Putin ofreció Rosñeft a un ex funcionario de George W.Bush

A Donald Evans, secretario de Comercio en el primer gobierno de Bush, Vladyímir Putin, vía Gerhard Schröder, le propusó dirigir la enorme petrolera. Presionado por todas partes ysus intereses, el candidato declinó la oferta.

22 diciembre, 2005

Por una parte, medios norteamericanos y de la Unión Europea hablaban de “un cachetazo” de Evans a Schröder. Por otra, la prensa en Europa oriental, Levante y Oriente atribuía el rechazo a “una ola de presiones con pocos precedentes, montada por la familia Bush y el vicepresidente Richard Cheney”, para que el ex funcionario dijese no.

En realidad, el ex canciller alemán le propuso a Evans copresidir con él la compañía. Cabe señalar, de paso, que Rosñeft forma parte del holding estatal Gazprom, punta de lanza en una nueva estrategia orientada a estruturar el eje Rusia-Irán-China, cooptando además Turquía, Ucrania, India y las repúblicas petroleras del Asia central.

En el aspecto táctico figuran los gasoductos bajo los mares Negro y Baltico, amén del proyecto para exportar gas licuado a Estados Unidos mismo y países latinoamericanos. Por supuesto, la amplia campaña de opinión internacional contra el “comportamiento poco ético” de Schröder oculta una creciente puja de alcances geopolíticos, apoyada en el deterioro de la influencia norteamericana alrededor del mundo, por los gruesos errores cometidos en Afganistán e Irak.

A su vez, Evans no es un ex funcionario cualquiera. Importante petrolero tejano, actúan en el entorno de Bush y, en la actualidad, coordina un “lobby” financiero muy pesado en Wall Street. A punto tal que, sospechan en Alemania, la oferta de Schröder se hizo sabiendo de antemano cuál sería la respuesta. En realidad, Putin y su operador querían sacudir el avispero, mientras buscan otro candidato (si es que no tienen ya un “tapado”).

Sea como fuere, sigue en pie el proyecto de armar en torno al conglomerado ruso de energía y combustibles una estrategia global. Sus fines: aislar a Saudiarabia y sus títeres de la península, mientras el peso geopolítico de EE.UU., se repliega sobre dos”objetivos imposibles” (Afganistán, Irak) y el hemisferio occidental, donde también tambalea el apoyo a Washington.

Por una parte, medios norteamericanos y de la Unión Europea hablaban de “un cachetazo” de Evans a Schröder. Por otra, la prensa en Europa oriental, Levante y Oriente atribuía el rechazo a “una ola de presiones con pocos precedentes, montada por la familia Bush y el vicepresidente Richard Cheney”, para que el ex funcionario dijese no.

En realidad, el ex canciller alemán le propuso a Evans copresidir con él la compañía. Cabe señalar, de paso, que Rosñeft forma parte del holding estatal Gazprom, punta de lanza en una nueva estrategia orientada a estruturar el eje Rusia-Irán-China, cooptando además Turquía, Ucrania, India y las repúblicas petroleras del Asia central.

En el aspecto táctico figuran los gasoductos bajo los mares Negro y Baltico, amén del proyecto para exportar gas licuado a Estados Unidos mismo y países latinoamericanos. Por supuesto, la amplia campaña de opinión internacional contra el “comportamiento poco ético” de Schröder oculta una creciente puja de alcances geopolíticos, apoyada en el deterioro de la influencia norteamericana alrededor del mundo, por los gruesos errores cometidos en Afganistán e Irak.

A su vez, Evans no es un ex funcionario cualquiera. Importante petrolero tejano, actúan en el entorno de Bush y, en la actualidad, coordina un “lobby” financiero muy pesado en Wall Street. A punto tal que, sospechan en Alemania, la oferta de Schröder se hizo sabiendo de antemano cuál sería la respuesta. En realidad, Putin y su operador querían sacudir el avispero, mientras buscan otro candidato (si es que no tienen ya un “tapado”).

Sea como fuere, sigue en pie el proyecto de armar en torno al conglomerado ruso de energía y combustibles una estrategia global. Sus fines: aislar a Saudiarabia y sus títeres de la península, mientras el peso geopolítico de EE.UU., se repliega sobre dos”objetivos imposibles” (Afganistán, Irak) y el hemisferio occidental, donde también tambalea el apoyo a Washington.

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