¿Quién gana la pulseada entre Trump y la Opep?

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La organización petrolera ha sido blanco preferido del nuevo presidente. ¿Qué dijo? Que EE.UU no puede ser rehén de la decisión de un precio bajo para perjudicar al shale oil and gas del país. Que, si es preciso, debe dejar de comprar a los sauditas y “tomar” el crudo de Iraq.

En teoría, al aumento de producción y la enorme baja en el precio del barril de crudo favorece a Estados Unidos, un claro exportador. Pero también apunta a dejar fuera del mercado la producción del shale oil cuando todo indicaba que el país se dirigía a lograr la autosuficiencia energética.

La Opep, que vende más de un barril de crudo de cada tres que se producen en el mundo, se toma en serio la promesa del flamante mandatario de lograr la independencia energética de Estados Unidos.

No es para tomarlo a la ligera. Con la política desarrollada por Barack Obama durante casi una década, se duplicó la producción petrolera interna y se avanzó en el camino de convertir al país en una gran potencia en gas. De modo que, aunque falta mucho para lograr el autoabastecimiento, no es para dejar de lado esa posibilidad.

Precisamente la reducción sustancial en el precio del crudo por parte de la Opep, apunta a que las explotaciones shale sean antieconómicas y no valga la pena perforar y explotar, cuando esa actividad es bastante más cara que la convencional.

Sin embargo, no está claro que la estrategia de la Opep tenga el futuro garantizado. Las operaciones marginales quedaron abandonadas o suspendidas. Pero en las áreas centrales – como en Texas- la actividad intensa continúa. Más aun, la nueva tecnología disponible promete reducir más los costos y lograr que la actividad sea rentable aun cuando el barril de crudo, en el mundo, estuviera en US$ 40.

Hace dos años, cuando el precio del barril de los productores de la organización estaba en US$ 100, fue la explosión del shale oil and gas, dentro de EE.UU, con una producción que crecía anualmente en un millón de barriles. Ahora, por lo menos por el momento, no hay nueva actividad, pero la explotación continúa, más lenta, a pesar de lo desventajoso del precio interno contra el que tiene el barril en el mundo, incluso con una reducción de 10% en la extracción, con relación a 2014.

Pero ese retroceso le ha costado caro a los miembros de la Opep, en especial a los países árabes que han contraído deudas para nivelar el enorme gasto fiscal, o en otros casos, como Venezuela y Nigeria que han quedado al borde del abismo.

A final de este mes, los 14 miembros de la Opep se reúnen en Viena. La idea dominante es que el precio del crudo debe volver a subir (bajando los actuales niveles de producción). Para eso se baraja la idea de llevar el barril a US$ 65, con lo cual mejoraría bastante la posición de los miembros del cartel, y aparentemente no sería fácil reactivar la industria shale.

Ese cálculo puede naufragar con Trump en el gobierno. Ha prometido eliminar todas las regulaciones que impiden explorar y perforar vastas áreas dentro de Estados Unidos. Aunque todo dependerá de la adhesión que genere esta política entre los inversionistas que se requieren, y que no parecen estar muy entusiasmados. Pero la producción de shale oil and gas, podría mejorar de modo importante.

En consecuencia: la Opep podría perder market share e ingresos, sin ningún beneficio a cambio.

 

 

 

 

 

 

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