a la baja sus proyecciones de crecimiento, en la primera parte del año resultaron favorables para Argentina.

Aunque una posible finalización de la política de estímulos de la FED ya genera temores en los mercados de commodities.

El gran motor doméstico, el consumo, presentó dos períodos bien diferenciados. Hasta mediados de mayo, el retraso de paritarias generó indicadores bajos y en ciertos casos negativos.

Pero a medida que se fue materializando el cierre de los acuerdos salariales, la mejora transitoria en el poder adquisitivo en conjunción con la estabilización del mercado cambiario hicieron reaccionar al gasto de los hogares, aunque dentro de nuevos niveles de 2%/3%, sostiene Lamothe.

En este sentido, dado que por la pérdida de competitividad el único mercado para gran parte de la producción -tanto de bienes como de servicios- es el doméstico, resulta clave entender qué puede pasar con el consumo en esta segunda parte del año.

Tres factores permiten prever que se mantendrá la reciente recuperación, al menos hasta las elecciones. Por un lado, el efecto positivo del cierre de paritarias.

Por otro lado, es esperable se sume cierto impulso del gasto preelectoral, a partir de la actualización de las transferencias sociales, asignaciones familiares, salario mínimo y cambios en el impuesto a las ganancias.

 Y finalmente, la escasez de alternativas de ahorro y el cepo a la compra de divisas en un contexto de inflación elevada, continuarán favoreciendo el adelantamiento del consumo mediante la compra de bienes durables. Todo esto puede configurar un tercer trimestre con un consumo como sostén de la actividad.

Por su parte, mientras la política expansiva intenta sostener el consumo por ser uno de los pilares del modelo, la contracara se ve en una constante declinación de la inversión productiva. Esto se relaciona con el freno a la actividad que implican diversas medidas adoptadas en el último tiempo, entre las que se destacan las restricciones a las importaciones, el cepo al dólar, los impedimentos para remitir utilidades y dividendos, y el congelamiento de precios.

A su vez, las restricciones a las importaciones perjudican la actividad de los sectores que dependen de insumos importados, en tanto protegen a los mercado-internistas pero a costa de mayores precios pagados por el consumidor.

No obstante, la desaceleración del consumo interno y el estancamiento del empleo muestran que incluso estos sectores, como el textil y el de calzado, enfrentan crecientes dificultades.

De esta forma, la política económica adquiere una visión de corto plazo que prevalece sobre la planificación, mientras que la intervención estatal en diversos sectores se traduce en crecientes distorsiones a nivel micro.

En este sentido, se puede señalar tanto la profundización de la declinación productiva registrada en el sector energético -responsable además de una gran sangría de reservas por el déficit comercial-, como los altos precios del trigo y la harina, que resultan un claro reflejo de la existencia de una mala regulación.

Focalizando el análisis a nivel de sectores, se desprende que aquellos complejos que ven reducidos sus márgenes de rentabilidad, así como su competitividad internacional, superan ampliamente a los que se ven beneficiados por el esquema actual.

 Comercialización de la cosecha

Luego de una buena cosecha gruesa que aportará al crecimiento, la comercialización del grano será el factor clave a monitorear en el sector agrícola, teniendo en cuenta la retención por parte de productores y la volatilidad de los precios.

Si bien en 2013 se produjo una aceleración de la devaluación del tipo de cambio oficial, no alcanzó en todos los casos para corregir los desbalances acumulados por las economías regionales, y además se sumó una brecha cambiaria significativa que impacta sobre las decisiones empresarias. Costos en dólares en aumento, escaso crecimiento de la demanda y mayor competencia internacional son los factores que determinan las dificultades observadas.

La industria crece lento en el acumulado, impulsada por la notable performance automotriz, que junto con sustancias químicas y minerales no metalíferos constituyen los tres rubros del EMI con saldo positivo hasta mayo. La producción automotriz avanzó 18,9% en el primer semestre gracias a la mayor demanda brasilera, pero también al fuerte dinamismo de las ventas al mercado interno.

 De todos modos, se espera cierta moderación en la tendencia para el segundo semestre, ubicando la proyección anual en una suba del 10,5%.

Una situación similar ocurre con los electrodomésticos, que también continúan mostrando un fuerte dinamismo en las ventas internas, tanto por el crédito al consumo como por el comportamiento de huida del peso hacia bienes durables.

En alimentos y bebidas el resultado de la primera parte del año fue desalentador, aunque se proyectan mejoras en molienda, bebidas y lácteos para terminar el 2013 con una suba del 2,9%.

 Por su parte, la siderurgia sufrió paradas de planta y un contexto de sobreoferta mundial que presiona a la baja sobre los precios, ocasionando caídas significativas en la producción de acero.

 Por consecuencia, no lograría evitar un retroceso en el total del año a pesar de la recuperación esperada en la demanda interna.

Los resultados en textil y calzado son un fiel reflejo de las dificultades que enfrenta el modelo en esta etapa, ya que los mismos registran caídas luego de varios años de crecimiento. En este sentido, a pesar de que continúan gozando de una protección comercial, la debilidad de la demanda marcaría un retroceso para 2013.

En papel cae el consumo aparente y por lo tanto la producción disminuiría por segundo año consecutivo, mientras que el sector maderero se recupera aunque sin resolver las dificultades de fondo y con una fuerte merma en la fabricación de muebles y colchones.

Probablemente las mayores novedades tienen lugar en el sector de la construcción y en el energético, donde se produjeron las últimas resoluciones que introducen los instrumentos CEDIN y BAADE, respectivamente, así como la reciente modificación en el marco regulatorio para determinadas inversiones en el sector petrolero.

 Por lo pronto, pareciera no pareciera que estas medidas vayan a resolver los problemas que enfrentan ambos sectores.

En resumen, el impulso que se lograría durante el 2° y 3° trimestre del año permitiría cerrar 2013 con un crecimiento heterogéneo pero aceptable.

 No obstante, al mirar más allá las perspectivas son más negativas. Es que los problemas que enfrentan los sectores han ido in crescendo, y no están teniendo el tratamiento que se merecen por parte de los responsables de la política económica.

 Todo esto en un contexto en que ya no podemos depender de la suerte de un mundo favorable.

 


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