Hace algunas semanas Italia aplicó a Apple y Samsung una multa de 15 millones de euros por la “obsolescencia planificada” de sus smartphones. Los reguladores acusan a ambas compañías de instar a sus usuarios a bajar software que ralenta el comportamiento del teléfono, lo cual los obliga a reemplazar más rápido el teléfono.
Estas compañías han amasado tanto poder que hasta Tim Cook, CEO de Apple está de acuerdo con los controles y las medidas correctivas. Google posee 92% del mercado de las búsquedas en Internet; Facebook, casi 70% del de redes sociales. Las dos tienen un duopolio en publicidad sin mayor problema de regulación.
Amazon está destruyendo retailers y afrontando juicios por conflicto de interés. El iphone de Apple y el Android de Google controlan completamente el mercado de las aplicaciones móviles y deciden si las empresas pueden llegar a sus clientes y en qué términos.
Ante semejante situación, sin embargo, la Federal Trade Commission no ha hecho nada para quebrar ese poder.
Según interpreta Denise Hearn en Quartz, eso se debe a una antigua interpretación de lo que constituye monopolio. Durante décadas el estándar para evaluar si destruir un monopolio o bloquear una fusión para crearlo fue “el bienestar de los consumidores”. Y por bienestar del consumidor por lo general se refería a “precios bajos”. Si las empresas pueden demostrar que una fusión o una compra no impacta en los precios, por lo general se aprueba.
Esto data desde 1980, cuando los economistas de la Escuela de Chicago con Milton Friedman a la cabeza, pregonaban en contra de la participación del estado en el comercio bajo ninguna circunstancia. Ellos sostenían que la única cosa que debía importar en cuestiones de monopolio era el bienestar del consumidor y que eso se medía principalmente en precios bajos.
Así comenzó a caer el número de los juicios antimonopólicos. Hoy se cierra 90% de las fusiones propuestas y los titanes tecnológicos se benefician del monopolio. Google, Facebook y Apple tienen excelente tecnología pero su actual éxito financiero proviene, según Hearn, de errores regulatorios y monopólicos. A Amazon le permitieron comprar docenas de rivales para darle una posición única en venta de libros. Google pudo comprar a su gran competidor, DoubleClick e integrar verticalmente el mercado publicitario online. Facebook pudo comprar Instagram y Whatsapp sin obstáculos regulatorios.
En los últimos 10 años Google, Amazon, Apple compraron entre todas más de 500 compañías. Muchas nuevas startup tecnológicas nunca tienen oportunidad de competir porque en cuento demuestran que tienen una buena tecnología las compran. Esta tremenda concentración está llevando a menor productividad, a sueldos más bajos y está destruyendo el dinamismo económico.
De manera que es evidente que el estándar de bienestar del consumidor debe recibir una nueva definición.