Peirano prefiere una reindustrialización balanceada antes que un crecimiento espectacular

El nuevo ministro de Economía llevaba casi cinco años en la secretaría de Industria y el sesgo de esa actuación se vio reflejado en el caluroso apoyo que brindaron los dirigentes fabriles en el acto de asunción. Una síntesis de su pensamiento.

18 julio, 2007

El debut de Miguel Peirano en el sillón que ocupara Felisa Miceli fue auspicioso en términos de opinión pública: Honda aprovechó para anunciar una inversión destinada a fabricar un modelo de la marca en el país.

Terminó siendo el corolario de la presentación que le hiciera el jefe de Gabinete Alberto Fernández al calificarlo como industrialista y productivista.

Desde que el gobierno de Néstor Kirchner aplica el plan de reindustrialización, Peirano se muestra poco afecto a las tasas espectaculares de crecimiento, sino que se fija en el tipo de industria que se forme cualitativamente.

En la práctica, la pesada financiación bancaria posdefault no permitió que la bonanza de este ciclo se derramara en las pyme del mismo modo en que lo hizo en las grandes compañías.

Las empresas de menor tamaño acompañaron a las grandes como proveedoras en muchos casos, con lo cual quedaron absorbidas en el proceso, un resultado que en la dialéctica no era deseado por Peirano. “El desarrollo tiene que ser equitativo respecto de las distintas ramas porque cada uno tiene un rol central, en el impacto regional, en términos de empleos o de exportaciones”, supo decir al iniciarse el proceso. “De nada serviría un crecimiento concentrado en unos pocos sectores y una desindustrialización en otros”, fue su definición.

En la disyuntiva entre diversificar y especializar, el ahora ministro de Economía apunta a que cuantas más ramas industriales haya, mejor es. En cambio cree que la especialización propicia concentrarse en sectores que transforman recursos naturales o demandan mano de obra muy calificada, como el software.

Pronosticó hace dos años en un reportaje publicado en “Mercado” que el proceso de reindustrialización tendría características específicas distintas respecto de la década anterior. “Hay sectores como el agroindustrial, el automotor, el siderúrgico y el de alta tecnología que serán similares a los procesos de los ’90, pero también habrá sectores y políticas que tendrán que acompañar los nuevos tiempos y las nuevas lógicas del sector industrial”, dijo.
Aclaró que cuando se piensa en reindustrializar, hay que tratar de alcanzar niveles de escala que sean compatibles con los procesos de integración: “El objetivo es lograr una reindustrialización que compatibilice sectores que por su escala puedan ser muy competitivos en el nivel internacional y, al mismo tiempo, acompañar los de ramas industriales con fuerte presencia de Pyme”.

Protección

Especificó que existen sectores más vulnerables a las importaciones, como la industria del juguete, del calzado y la textil, y que en ese sentido se habían adoptado medidas que favorecieran su desenvolvimiento, como los cupos o las licencias no automáticas. Se priorizaron las ramas que tienen alto impacto en materia de empleo, como el calzado, indumentaria, juguetes y autopartes.

–El año pasado se tomaron medidas para favorecer la inversión, como la amortización acelerada y la devolución anticipada del IVA sobre inversiones en bienes de capital. Hubo medio centenar de proyectos. ¿Cuáles fueron elegidos y por qué?

Respecto del proceso de selección de medio centenar de proyectos presentados para obtener beneficios tales como amortización acelerada y devolución del Iva sobre inversiones en bienes de capital, el funcionario había explicado que se incluyó una serie de variables vinculadas a las exportaciones futuras, al impacto del empleo, a la incidencia regional y a la viabilidad técnica del proyecto.

Y que las decisiones habían sido tomadas por un conjunto de factores; pero el criterio decisivo fue el de las exportaciones: “los únicos proyectos que pueden acceder a estos dos beneficios conjuntos son los de las empresas netamente exportadoras”.
El criterio se centraba en generar excedentes en la balanza comercial y para eso el crecimiento de las exportaciones fue determinante, pero también otro desafío fundamental resultó darle más dinamismo a las Pyme.

Peirano está convencido de que el Mercosur tiene un papel relevante en el desarrollo industrial, pero al mismo tiempo cree en la importancia de definir sobre qué bases o sobre qué reglas de juego se desarrolla. “En los años ´90 se fue desvirtuando en su funcionamiento por las políticas que la Argentina fue adoptando”, sostuvo.

Agregó: “Ahora se avanzó en una revisión y por eso se adoptaron medidas unilaterales para resguardar determinados sectores, como también hubo un avance muy significativo en los acuerdos entre privados para encontrar cupos o límites cuantitativos en las exportaciones. Brasil debe entender que el Mercosur tiene un papel en tanto y en cuanto favorezca el desarrollo de los sectores industriales de los dos países”.

Retenciones

En su momento se pensaban eliminar las retenciones por el incremento de las exportaciones de manufacturas industriales entre un año y otro, y se estudiaba que las empresas, a medida que superasen el nivel de exportación anterior, no pagasen retenciones a las exportaciones.

Rescató la existencia de la ley de compre nacional que determina la preferencia de precio de 5 % para las compras públicas y de empresas concesionadas, y de 7 % en caso de pyme, y la necesidad de verificar el cumplimiento de esa normativa desde la Secretaría de Industria.

Otra inquietud generada en su área consistió en movilizar la política regional a través de subsidios –como el decreto de tasas diferenciales de interés para las empresas según la zona de localización, que establecería que en zonas con mayor índice de desocupación o distancia geográfica el Estado subsidiase 50 % de la tasa de interés activa– por entender que en cada una de esas regiones hay economías que son centrales con producciones determinantes para su desarrollo.

Otorgaban por entonces un cupo de $250 millones para la devolución de saldo técnico debido a inversión del período 2000-2004, junto con programas de capacitación orientados al interior del país. Las licitaciones de tasa de interés que disponían con la existencia de un cupo mínimo obligatorio por regiones tendían a evitar que los bancos concentrasen los créditos en las zonas urbanas o con alta densidad de actividades económicas

El debut de Miguel Peirano en el sillón que ocupara Felisa Miceli fue auspicioso en términos de opinión pública: Honda aprovechó para anunciar una inversión destinada a fabricar un modelo de la marca en el país.

Terminó siendo el corolario de la presentación que le hiciera el jefe de Gabinete Alberto Fernández al calificarlo como industrialista y productivista.

Desde que el gobierno de Néstor Kirchner aplica el plan de reindustrialización, Peirano se muestra poco afecto a las tasas espectaculares de crecimiento, sino que se fija en el tipo de industria que se forme cualitativamente.

En la práctica, la pesada financiación bancaria posdefault no permitió que la bonanza de este ciclo se derramara en las pyme del mismo modo en que lo hizo en las grandes compañías.

Las empresas de menor tamaño acompañaron a las grandes como proveedoras en muchos casos, con lo cual quedaron absorbidas en el proceso, un resultado que en la dialéctica no era deseado por Peirano. “El desarrollo tiene que ser equitativo respecto de las distintas ramas porque cada uno tiene un rol central, en el impacto regional, en términos de empleos o de exportaciones”, supo decir al iniciarse el proceso. “De nada serviría un crecimiento concentrado en unos pocos sectores y una desindustrialización en otros”, fue su definición.

En la disyuntiva entre diversificar y especializar, el ahora ministro de Economía apunta a que cuantas más ramas industriales haya, mejor es. En cambio cree que la especialización propicia concentrarse en sectores que transforman recursos naturales o demandan mano de obra muy calificada, como el software.

Pronosticó hace dos años en un reportaje publicado en “Mercado” que el proceso de reindustrialización tendría características específicas distintas respecto de la década anterior. “Hay sectores como el agroindustrial, el automotor, el siderúrgico y el de alta tecnología que serán similares a los procesos de los ’90, pero también habrá sectores y políticas que tendrán que acompañar los nuevos tiempos y las nuevas lógicas del sector industrial”, dijo.
Aclaró que cuando se piensa en reindustrializar, hay que tratar de alcanzar niveles de escala que sean compatibles con los procesos de integración: “El objetivo es lograr una reindustrialización que compatibilice sectores que por su escala puedan ser muy competitivos en el nivel internacional y, al mismo tiempo, acompañar los de ramas industriales con fuerte presencia de Pyme”.

Protección

Especificó que existen sectores más vulnerables a las importaciones, como la industria del juguete, del calzado y la textil, y que en ese sentido se habían adoptado medidas que favorecieran su desenvolvimiento, como los cupos o las licencias no automáticas. Se priorizaron las ramas que tienen alto impacto en materia de empleo, como el calzado, indumentaria, juguetes y autopartes.

–El año pasado se tomaron medidas para favorecer la inversión, como la amortización acelerada y la devolución anticipada del IVA sobre inversiones en bienes de capital. Hubo medio centenar de proyectos. ¿Cuáles fueron elegidos y por qué?

Respecto del proceso de selección de medio centenar de proyectos presentados para obtener beneficios tales como amortización acelerada y devolución del Iva sobre inversiones en bienes de capital, el funcionario había explicado que se incluyó una serie de variables vinculadas a las exportaciones futuras, al impacto del empleo, a la incidencia regional y a la viabilidad técnica del proyecto.

Y que las decisiones habían sido tomadas por un conjunto de factores; pero el criterio decisivo fue el de las exportaciones: “los únicos proyectos que pueden acceder a estos dos beneficios conjuntos son los de las empresas netamente exportadoras”.
El criterio se centraba en generar excedentes en la balanza comercial y para eso el crecimiento de las exportaciones fue determinante, pero también otro desafío fundamental resultó darle más dinamismo a las Pyme.

Peirano está convencido de que el Mercosur tiene un papel relevante en el desarrollo industrial, pero al mismo tiempo cree en la importancia de definir sobre qué bases o sobre qué reglas de juego se desarrolla. “En los años ´90 se fue desvirtuando en su funcionamiento por las políticas que la Argentina fue adoptando”, sostuvo.

Agregó: “Ahora se avanzó en una revisión y por eso se adoptaron medidas unilaterales para resguardar determinados sectores, como también hubo un avance muy significativo en los acuerdos entre privados para encontrar cupos o límites cuantitativos en las exportaciones. Brasil debe entender que el Mercosur tiene un papel en tanto y en cuanto favorezca el desarrollo de los sectores industriales de los dos países”.

Retenciones

En su momento se pensaban eliminar las retenciones por el incremento de las exportaciones de manufacturas industriales entre un año y otro, y se estudiaba que las empresas, a medida que superasen el nivel de exportación anterior, no pagasen retenciones a las exportaciones.

Rescató la existencia de la ley de compre nacional que determina la preferencia de precio de 5 % para las compras públicas y de empresas concesionadas, y de 7 % en caso de pyme, y la necesidad de verificar el cumplimiento de esa normativa desde la Secretaría de Industria.

Otra inquietud generada en su área consistió en movilizar la política regional a través de subsidios –como el decreto de tasas diferenciales de interés para las empresas según la zona de localización, que establecería que en zonas con mayor índice de desocupación o distancia geográfica el Estado subsidiase 50 % de la tasa de interés activa– por entender que en cada una de esas regiones hay economías que son centrales con producciones determinantes para su desarrollo.

Otorgaban por entonces un cupo de $250 millones para la devolución de saldo técnico debido a inversión del período 2000-2004, junto con programas de capacitación orientados al interior del país. Las licitaciones de tasa de interés que disponían con la existencia de un cupo mínimo obligatorio por regiones tendían a evitar que los bancos concentrasen los créditos en las zonas urbanas o con alta densidad de actividades económicas

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