<p>Ahora Muammar Ghaddafi torna una ofensiva en impasse y arriesga una guerra civil en toda la línea. Pero sus oponentes del este, Cirenaica, se han convertido en rebeldes armados. Esta semana, plantean ataques aéreos a bases del régimen y establecer un paraguas aéreo para que el coronel no despliegue aviones ni helicópteros.<br />
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Hasta el jueves, no obstante, las potencias occidentales y Rusia parecen más dispuestas a amenazar o dejar a Libia sin dinero que a emplear la fuerza militar para desbancar al coronel. Empero, Estados Unidos envía más barcos de la sexta flota, pero se toma tiempo para considerar el paraguas aéreo. Su problema es que los comandantes con fuerzas desplegadas en Afganistán-Pakistán y en el golfo Pérsico (una quinta flota ociosa en Bahrein) no quieren ulteriores compromisos. Por tanto los aliados tratan de llegar a un equilibrio entre apoyo humanitario –para evitar miles de muertos- e intervención. <br />
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Sin dudas, en términos de capacidad, EE.UU. y la Unión Europea tienen una variedad de opciones en un territorio con tanta costa sobre el Mediterráneo central. Por ejemplo, un paraguas aéreo resulta una posibilidad práctica, dada la cantidad de bases de la Otan en Europa meridional. Pero se trata de un espacio muy vasto, cuyo patrullaje por aire es un desafío tanto estratégico como financiero. <br />
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Varios funcionarios occidentales sostienen que una zona sin vuelos requiere, primero, acción militar ofensiva contra las defensas aéreas del régimen. Trípoli retiene 216 proyectiles tierra-aire, cuyo uso causará bajas civiles y daños a instalaciones petroleras. Además, los ataques aliados pueden galvanizar la posición del coronel, un resultado que occidente no desea.<br />
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Tampoco será fácil armar e instruir a la oposición, una propuesta del primer ministro británico David Cameron no exenta de riesgos. “La cuestión aquí es a quienes se pertrechará” apunta James Hackett (International Institute for Strategic Studies). “Uno podría encontrarse tratando con un grupo heterogéneo de tribus con diferentes prioridades luego de derribar a Ghaddafi. <br />
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La renuencia rusa a un paraguas aéreo significa que éste no será desplegado por el consejo de seguridad. Similar actitud de Francia y Turquía dejará entonces a EE.UU. y Gran Bretaña –no ya la Otan- a cargo de establecer y patrullar el área de exclusión. Shashank Joshi, analista londinense, no descarta que ambos países apelen a operaciones encubiertas para respaldas las fuerza opositoras. No obstante, Washington y Londres podrían ser obligados a acciones directas de mayor envergadura, si el raís cuesta más víctimas civiles. La reacción internacional consiguiente forzaría más gobiernos a actuar o, alternativamente, inducirá a la ONU a emplear fuerzas de paz africanas o latinoamericanas. <br />
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Pero ¿alguien querría meterse en Libia?
Los manifestantes árabes se sentían orgullosos de no haber recurrido a la violencia para sacarse de encima a Zin ben Alí o Hosni Mubarak. Tampoco recurrieron a ayuda externa. Pero el dictador de Trípoli quiere quebrar esa imagen a sangre y fuego.