Qué puede decir Trump al hablar ante el Congreso

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Lo que se teme: dólar débil, nuevos aranceles punitivos, guerra comercial y conflicto con China.

El periodismo, que atraviesa una etapa difícil en su lucha por la sobrevivencia de los medios tradicionales, tiene una deuda de gratitud con Donald Trump. Aunque parezca extraño. El año pasado, cuando asumió el actual mandatario, diarios y revistas de EE.UU pasaban por un momento crítico, la disminución de la tirada y venta de ejemplares y también la caída en el ingreso publicitario.

 

Entonces apareció Trump. Con declaraciones increíbles para un ocupante de la Casa Blanca, con denuestos e insultos para gobiernos extranjeros, para las naciones vecinas, y para multitud de actores de la vida cotidiana estadounidense. Y naturalmente contra toda la prensa, “las famosas fake news y la crítica malintencionada”.

 

Grandes matutinos que no lograban despegar con la suscripción digital, ahora tienen una audiencia impensada hace 12 meses, que ha permitido recuperar ingresos.

 

Eso explica seguramente, la predilección cotidiana de la prensa por reflejar toda la actividad de la Casa Blanca, interpretar los tweets presidenciales, y analizar los conflictos internos y las declaraciones desafortunadas y contradictorias del entorno presidencial.

 

Esto acaba de comprobarse con lo ocurrido en Davos. Cualquier cosa dicha por Trump tuvo acogida inmediata, casi siempre para criticarlo. Ahora está por ocurrir algo parecido. La semana que viene se produce un esperado acontecimiento anual: el Presidente, ante el Congreso reunido para la ocasión, pronuncia el anual mensaje “Estado de la Unión”.

¿Sobre qué temas puede incursionar con sus ideas y su estilo? Para dar un indicio, acaba de elevar los aranceles a la importación de paneles solares, y a la de lavarropas.

 

Los pronosticadores piensan que habrá alguna mención al valor del dólar frente a divisas competidoras, como el euro. En Suiza, uno de sus ministros levantó oleadas de opiniones al sugerir una próxima etapa de dólar débil (lo que ayudaría a mejorar las exportaciones estadounidenses). Entre quienes reaccionaron, el titular del Banco Central Europeo afirmó que en esa dirección se violaban acuerdos internacionales y se iniciaba una guerra de divisas.

 

Trump desmintió a su ministro y afirmó que su gobierno quiere seguir con un dólar fuerte (hace un año había dicho que el dólar alto estaba “matando la economía”). Calmó las aguas, pero no convenció demasiado. Se espera que el tema vuelva al hablar antes las dos cámaras reunidas.

Una reciente encuesta de Gallup (en 134 países), concluye que el liderazgo tradicional estadounidense ha disminuido a niveles nunca vistos, con la vigencia del “America First”.

 

Se aguarda que pueda haber algún anuncio contra China y su actitud en el campo de la propiedad intelectual. Podrían anunciarse nuevos y altos aranceles para el acero y el aluminio, con los conflictos que sobrevendrán.

 

Nadie descarta que Washington haga efectiva su amenaza y comunique que el país se retira del NAFTA (el acuerdo de libre comercio con México y Canadá). Pero la opinión mayoritaria es que solamente presionará por más concesiones de sus socios comerciales.

 

A lo que de verdad se teme, es a la obsesión del entorno presidencial con la importancia del déficit de la balanza comercial, y de las decisiones que se pueden tomar para reducirlo.

 

Las expectativas para el crecimiento global, tanto en Estados Unidos como en el resto del mundo, son buenas. Pero si se inicia una guerra comercial entre actores relevantes, la situación puede complicarse fácilmente. El valor del dólar es clave. Si se debilita, favorece a EE.UU y evita que se recurra a crudas medidas proteccionistas. Pero si otros países perciben que ha comenzado una guerra de divisas, entonces la complicación puede ser muy grande.

 

 

 

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