Renzi, durante su última conferencia de prensa del año, aseguró que no está “preocupado en absoluto por los retos que Italia tiene por delante en 2015”, sino que su interés está enfocado en la necesidad de “un gran cambio en Europa”.
“Si no cambiamos el modelo económico, el partido de los euroescépticos no solo crecerá, sino que se corre el riesgo de que triunfen en países de gran tradición e importancia”, aseguró.
Con estas definiciones, Renzi salió al cruce de los efectos de un cóctel explosivo surgido en Europa por la crisis económico-financiera y el auge de partidos no tradicionales contrarios a la unidad europea, a la moneda única y a favor de la autonomía estatal por encima de la regional.
Bajo esas banderas, aunque con diferencias ideológicas, confluyen tanto partidos ubicados a la derecha extrema como a la izquierda, radicalizada e incluso más moderada.
El centro de la escena, entonces, ilumina a la estrella del momento: los euroescépticos, que en las posiciones más duras -los eurofóbicos- exigen la retirada de su propio país de la UE o directamente la disolución del organismo supranacional, considerado antidemocrático, burocrático y opresor de los estado-miembros.
Los partidos ubicados en ésta última clasificación tienen representación en el Parlamento Europeo en el bloque de Europa de la Libertad y la Democracia, cuyo portavoz es Nigel Farage, del Partido de la Independencia del Reino Unido.
En Francia pelea ya por el poder el xenófobo Frente Nacional, de Marine Le Pen, en tanto creció la importancia de los Demócratas Libres de Suecia.
Por el lado de la izquierda dura figura el frente Syriza, de Grecia, con posibilidades ciertas de llegar al gobierno heleno en las elecciones presidenciales del próximo 25 de enero.
En el mismo país, pero en las antípodas ideológicas, el partido neonazi Amanecer Dorado comparte la autonomía respecto a la eurozona. Con variantes, hay también expresiones políticas de euroescepticismo en Noruega, España, Polonia e Italia, entre otros países.
El panorama cobra importancia ya que durante 2015 casi un tercio de los 28 países de la UE celebrarán elecciones generales, en unos casos porque así lo indica el calendario electoral y en otros porque el gobierno de turno ya no puede continuar.
Renzi, que en los últimos tiempos reclamó a la UE una mayor flexibilidad a la hora de aplicar las rígidas políticas de déficit, abundando en argumentos sobre el nuevo curso que propone subrayó que “quien quiere el bien de Europa tiene que decir que debe cambiar”.
En ese sentido, echando mano a una metáfora utilizada antes que él por mandatarios de otros continentes, consideró que este año su país dio un “cambio” que para él “es una revolución copernicana que cambió el ritmo de la política”.
Insistió en que la Comisión Europea debe asumir lo que calificó como “batalla histórica” de Italia, es decir, que se excluyan las inversiones de la contabilidad en el Pacto de Estabilidad y Crecimiento de la UE.
“Veremos si lo escucha la UE”, admitió Renzi, pero agregó que si no fuera así Italia “podría ir sola” y no excluyó que se sobrepase el límite del 3 por ciento del déficit público en relación con el Producto Interior Bruto (PIB), incluido en ese pacto si no se asume esta demanda en particular, indicó la agencia de noticias EFE.
En relación con las propias reformas internas, el jefe del Gobierno italiano reconoció que su país “no puede relanzarse sin las reformas estructurales, pero no bastan”, aunque aseguró que Italia salvó en 2014 la distancia que le separaba de otros países europeos líderes.
En ese orden de ideas, el también líder del Partido Demócrata (PD), prolongación en el tiempo del ex partido Comunista Italiano (PCI), aseguró que “nuestro modelo es Alemania y hacerlo mejor (que ese país) es un objetivo a nuestro alcance”.
“No hay coartada: si no lo conseguimos es culpa mía”, admitió Renzi sobre los resultados de la recuperación económica que intenta para su país, teñidas de una política reformista respecto a sus antecesores, y que inició cuando llegó al cargo en febrero pasado.
Admitió, con todo, que 2015 “será decisivo” para la recuperación económica. “Insisto sobre el sentido de urgencia”, afirmó, según citó la agencia de noticias ANSA.
Preguntado por sus malas relaciones con los sindicatos por el rechazo a la reforma laboral aprobada por el Ejecutivo, que motivó la huelga general del 12 de diciembre último, Renzi dijo que se produjo un cambio de modelo social en los últimos años.
En el marco de esa mirada, arriesgó que la sociedad italiana dividida en “categorías”, como las representadas por los sindicatos o las organizaciones patronales, es una idea “que iba bien hace treinta años”.
De todas maneras, reconoció que entre los italianos “existe preocupación, cansancio, desconfianza” en el país. “No es sólo un hecho económico sino cultural, civil y social. Pero estoy seguro de que Italia saldrá de esta situación, sin sombras de dudas”, puntualizó.