Polonía votó por la Unión Europea y Gran Bretaña resiste al euro

Observadores de Bruselas y Londres estiman que son dos hechos relacionados. Gran Bretaña anuncia –hoy o mañana- que no adoptará el euro. Este fin de semana, en Polonia –una economía en desarrollo-, 80% votó por unirse a la Unión Europea.

9 junio, 2003

Polonia es el país más poblado (unos 38 millones) de los diez que
aspiran a entrar en la Unión Europea. Con una afluencia de 58% en las urnas,
ayer votó por amplia mayoría (81%) en favor de continuar los trámites
de ingreso. Pero el hecho clave del momento no es ése, sino uno puesto:
Tony Blair se disponía, hoy o mañana, a anunciar que Gran Bretaña
no está lista para adoptar el euro.

“El voto polaco muestra lo contrario de lo que probablemente diga Blair.
No es que Gran Bretaña no esté lista para el euro, sino que el
euro no está listo para Gran Bretaña” , sostenían
anoche por BBCWorld columnistas económicos del “Financial Times”
y el semanario “The Economist”. No por casualidad, ambos responden
a la alta burocracia del Banco de Inglaterra, núcleo de la resistencia
mercantilista contra una moneda común. En cuanto al gobierno, al parecer
el ministro de Economía (Gordon Brown) se ha impuesto al propio “premier”.

La entrada de Polonia sintetiza los principales problemas que afrontará
una UE de veinticinco socios, donde las economías transicionales o aún
no totalmente desarrolladas serán más que las centrales. Además,
Varsovia tendrá un eventual poder de voto idéntico al de España
y sólo superado por Alemania, Francia, Italia y Gran Bretaña.
El segundo problema se llama Eurolandia (los doce adherentes a la divisa común),
porque -en vez de captar economías avanzadas- incorporará economías
relativamente atrasadas.

El tercer problema es político. La guerra iraquí generó
un eje opositor (Alemania-Francia) y un bloque aliado, encabezado por Gran Bretaña.
Ahora, éste se mantiene al margen del euro, pero otro gobierno pro de
Estados Unidos, Polonia, empieza a ingresar en la UE. Donde, por otra parte,
Italia, España y Dinamarca son piezas norteamericanas en el ajedrez diplomático.
Precisamente mientras Washington y Londres protagonizan un escándalo
en torno de falsa inteligencia sobre armas de destrucción en Irak.

Polonia es el país más poblado (unos 38 millones) de los diez que
aspiran a entrar en la Unión Europea. Con una afluencia de 58% en las urnas,
ayer votó por amplia mayoría (81%) en favor de continuar los trámites
de ingreso. Pero el hecho clave del momento no es ése, sino uno puesto:
Tony Blair se disponía, hoy o mañana, a anunciar que Gran Bretaña
no está lista para adoptar el euro.

“El voto polaco muestra lo contrario de lo que probablemente diga Blair.
No es que Gran Bretaña no esté lista para el euro, sino que el
euro no está listo para Gran Bretaña” , sostenían
anoche por BBCWorld columnistas económicos del “Financial Times”
y el semanario “The Economist”. No por casualidad, ambos responden
a la alta burocracia del Banco de Inglaterra, núcleo de la resistencia
mercantilista contra una moneda común. En cuanto al gobierno, al parecer
el ministro de Economía (Gordon Brown) se ha impuesto al propio “premier”.

La entrada de Polonia sintetiza los principales problemas que afrontará
una UE de veinticinco socios, donde las economías transicionales o aún
no totalmente desarrolladas serán más que las centrales. Además,
Varsovia tendrá un eventual poder de voto idéntico al de España
y sólo superado por Alemania, Francia, Italia y Gran Bretaña.
El segundo problema se llama Eurolandia (los doce adherentes a la divisa común),
porque -en vez de captar economías avanzadas- incorporará economías
relativamente atrasadas.

El tercer problema es político. La guerra iraquí generó
un eje opositor (Alemania-Francia) y un bloque aliado, encabezado por Gran Bretaña.
Ahora, éste se mantiene al margen del euro, pero otro gobierno pro de
Estados Unidos, Polonia, empieza a ingresar en la UE. Donde, por otra parte,
Italia, España y Dinamarca son piezas norteamericanas en el ajedrez diplomático.
Precisamente mientras Washington y Londres protagonizan un escándalo
en torno de falsa inteligencia sobre armas de destrucción en Irak.

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