¿Qué le falta a Zuckerberg?

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Mark Elliott Zuckerberg, co-fundador, presidente y CEO de Facebook es, con sus escasos 32 años y cara de bebé, la quinta persona más rica del mundo con una fortuna calculada en US$ 50.000 millones de dólares.

¿Qué puede ambicionar una persona como él que aparentemente ya lo tiene todo? Está felizmente casado, su nombre es conocido hasta en los rincones más remotos de la tierra, la empresa que maneja podría decirse que domina gran parte del mundo? Sus arcas personales están tan repletas que debe orientarlas hacia las obras de caridad? ¿Qué le falta a este joven triunfador? ¿Qué lo puede tentar?

 

El poder político. Cuando se tiene poder económico y prestigio social a una persona ambiciosa comienza a hacerle falta el poder político. Y si no que lo diga Donald Trump. Si se enhebran con hilo fino varias de sus declaraciones de los últimos meses se podría llegar a pensar que en esa dirección van sus pensamientos.

 

En 2015 propuso cambiar la estructura accionaria de Facebook para poder donar la mayoría de sus acciones a un fondo dedicado a obras benéficas sin perder el control de su compañía.

 

Varias veces ha declarado que su “desafío personal” para 2017 es reunirse con personas en los 50 estados de América para tratar de sanar la división que se ha producido entre la gente y aliviar la desigualdad.

 

Últimamente ha dicho a sus seguidores en Facebook que ya no es más ateo y que cree que la religión es importante. Ese es un requisito indispensable para cualquiera que aspire a desempeñar un cargo público en Estados Unidos.

 

Ha dicho que su trabajo en Facebook y el de su mujer Priscilla en la fundación se proponen conectar al mundo y dar una oportunidad a todos y que sus visitas a los estados los ayudará a hacer un impacto positivo en un momento en que el mundo entra en un nuevo período.

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