Reacción china ante el proteccionismo sin previo aviso

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El comercio bilateral, que en una década aumentó más de 10 veces, peligra por una arraigada costumbre del gobierno: hablar hacia adentro sin tomar en cuenta las repercusiones externas. Cuanto menos se imponía una negociación.

Las medidas proteccionistas contra importaciones desde China que anunciara dos semanas atrás el titular del Palacio de Hacienda, Miguel Peirano, acaban de provocar la reacción del gobierno de Hu Jintao, que amenazó con “represalias similares”.
El órgano de difusión del Ministerio de Economía, China Daily, transcribió un comunicado oficial que calificó de “irracional e inaceptable que la Argentina tome tales decisiones sin avisar previamente”.

El anticipo de Peirano ante la Cámara de Exportadores de la República Argentina empezó a consumarse a través de licencias no automáticas para capelladas de calzado y marroquinería de plástico y textil, del control de facturación y del listado de productos, además de la seguridad e higiene.

Fue la primera acción importante que adoptó el ministro desde que reemplazara a Felisa Miceli y tuvo como destinatarios directos a los industriales que se venían quejando del progresivo avance chino en la plaza local.

Si bien podría haber ameritado una negociación entre ambos países el sesgo en la balanza de intercambio hacia una mayor entrada de productos chinos de valor agregado, la medida unilateral tomada por la administración de Néstor Kirchner fue recibida de muy mal grado por Beijing.

La advertencia china pone en peligro las exportaciones hacia ese país, que el año pasado totalizaron US$ 3.508 millones, de los cuales US$ 1.422 millones son originados en el complejo sojero entre granos y aceites.

La importancia de este ciclo expansivo del comercio con China iniciado en 2002 queda reflejada en la comparación entre las exportaciones hacia ese país de 1995 a 2006: de US$ 300 millones en el apogeo de la convertibilidad se saltó a US$ 3.500 millones actuales.

La preocupación de los fabricantes nacionales reside en que desde hace dos años crecen las importaciones de productos chinos a un ritmo de 40%, mientras las ventas totales hacia el coloso asiático lo hacen a 10 %. Ya China alcanzó el tercer puesto como proveedor detrás de Brasil y Estados Unidos, y concreta 40 % de los despachos en máquinas y aparatos eléctricos, aunque son las motos la principal fuente de facturación.

Entre 2005 y 2006, China compró a la Argentina 10 % menos de soja, porque la ha ido sustituyendo por la norteamericana y la brasileña. Pero que devaluación argentina fue perdiendo efecto en materia de competitividad lo demuestra que las exportaciones industriales hacia China retrocedieron 20 % y se ubican en US$ 130 millones.

La fuerte presencia asiática en el continente, sobre todo en Brasil y Chile, donde se ubicó como segundo proveedor, lo ha hecho menos dependiente del abastecimiento argentino de soja, razón por la que se especula que en menos de un año podría sustituirla por la brasileña o americana.

En el Palacio de Hacienda conducido por Peirano se cree que Argentina tardaría ese mismo tiempo en reemplazar las compras chinas, porque irá ocupando los lugares que dejen Brasil y EE.UU. al volcarse hacia China.

Las medidas

Según publicó “Clarín” el lunes 27, las medidas principales adoptadas en Buenos Aires contra China son las siguientes:

– La aplicación de “licencias no automáticas de importación” para las capelladas de calzado. A estas se suman también la marroquinería de plástico y la textil. Por medio de este mecanismo, el Gobierno argentino entiende se puede controlar el flujo de importaciones, autorizando o no la entrada de determinadas mercaderías.

– También las licencias “no automáticas” se aplicarán de forma inmediata. Pero se otorgará un plazo para que los importadores puedan adecuarse al nuevo esquema. Por otra parte, quedan exentos de esta medida aquellos productos que están en tránsito, para evitar complicaciones.

– Además se obligará a cumplir normas de seguridad adicionales a la importación de neumáticos y ruedas, con una doble inspección de calidad.

– También se instrumentarán las denominadas “aduanas especiales”, que controlarán el ingreso de textiles, calzados, juguetes, bicicletas, productos informáticos, electrónica y herramientas. El mecanismo de estas aduanas permitía realizar un seguimiento puntual y pormenorizado para cada uno de los productos que entran.

– Además se lanzará un sistema de validación y de aprobación de la facturación de artículos provenientes de China. A partir de ahora, previo al otorgamiento del libramiento de la importación, la Aduana exigirá una validación, por parte de su equivalente de China, para sortear maniobras irregulares con los precios. En este paquete de disposiciones hay que diferenciar todo lo que tiene que ver con la subfacturación o con el ingreso de productos de mala calidad de la prohibición concreta o regulación de importaciones. Porque la prohibición de importaciones a menores precios que los reales o la introducción de mercaderías defectuosas debe ser una práctica cotidiana con todos los envíos que llegan, de cualquier país del país del mundo y no sólo respecto de China. Es que existe una frondosa legislación que permite a las autoridades argentinas condenar y penalizar esas prácticas. Otra cosa es restringir, limitar o prohibir el ingreso de la mercadería normal a precios normales, respetando el pago de los aranceles y demás tasas fijadas por nuestro país.

Las medidas proteccionistas contra importaciones desde China que anunciara dos semanas atrás el titular del Palacio de Hacienda, Miguel Peirano, acaban de provocar la reacción del gobierno de Hu Jintao, que amenazó con “represalias similares”.
El órgano de difusión del Ministerio de Economía, China Daily, transcribió un comunicado oficial que calificó de “irracional e inaceptable que la Argentina tome tales decisiones sin avisar previamente”.

El anticipo de Peirano ante la Cámara de Exportadores de la República Argentina empezó a consumarse a través de licencias no automáticas para capelladas de calzado y marroquinería de plástico y textil, del control de facturación y del listado de productos, además de la seguridad e higiene.

Fue la primera acción importante que adoptó el ministro desde que reemplazara a Felisa Miceli y tuvo como destinatarios directos a los industriales que se venían quejando del progresivo avance chino en la plaza local.

Si bien podría haber ameritado una negociación entre ambos países el sesgo en la balanza de intercambio hacia una mayor entrada de productos chinos de valor agregado, la medida unilateral tomada por la administración de Néstor Kirchner fue recibida de muy mal grado por Beijing.

La advertencia china pone en peligro las exportaciones hacia ese país, que el año pasado totalizaron US$ 3.508 millones, de los cuales US$ 1.422 millones son originados en el complejo sojero entre granos y aceites.

La importancia de este ciclo expansivo del comercio con China iniciado en 2002 queda reflejada en la comparación entre las exportaciones hacia ese país de 1995 a 2006: de US$ 300 millones en el apogeo de la convertibilidad se saltó a US$ 3.500 millones actuales.

La preocupación de los fabricantes nacionales reside en que desde hace dos años crecen las importaciones de productos chinos a un ritmo de 40%, mientras las ventas totales hacia el coloso asiático lo hacen a 10 %. Ya China alcanzó el tercer puesto como proveedor detrás de Brasil y Estados Unidos, y concreta 40 % de los despachos en máquinas y aparatos eléctricos, aunque son las motos la principal fuente de facturación.

Entre 2005 y 2006, China compró a la Argentina 10 % menos de soja, porque la ha ido sustituyendo por la norteamericana y la brasileña. Pero que devaluación argentina fue perdiendo efecto en materia de competitividad lo demuestra que las exportaciones industriales hacia China retrocedieron 20 % y se ubican en US$ 130 millones.

La fuerte presencia asiática en el continente, sobre todo en Brasil y Chile, donde se ubicó como segundo proveedor, lo ha hecho menos dependiente del abastecimiento argentino de soja, razón por la que se especula que en menos de un año podría sustituirla por la brasileña o americana.

En el Palacio de Hacienda conducido por Peirano se cree que Argentina tardaría ese mismo tiempo en reemplazar las compras chinas, porque irá ocupando los lugares que dejen Brasil y EE.UU. al volcarse hacia China.

Las medidas

Según publicó “Clarín” el lunes 27, las medidas principales adoptadas en Buenos Aires contra China son las siguientes:

– La aplicación de “licencias no automáticas de importación” para las capelladas de calzado. A estas se suman también la marroquinería de plástico y la textil. Por medio de este mecanismo, el Gobierno argentino entiende se puede controlar el flujo de importaciones, autorizando o no la entrada de determinadas mercaderías.

– También las licencias “no automáticas” se aplicarán de forma inmediata. Pero se otorgará un plazo para que los importadores puedan adecuarse al nuevo esquema. Por otra parte, quedan exentos de esta medida aquellos productos que están en tránsito, para evitar complicaciones.

– Además se obligará a cumplir normas de seguridad adicionales a la importación de neumáticos y ruedas, con una doble inspección de calidad.

– También se instrumentarán las denominadas “aduanas especiales”, que controlarán el ingreso de textiles, calzados, juguetes, bicicletas, productos informáticos, electrónica y herramientas. El mecanismo de estas aduanas permitía realizar un seguimiento puntual y pormenorizado para cada uno de los productos que entran.

– Además se lanzará un sistema de validación y de aprobación de la facturación de artículos provenientes de China. A partir de ahora, previo al otorgamiento del libramiento de la importación, la Aduana exigirá una validación, por parte de su equivalente de China, para sortear maniobras irregulares con los precios. En este paquete de disposiciones hay que diferenciar todo lo que tiene que ver con la subfacturación o con el ingreso de productos de mala calidad de la prohibición concreta o regulación de importaciones. Porque la prohibición de importaciones a menores precios que los reales o la introducción de mercaderías defectuosas debe ser una práctica cotidiana con todos los envíos que llegan, de cualquier país del país del mundo y no sólo respecto de China. Es que existe una frondosa legislación que permite a las autoridades argentinas condenar y penalizar esas prácticas. Otra cosa es restringir, limitar o prohibir el ingreso de la mercadería normal a precios normales, respetando el pago de los aranceles y demás tasas fijadas por nuestro país.

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