jueves, 26 de diciembre de 2024

Recetas para controlar la inflación: el gran debate

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¿Hasta qué punto los gobiernos están dispuestos a sacrificarse en pos de estabilizar la economía? ¿Qué hacer una vez frenado el proceso inflacionario? ¿Qué signos muestran credibilidad ante los organismos de crédito internacionales?

Convocados por la Facultad de Ciencias Empresariales y el IAE Business School de la Universidad Austral para participar del debate internacional “Programas de Estabilización Económica para Argentina”, ex ministros de economía y ex presidentes de bancos centrales de América Latina dialogaron sobre las medidas que implementaron en sus países durante momentos críticos para estabilizar la economía.

Con esos interrogantes y la inflación como eje de partida, los especialistas pusieron foco -a lo largo de dos jornadas- en las experiencias que vivieron en sus países mientras se encontraban afectados por procesos de crisis inflacionaria, tal y como sucede en Argentina en estos momentos.

“Hay que arrojar luz a nuestra inteligencia para generar el bien común a la gente de nuestro país y de la región”. Con esas palabras el rector de la Universidad Austral, Julián Rodríguez, dio por comenzado el foro “Programas de Estabilización Económica para la Argentina”, moderado por el consultor y analista político, Sergio Berensztein, y la economista Marina Dal Poggetto.

Como punto de inicio, los economistas coincidieron en que, para tener una política económica exitosa de estabilización es necesario tomar medidas que tienen costos que muchos gobiernos no quieren pagar para no perder el apoyo de la sociedad. Así lo indicó Mauricio Cárdenas, ex Ministro de Hacienda y Crédito Público de Colombia: “Nada reemplaza para darle credibilidad al marco de política macroeconómica el tener la inflación bajo control, pero esto no viene gratis porque bajar la inflación es traumático y los gobiernos van a estar siempre en contra de una crisis y un posible aumento del desempleo”.

Gianfranco Castagnola, ex Director del Banco Central de Reserva del Perú, recordó que en su país la salida de la crisis se dio, en parte, gracias a que la política y la economía están bien separadas: “Este no fue un proceso fluido, sino bastante convulsionado, pero con un objetivo que las autoridades fiscales y monetarias tenían claro: controlar la inflación y empezar un nuevo modelo económico. El Banco Central y el Ministerio de Economía siempre estuvieron liderados por una tecnocracia muy respetada y con mucho poder político, incluso frente a los presidentes del país, quienes evitaron siempre vulnerar cualquier cosa que sea vista como una perforación al modelo económico o la estabilidad macroeconómica”.

En contraposición, Alfredo Romano, presidente de Romano Group y profesor de la Facultad de Ciencias Empresariales de la Universidad Austral, sostuvo que en Argentina -que en los últimos 40 años ha tenido la inflación más alta del mundo- “es difícil pensar un gobierno populista llevando adelante una gestión de ese estilo, que apoye la independencia del Banco Central, decida tomar medidas anticíclicas y busque enfriar la economía. La confianza es indispensable y en nuestro país no hay confianza en los políticos, por lo tanto, tampoco la habrá en un nuevo programa económico a partir de 2023 que no baje rápidamente la inflación, cuando a los dos años posteriores la sociedad da su veredicto en las urnas”.

Sobre la posibilidad de que se dolarice la economía en la Argentina, Romano opinó que “la dolarización tiene que venir acompañada de un programa económico. Estoy convencido de que la reforma monetaria es fundamental para generar la credibilidad y el corset necesario para que la política de turno no pueda generar la inestabilidad y volatilidad que genera cuando tiene deseos de emitir para financiar el gasto público y lo que todos conocemos en nuestro país. Hay que hacer reformas para generar la robustez necesaria para que la Argentina crezca en el largo plazo”.

 

En búsqueda del horizonte

 

En Argentina la inestabilidad no es sólo económica, sino también política. En la misma línea que Romano, Isaac Alfie, ex Ministro de Economía y Finanzas de Uruguay, sostuvo que la confianza y la credibilidad son muy importantes: “Tener instituciones sólidas, que pasan de gobierno en gobierno, y respetar las reglas del juego son aspectos centrales”.

“Si se compara la volatilidad de la inflación de Uruguay y de Argentina, se puede observar que mientras en Uruguay son raros los años en que la diferencia de tasa de inflación sobrepase el 10%, en Argentina hay diferencias de hasta 2700% de un año a otro. Esa volatilidad argentina hace imposible pensar en negocios y desarrollos a largo plazo”, agregó Alfie.

Sergio Berensztein brindó también su opinión sobre el contexto político nacional y remarcó que “no existe ningún plan de estabilización exitoso si no hay un apoyo determinante del partido de gobierno, así sea parcial, y también de una coalición política amplia y versátil que sostenga a este programa a lo largo de su implementación”.

“El mejor equipo técnico y las mejores ideas pierden importancia y se desvanecen si no hay un apoyo político detrás de ellas”, remarcó el analista y añadió: “Además, los dirigentes deben estar preparados para afrontar las coyunturas críticas como así también tener la flexibilidad y el pragmatismo para ir adaptando el plan, o hacer ajustes más profundos, a medida que estos se vayan planteando con el correr del tiempo”.

El economista Alejandro Werner, director del Georgetown Americas Institute, coincidió en que Argentina necesita mucho más que un plan de estabilización, “también necesita de un plan de reestructuración que va a requerir de un acuerdo político”. Pero también consideró que la sociedad argentina no estuvo dispuesta a llevar a cabo los cambios que había que realizar: “Es muy difícil pensar el cambio de política, si no es generado al principio. Es una combinación entre los marcos normativos, la política económica e ir generando apoyo político a los cambios necesarios”, sostuvo.

Para la economista Marina Dal Poggetto, falta liderazgo político en términos de horizonte “que se acortó con la mira en la próxima elección”. A diferencia de países como Brasil, Perú o Colombia, “la Argentina fue el mal alumno de esta historia”. Dal Poggetto planteó que, mientras los diferentes países de la región solidificaron sus monedas luego de los procesos de estabilización, los equipos económicos locales pecaron de excesos.

Además, sostuvo que “en un contexto de alta inflación como el actual, entrando en una zona de tres dígitos, urge un programa de estabilización y seguimos discutiendo la coyuntura, viendo como un gobierno intenta pasarle la pelota al que viene, y el que viene intenta que se detone la pelota en el actual”. “Argentina tuvo mala suerte. El modelo de la convertibilidad tuvo muy buenos resultados para bajar la inflación. El ancla rígida que utilizó no sobrevivió al shock externo que tuvo la región. Pero la Argentina, en particular a partir del escenario de apreciación del dólar, sumado al uso de esa moneda como medio de ahorro, terminó rompiendo los dos contratos que tenía a la salida del uno a uno: el de la deuda externa y el del sistema financiero”, comentó la economista.

 

Algunas recetas para Argentina

 

Edmar Bacha, el economista brasilero que instituyó el Plan Real de Brasil, fue el primero en brindar una serie de lineamientos para la estabilización local: “Debe equilibrar el presupuesto y mantener tipos de interés reales positivos. Además, asegurar que los precios críticos, como tarifas y tipos de cambio, estén en equilibrio, e introducir una unidad de cuenta diaria (factor de ajuste por la inflación) para sincronizar la evolución de salarios, precios, tarifas, tipo de cambio, valores financieros. Finalmente, darle tiempo para el uso generalizado de esta unidad de cuenta y luego convertirla en la nueva moneda estable del país”.

Por su parte, Alfredo Arizaga, ex Ministro de Economía y Finanzas de Ecuador, resaltó el punto en común que tuvieron los programas de estabilización latinoamericanos: la credibilidad y la prohibición de que el Banco Central otorgue crédito al fisco. “Sólo es sostenible si la política fiscal se maneja con responsabilidad y no se cae en una emisión sin control. Esto requiere que no se cometan grandes equivocaciones en otras áreas de políticas públicas que afecten la competitividad”, explicó.

Consultados sobre la dolarización que se implementó el Ecuador, tanto Arizaga como Augusto De La Torre, ex Presidente del Banco Central de ese país, coincidieron en que “lo único que le impide a un gobierno populista dejar la dolarización es la presión popular. La gente mejoró su calidad de vida de manera sustancial en los últimos 20 años y no quiere volver atrás”. “Hoy es más popular que otras instituciones ecuatorianas, y la gente tiene miedo a perderla. Entonces cuando la situación se complica y existe el riesgo de que la dolarización se rompa -y también la gente percibe que hay un riesgo de perderla- se abre un espacio para hacer reformas”, profundizó De La Torre.

Para la economista Diana Mondino, ex Directora General de Standard & Poors para América Latina, la dolarización en la Argentina ya está ocurriendo: “En el sector privado hay contratos de toda naturaleza que se hacen voluntariamente en dólares. Entonces se hace indispensable que esa dolarización sea de la manera más ordenada posible”, consideró.

Al mismo tiempo, Mondino dio una idea para contribuir a la estabilización de la economía “con la apertura de la economía, darle competitividad al sector privado y también realizar una reforma monetaria”.

Por su parte, Martín Uribe, profesor titular de Economía en la Universidad de Columbia e investigador asociado del National Bureau of Economic Research, recordó una ventaja de la dolarización que consideró podría ser de utilidad para Argentina: “Es una forma efectiva de alcanzar independencia del Banco Central”.

“El eje principal debe ser la independencia del Banco Central, que debería empezar desde el primer día de gestión del próximo gobierno, y sin esperar a alcanzar la sostenibilidad fiscal primero por el Tesoro. En nuestro país, quien socava la independencia del BCRA fueron, son y serán los ministros de Economía, una ley ayudaría muchísimo pero no es suficiente. Entonces es el presidente de la Nación debe garantizar la independencia del BCRA, no el Congreso, no los intendentes del conurbano, no los gobernadores”, agregó.

Luis Céspedes, ex Ministro de Economía, Fomento y Turismo de Chile, coincidió con esta línea: “Los elementos que generan un marco de estabilidad son: la autonomía del Banco Central, con un objetivo claro y preciso que le de credibilidad. Pero también una institucionalidad fiscal sólida, con criterio que permitió que la política monetaria no compita con la política fiscal; apertura comercial, instituciones financieras sólidas y el imperio de la ley. Todo ello, en el caso chileno, generó dinámicas de crecimiento que apoyaron la disminución de la inflación”.

Finalmente, sobre una posible vuelta a la convertibilidad, el exdirector del Banco Central de la República Argentina (BCRA), Horacio Liendo, manifestó que, si bien el país tuvo un período de gloria con el régimen de convertibilidad y esto rebrota la idea de volver a usar ese viejo instrumento, la situación actual es diferente a la de 1991. “Hoy no hay reservas suficientes para producir ese canje, el BCRA tiene pasivos no monetarios muchos más importantes que los monetarios, además hay una brecha cambiaria de más del 100%, un fenomenal atraso tarifario que evolucionó menos que la inflación, y esta no es una economía generalmente indexada”, profundizó.

“Es necesario generar una reforma de la carta orgánica del BCRA para volver a situarlo con las restricciones que tenía en la época de la convertibilidad, es decir, baja capacidad para financiar al sector público y baja capacidad para darle descuentos al sistema financiero. El BCRA fue vaciado por sus dos vertientes. Por el lado de la emisión monetaria, porque se lo obligó a emitir una gran cantidad de dinero desde el 2001 en adelante y cuando acumulaba reservas, se le sacaban reservas y se las reemplazaba por un crédito que no tiene ninguna forma de comercialización”, afirmó.

Liendo propuso, entonces, que el BCRA reciba la instrumentación de ese crédito en la forma de título público y que pueda utilizarlo para hacer una política monetaria de expansión o contracción de la cantidad de pesos que hay circulando, colocando esos títulos”, concluyó Liendo, en el marco del ciclo convocado por la Universidad Austral.

 

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