<p>Peter Mandelson, secretario británico de comercio, le teme más al segundo fenómeno que a la violencia social, arguyendo una larga experiencia histórica. Efectivamente, hace unos 85 años, Europa, Estado Unidos y Japón vivieron una ola de proteccionismo contemporánea de la hiperinflación en Alemania y economías vecinas.</p>
<p>Entonces, cada país se defendía por cuenta propia. Eso llevó a tensiones extremas, también en lo político. Exactamente mientras se gestaban el fascismo italiano y el III Reich. ¿Podría volver a suceder lo mismo?</p>
<p>Mandelson y otros mercantilistas lo suponen imposible. Pero se equivocan atribuyendo el mérito a la pálida Organización Mundial de Comercio o la presunta ortodoxia tarifaria de la Unión Europea. Recordando los escandalosos subsidios agrícolas impuestos por la UE, EE.UU. y Japón ¿quién tomaría esa visión en serio? </p>
<p>Por el contrario, surgen formas de nacionalismo económico que, en realidad, son mutaciones de fenómenos antiguos, así como las barreras agrícolas descienden de la ley estadounidense 480. Contra ella se estrelló, por ejemplo, la lírica Alianza para el progreso. Pero a Mandelson lo desvela otra cosa: el proteccionismo financiero, o sea bancos que, rescatados por sus gobiernos, se repliegan sobre sus propios mercados.</p>
<p>Así, fusiones multinacionales impulsadas por el auge del negocio (Hasta la crisis actual) ahora dan marcha atrás y sus componentes vuelven a la escala nacional. Por ejemplo, Fortis (Benelux) se escinde en bancas belga, holandesa y luxemburguesa. Por su parte, Francia ofrece inyectar € 21.000 millones en sus seis bancos mayores, para que puedan competir con rivales británicos o norteamericanos. <br />
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Proteccionismo europeo: parece nuevo y no lo es tanto
Paros contra trabajadores extranjeros en Gran Bretaña. Francia pide a las automotrices usar componentes locales. Madrid lanza un “compre español”. Proletarios italianos atacan “competidores” balcánicos o africanos. Y proteccionismo por todas partes.