Rechaza duramente el BCE la flexibilización del pacto fiscal

Jean-Claude Trichet, jefe del Banco Central Europeo, rechazó modificaciones al pacto de estabilidad fiscal. En teoría, éstas debieran disponerse entre hoy martes y mañana en el ámbito de la Eurozona (doce adherentes a la moneda única).

22 marzo, 2005

A través de un comunicado oficial, el BCE manifiesta “serias preocupaciones ante los cambios propuestos por el Eurogrupo y el Ecofin”. En el segundo caso, el plenario de ministros de Hacienda de Alemania, Francia, Holanda, Dinamarca, Bélgica, España, Irlanda, Luxemburgo, Finlandia, Portugal, Austria e Italia. Tanto Trichet como, en general, los banqueros centrales se muestran duros ante las decisiones políticas de “los 12”.

Dado que ni el BCE y sus componentes tienen poder suficiente para detener a sus propios gobiernos, acaudillados por Alemania, Francia e Italia, Trichet formuló una velada amenaza: aumentaría las tasas básicas. Hoy en apenas 2% anual. A su juicio, “el debilitamiento del compromiso de 1996 pondrá en peligro la estabilidad”.

En lo fundamental, los ministros quieren mayor flexibilidad para cumplir con el pacto. En otras palabras, los países cuyos déficit fiscales hayan superado el 3% de su producto bruto interno tendrán más tiempo para corregirlos. Pero hay un punto que saca de quicio a Trichet: los plazos para volver a ponerse en caja “podrán revisarse y ampliarse, en caso de miembros que encaren reformas estructurales”. No de mercado, como desearían el BCE y su neurona, el Bundesbak.

También se tolerará la transgresión de ese 3% cuando esté procediéndose a una reforma del régimen de jubilaciones y seguridad social. Vale decir, su privatización parcial (tabú para la opinión pública, cuya puesta en marcha generaría resistencias a la ambiciosa constitución de “los 25”). En un extremo opuesto, los ministros no descartaban un tratamiento especial a países con déficit más alto. Por ejemplo, Italia.

Cabe recordar que Romano Prodi, presidente de la anterior Comisión Europea, llegó a calificar de “estupidez” el pacto. Por su parte, Eurostat, ente estadístico y contable de Bruselas, aún no convalida las cuentas italianas de 2003 y 2004. Eso, a criterio de la agencia calificadora Standard & Poor’s, afectará la nota de ese país como emisor de deuda.

A través de un comunicado oficial, el BCE manifiesta “serias preocupaciones ante los cambios propuestos por el Eurogrupo y el Ecofin”. En el segundo caso, el plenario de ministros de Hacienda de Alemania, Francia, Holanda, Dinamarca, Bélgica, España, Irlanda, Luxemburgo, Finlandia, Portugal, Austria e Italia. Tanto Trichet como, en general, los banqueros centrales se muestran duros ante las decisiones políticas de “los 12”.

Dado que ni el BCE y sus componentes tienen poder suficiente para detener a sus propios gobiernos, acaudillados por Alemania, Francia e Italia, Trichet formuló una velada amenaza: aumentaría las tasas básicas. Hoy en apenas 2% anual. A su juicio, “el debilitamiento del compromiso de 1996 pondrá en peligro la estabilidad”.

En lo fundamental, los ministros quieren mayor flexibilidad para cumplir con el pacto. En otras palabras, los países cuyos déficit fiscales hayan superado el 3% de su producto bruto interno tendrán más tiempo para corregirlos. Pero hay un punto que saca de quicio a Trichet: los plazos para volver a ponerse en caja “podrán revisarse y ampliarse, en caso de miembros que encaren reformas estructurales”. No de mercado, como desearían el BCE y su neurona, el Bundesbak.

También se tolerará la transgresión de ese 3% cuando esté procediéndose a una reforma del régimen de jubilaciones y seguridad social. Vale decir, su privatización parcial (tabú para la opinión pública, cuya puesta en marcha generaría resistencias a la ambiciosa constitución de “los 25”). En un extremo opuesto, los ministros no descartaban un tratamiento especial a países con déficit más alto. Por ejemplo, Italia.

Cabe recordar que Romano Prodi, presidente de la anterior Comisión Europea, llegó a calificar de “estupidez” el pacto. Por su parte, Eurostat, ente estadístico y contable de Bruselas, aún no convalida las cuentas italianas de 2003 y 2004. Eso, a criterio de la agencia calificadora Standard & Poor’s, afectará la nota de ese país como emisor de deuda.

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