Con Wall Street de descanso (en Estados Unidos se celebra el día de la Independencia), la reunión del BCE de hoy viene plagada de expectativas, con Moody´s rebajando la deuda de Bankia, Catalunya Banc y Novagalicia (las tres entidades nacionalizadas) al nivel de bono basura, lo cual trasladó pesimismo global a estos mercados.
De nuevo Portugal y Grecia le recuerdan a la ortodoxia del Banco Central Europeo de que las recetas para resolver la crisis de la deuda no son gratuitas para las personas y los políticos que las representan.
Pese a que los rendimientos de la deuda de las naciones deudoras estaban nuevamente en retroceso y aparecieron señales de una recuperación de la economía de la eurozona, con el euro rozagante por encima de US$1,30, los cortocircuitos en Portugal matizarán una reunión del BCE hoy que pintaba tranquila.
Primero, el ministro de Finanzas portugués renunció en protesta ante la sostenida austeridad que acorrala al país. Lo siguió su colega de Relaciones Exteriores luego que el primer ministro, Pedro Passos Coelho, dejara claro que mantendría su postura al nombrar como ministra de Finanzas a Maria Luís de Albuquerque, quien hará justo eso.
Una serie de amenazas de renuncias situó al gobierno de Coelho al borde del colapso.
La incertidumbre se apoderó de la política portuguesa y la mayoría de los mercados de la eurozona empezaron a dudar de la capacidad del país para continuar pagando su deuda. Fue un recordatorio de que la crisis del euro está latente, sostiene The Wall Street Journal en su edición de hoy.
Coelho evalúa anticipar las elecciones ante el creciente voto de protesta que dificultará que cualquier gobierno futuro mantenga el ritmo de las reformas.
El alerta sonó en los mercados. Ya los bonos portugueses a 10 años fueron impulsados a cerca de 8%, muy por encima del nivel de 7% que se considera riesgoso.
El BCE se ve venir un pedido de ayuda en cuanto Portugal no pueda cumplir con sus obligaciones de deuda y tendría que apelar a las transacciones monetarias directas que anunciara hace casi un año para ayudar a controlar la crisis.
El euro incuba de este modo un nubarrón frente a las primeras señales de mejoría económica, que ya sigue de cerca la desaceleración de la economía china, el mayor socio comercial de la eurozona, lo mismo que el aumento de los precios del petróleo crudo.
Draghi, por estas horas, evalúa medidas más concretas para controlar la crisis y el euro en alza, porque alguna cosmética expansiva para la política y la disponibilidad de las transacciones monetarias directas podrían no alcanzar para que España e Italia no sufran el retiro de los desconfiados inversores.