¿Qué sobrevendrá después del fracaso en Copenhague?
Dos expertos en energía y combustibles Daniel Yergin y William Hogan-, afirman que la cumbre naufragó por exceso de expectativas y falta de siquiera un borrador plausible. Igual sucedió en anteriores reuniones y puede repetirse en México (julio).
26 diciembre, 2009
<p>Ambos analistas no participaron en la cumbre, sino en la casi paralela “semana internacional” del tema en Singapur, no justamente una tribuna ambientalista. Por ciento, Yergin preside IHS Cambridge Energy Research Associates, una entidad privada, y no cree en “compromisos políticos específicos” sino en “un proceso dinámico y natural”.<br />
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Por su parte, Hogan –“grupo Harvard para políticas eléctricas”, HEPG-, antes ya de la cumbre danesa anticipaba que “sólo declaraciones huecas saldrán de esa reunión demasiado multitudinaria”. En realidad, fue peor. Los 8.200 delegados no produjeron documento serio alguno y “esto puede poner en peligro la cita mexicana, convocada por la conferencia de las partes (CP) un escenario por suerte no masivo”.<br />
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Como revelan ambos vía Knowledge@Wharton, “en Copenhague, sólo cinco participantes (China, Estados Unidos, Brasil, Unión Europea e India) llegaron a un acuerdo mínimo sobre emisiones de anhidrido carbónico. Pero no se arribó ni de lejos a un tratado legalmente obligatorio”.<br />
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¿Significa ello que todos esos esfuerzos no sirvieron de nada? Yergin rescata el impulso mismo, aunque no manifestaciones como la propia cumbre. “Por todo el sector crece el énfasis en innovaciones, uso de fuentes renovables y energías alternativas”. Pero este especialista desecha energías como la eólica, la solar o la mareomotriz. Por el contrario, propugna una solución más conservadora y orientada al negocio automotor: los vehículos eléctricos a batería”. <br />
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De hecho, Yergin anuncia “una era de innovación eléctrica que desalojará a los combustibles fósiles. Dos poderosas fuerzas la impulsarán: la necesidad de energías limpias y su aplicación al desarrollo económico”. Pero de inmediato se ve la pata de la sota: el presidente de IHS se pronuncia por el gas natural proveniente de esquistos bituminosos (GNEB), un hidrocarburo popular en la América anglosajona.<br />
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Este punto preocupa a Hogan, para quien “ciertas innovaciones pueden trastornar el orden natural. Los hallazgos de gas natural no convencional, que los técnicos no habían previsto, cambiarán el perfil energético norteamericano. Para empezar, tendrán efectos en el mercado del gas natural licuado (GNL). Estado Unidos, que esperaba hacerse gran importador del combustible, acabará exportando GNEB”. A esta altura, el debate de Singapur pasa de energías limpias al negocio de combustibles fósiles.<br />
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En este plano, Hogan señala que “las usinas termoeléctricas son grandes emisoras de dióxido de carbono (Co2), por lo cual un sistema de grillas inteligentes es clave para reducir gases tipo invernadero”. Ortodoxo al fin, el experto requiere “mercados eficientes capaces de formar precios claros y sujetos a la realidad. No valores artificiales, es decir regulados”. Ninguno de ambos se detiene en los altos subsidios otorgados desde hace años a las extractoras de crudos submarinos en el golfo de México o el mar del Norte.</p>
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