Pensar el país a largo plazo

El acuerdo con los gobernadores permitió salvar la coyuntura. Ahora diversas voces reclaman un proyecto para el largo plazo. ¿Cómo pagar US$ l.000.000 por hora?. Por Sergio Ceron

25 noviembre, 2000

La semana comenzó con la firma del esperado acuerdo fiscal con los gobernadores de provincia. Hubo una sensación de alivio; la coyuntura había sido superada y los mercados esbozaron una reticente sonrisa.

Pero el jueves y el viernes volvió a plantearse la angustia del mediano y largo plazo; mientras Moyano alertaba a voces que el estallido social estaba instalado de hecho, el presidente de la Unión Industrial Argentina, Osvaldo Rial, desde una columna de Clarín, llamaba la atención sobre “la metodología de presión que tiene parte de la banca privada extranjera y las calificadoras internacionales” que, a su juicio, potencia y profundiza la crisis argentina.

No todo era, claro está, un panorama apocalíptico; los empresarios ,en general, recibieron con esperanzas el acuerdo entre el gobierno nacional y los gobernadores justicialistas que se reparten, de alguna manera, el poder político real y a la vez la angustia por las consecuencias de un castigo de los mercados a la falta de una política de Estado en los asuntos fundamentales de la sociedad argentina.

Es más, coincidieron en que advertían indicios de maduración de la clase política y una actitud responsable frente a los intereses permanentes de la comunidad.

Pero el nudo gordiano de la actualidad argentina es el peso de la deuda externa ,cómo enfrentar los compromisos asumidos y, a la vez, poner en marcha la economía a tasas que aseguren una solución a largo plazo.

Para Rial, la causa de los problemas que vive la Argentina es “un modelo ya absolutamente agotado”, que no permite el crecimiento equitativo del país y que ofrece recomendaciones como el despido de empleados públicos, la privatización del Banco Nación, la rebaja de aranceles, el arancelamiento de las universidades, el recorte de fondos para las provincias, el ajuste de planes sociales, y la rebaja de salarios y jubilaciones.

Otros analistas económicos coinciden con esta postura; el estudio del economista Roberto Defelippis dio a conocer un estudio realizado en conjunto con los consultores Adrián Salbuchi y Héctor L. Giuliano, en el que se afirma que la Argentina se halla endeudada muy por encima de su capacidad de pago.

Recuerdan que el instrumentarse entre 1991 y 1992 el Plan Brady, con el fin de refinanciar la deuda externa, ésta alcanzada a US$ 62 mil millones y que en la actualidad, sumando diversos “ítems”, totaliza un pasivo nacional, público y privado de US$ 220 mil millones.

Los servicios son crecientes e implican–afirman – un gasto público de más de un millón de dólares por hora.

Puede aceptarse o no los montos señalados, pero en definitiva la gravedad de la situación sólo experimentaría diferencias de grados, pero no de fondo.

De ahí que, aunque muchas opiniones discreparon con la oportunidad con que Raúl Alfonsín hace pocos días sugirió la necesidad de negociar con los organismos internacionales una forma de saldar la deuda que esté realmente al alcance de las posibilidades del país, el tema se actualiza.

El problema consiste en que no existen canales claramente definidos para convenir una estrategia conjunta, de todos los sectores, para ofrecer al Fondo Monetario Internacional una solución aceptable.

Las jornadas del jueves y el viernes ponen en evidencia que la protesta de los sectores sociales que se proclaman agredidos y marginados por la política económica oficial tiende a desbordar las estructuras de las organizaciones que convocaron al pago general.

Hay indicios ciertos de la actuación de grupos radicalizados, minoritarios pero activos, que buscan capitalizar el descontento popular.

Incluso el periodismo no ha dejado de percibir la existencia de sectores “espontáneos”, al margen de toda estructura orgánica, que actúan anárquicamente, para resolver problemas individuales.

En Salta, pasado el impacto de los atropellos cometidos en Tartagal y General Mosconi, se manifestó la reacción de muchas personas que se sienten desplazadas de la solución.

En la prensa gráfica y en la pantalla chica se recogieron testimonios de quejosos que acusaron a los cabecillas de aquella movilización de haber repartido Los Planes Trabajar en beneficio propio, de familiares y amigos políticos o personales.

¿Cuánto tardarán los excluidos por aquellas concesiones del poder central para apelar nuevamente a una táctica que les es conocida y que no ha reportado la intervención masiva de las fuerzas de seguridad para imponer orden?.

Este es un aspecto más del círculo vicioso en que está encerrada la república; la economía sigue estancada, los prestamistas externos desconfían de la aptitud de la clase política, los paros y cortes de rutas provocan importantes pérdidas de producción, disminuyen los ingresos fiscales, aumentan las tasas que debe pagar el gobierno para lograr créditos, aumenta el monto de la deuda y siguen alejándose las perspectivas ciertas de saldarla.

Está ganando la conciencia de cada vez mayor número de argentinos la necesidad de generar un proyecto político a largo y mediano plazo, consensuado , para evitar que la Argentina sea un barco sin rumbo y con fisuras en la línea de flotación.

La semana comenzó con la firma del esperado acuerdo fiscal con los gobernadores de provincia. Hubo una sensación de alivio; la coyuntura había sido superada y los mercados esbozaron una reticente sonrisa.

Pero el jueves y el viernes volvió a plantearse la angustia del mediano y largo plazo; mientras Moyano alertaba a voces que el estallido social estaba instalado de hecho, el presidente de la Unión Industrial Argentina, Osvaldo Rial, desde una columna de Clarín, llamaba la atención sobre “la metodología de presión que tiene parte de la banca privada extranjera y las calificadoras internacionales” que, a su juicio, potencia y profundiza la crisis argentina.

No todo era, claro está, un panorama apocalíptico; los empresarios ,en general, recibieron con esperanzas el acuerdo entre el gobierno nacional y los gobernadores justicialistas que se reparten, de alguna manera, el poder político real y a la vez la angustia por las consecuencias de un castigo de los mercados a la falta de una política de Estado en los asuntos fundamentales de la sociedad argentina.

Es más, coincidieron en que advertían indicios de maduración de la clase política y una actitud responsable frente a los intereses permanentes de la comunidad.

Pero el nudo gordiano de la actualidad argentina es el peso de la deuda externa ,cómo enfrentar los compromisos asumidos y, a la vez, poner en marcha la economía a tasas que aseguren una solución a largo plazo.

Para Rial, la causa de los problemas que vive la Argentina es “un modelo ya absolutamente agotado”, que no permite el crecimiento equitativo del país y que ofrece recomendaciones como el despido de empleados públicos, la privatización del Banco Nación, la rebaja de aranceles, el arancelamiento de las universidades, el recorte de fondos para las provincias, el ajuste de planes sociales, y la rebaja de salarios y jubilaciones.

Otros analistas económicos coinciden con esta postura; el estudio del economista Roberto Defelippis dio a conocer un estudio realizado en conjunto con los consultores Adrián Salbuchi y Héctor L. Giuliano, en el que se afirma que la Argentina se halla endeudada muy por encima de su capacidad de pago.

Recuerdan que el instrumentarse entre 1991 y 1992 el Plan Brady, con el fin de refinanciar la deuda externa, ésta alcanzada a US$ 62 mil millones y que en la actualidad, sumando diversos “ítems”, totaliza un pasivo nacional, público y privado de US$ 220 mil millones.

Los servicios son crecientes e implican–afirman – un gasto público de más de un millón de dólares por hora.

Puede aceptarse o no los montos señalados, pero en definitiva la gravedad de la situación sólo experimentaría diferencias de grados, pero no de fondo.

De ahí que, aunque muchas opiniones discreparon con la oportunidad con que Raúl Alfonsín hace pocos días sugirió la necesidad de negociar con los organismos internacionales una forma de saldar la deuda que esté realmente al alcance de las posibilidades del país, el tema se actualiza.

El problema consiste en que no existen canales claramente definidos para convenir una estrategia conjunta, de todos los sectores, para ofrecer al Fondo Monetario Internacional una solución aceptable.

Las jornadas del jueves y el viernes ponen en evidencia que la protesta de los sectores sociales que se proclaman agredidos y marginados por la política económica oficial tiende a desbordar las estructuras de las organizaciones que convocaron al pago general.

Hay indicios ciertos de la actuación de grupos radicalizados, minoritarios pero activos, que buscan capitalizar el descontento popular.

Incluso el periodismo no ha dejado de percibir la existencia de sectores “espontáneos”, al margen de toda estructura orgánica, que actúan anárquicamente, para resolver problemas individuales.

En Salta, pasado el impacto de los atropellos cometidos en Tartagal y General Mosconi, se manifestó la reacción de muchas personas que se sienten desplazadas de la solución.

En la prensa gráfica y en la pantalla chica se recogieron testimonios de quejosos que acusaron a los cabecillas de aquella movilización de haber repartido Los Planes Trabajar en beneficio propio, de familiares y amigos políticos o personales.

¿Cuánto tardarán los excluidos por aquellas concesiones del poder central para apelar nuevamente a una táctica que les es conocida y que no ha reportado la intervención masiva de las fuerzas de seguridad para imponer orden?.

Este es un aspecto más del círculo vicioso en que está encerrada la república; la economía sigue estancada, los prestamistas externos desconfían de la aptitud de la clase política, los paros y cortes de rutas provocan importantes pérdidas de producción, disminuyen los ingresos fiscales, aumentan las tasas que debe pagar el gobierno para lograr créditos, aumenta el monto de la deuda y siguen alejándose las perspectivas ciertas de saldarla.

Está ganando la conciencia de cada vez mayor número de argentinos la necesidad de generar un proyecto político a largo y mediano plazo, consensuado , para evitar que la Argentina sea un barco sin rumbo y con fisuras en la línea de flotación.

Compartir:
Notas Relacionadas

Suscripción Digital

Suscríbase a Mercado y reciba todos los meses la mas completa información sobre Economía, Negocios, Tecnología, Managment y más.

Suscribirse Archivo Ver todos los planes

Newsletter


Reciba todas las novedades de la Revista Mercado en su email.

Reciba todas las novedades