domingo, 22 de diciembre de 2024

Reciclar es convertir un residuo en un recurso que tiene un valor

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Cuando reciclamos le damos una segunda vida a un residuo, utilizándolo como materia prima para fabricar otro producto y así reinsertarlo en la economía. Por eso hablamos de economía circular.

Por Florencia Benedicto (*)

Algo que en principio se iba a descartar y enterrar, lo recuperamos, lo valorizamos y lo convertimos en un nuevo producto o en compost o biogás, si se trata de residuos orgánicos

Hablar de reciclaje, es hablar de ambiente, de economía y de comunidad. Cuando reciclamos estamos optimizando los recursos naturales porque dejamos de utilizar recursos vírgenes de la tierra para utilizar los residuos. Es decir, para fabricar papel, por ejemplo, dejamos de talar árboles y utilizamos papel reciclado.

Lo mismo sucede con el plástico, dejamos de extraer petróleo y utilizamos, plástico recuperado. Además, reciclando disminuimos la cantidad de residuos que enviamos a rellenos sanitarios o basurales a cielo abierto que contaminan el aire, las napas subterráneas, generan enfermedades a los habitantes de los asentamientos que se forman en la zona y sobre todo también reducimos la cantidad de CO2 que emite la basura.

Si bien los procesos de reciclaje requieren de una cuota de agua y energía para poder realizarse, la cantidad de estos recursos que necesitamos siempre es sustancialmente menor a la necesaria para fabricar los mismos insumos y productos con materia prima virgen.

Reciclando también generamos puestos de trabajo, para separar los residuos y acondicionarlos para enviarlos a la industria recicladora. Estos son los llamados empleos verdes, que surgen de los nuevos paradigmas y modelos de negocio que intentan generar impacto socioambiental positivo a través de sus actividades.

Por ejemplo, las latas de conservas y bebidas, un residuo que la mayoría de las personas genera en su casa, por lo general están hechas de hojalata y de aluminio, metales muy valiosos (en términos ambientales y económicos). Afortunadamente, son reciclables. Cada vez que los separamos de manera correcta, y se reciclan efectivamente, estamos generando un impacto ambiental positivo enorme. El aluminio reciclado usa sólo un 5% de energía, en comparación con la fabricación de productos a partir de materia prima virgen

También generamos conciencia en la comunidad sobre la importancia de reducir los residuos y sobre cómo separarlos para que puedan ser aprovechados de la mejor manera posible. Si la población no está capacitada, es difícil concretar las etapas del reciclaje. Además, muchas personas no se toman el tiempo de clasificar sus residuos porque piensan que es difícil o tedioso, sin embargo, es bastante más fácil de lo que se cree. Las latas de bebidas, por ejemplo, alcanza con enjuagarlas para separarlas con los reciclables. Si contienen sólidos con grasas o aceites, ahí sí vamos a ponernos más exigentes.

Una buena alternativa, antes de separar en el tacho verde las latas, es reutilizarlas. El mejor residuo es el que no se genera. Podemos colocarles otro contenido, hacer velas, lapiceros, las alternativas son infinitas.

Por último, reciclar contribuye a la economía, los residuos reciclables tienen un valor económico para el mercado, y tienen gran demanda por parte de las industrias recicladoras. En general, los costos de producir a partir de residuos reciclables son más bajos que los de producir a partir de materia prima virgen y que pase esto en la práctica, es buenísimo.

(*) Co-fundadora de GEA Sustentable. IG: @geasustentable.

 

 

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