<p>La inesperada victoria del centroizquierdista Giuliano Pisapia en los comicios milaneses y otros malos números en el resto de Italia ha abierto dos brechas. Una, entre los votantes centroderechistas y un Berlusconi deteriorado por escándalos y desacatos a la justicia. Otra, con Bossi, ahora un aliado con mayor caudal electoral.<br />
<br />
Pisapia no sólo puso en mala postura a Leticia Morati -candidata tanto del PdL como de la Liga-, imponiéndose con ocho puntos de diferencia. También consiguió forzar algo que ambos socios no querían: una segunda vuelta en la capital lombarda por vez primera en dieciocho años. Esto fue un estrepitoso sopapo.<br />
<br />
Naturalmente, el más perjudicado es Berlusconi, un primer ministro cuya sobrevivencia resulta inexplicable, salvo por la corrupción imperante en el parlamento. Justamente, el primer ministro montó una feroz campaña cuyo objeto parecía ser descabezar al poder judicial antes que ganar las elecciones. Esto lo señalaba inclusive el político más respetado de Italia, el presidente Giorgio Napolitano.<br />
<br />
Bossi había aceptado a regañadientes la candidatura de Moratti. Durante la campaña, el senatur y su hijo no se privaron de criticarla y, dos veces, el primero le formuló al primer ministro una advertencia: si caía Milán, caería él. Desde hace meses, la liga Norte vive un estado de efervescencia, pues un creciente número de militantes exige disolver la coalición y dejar que el Cavaliere se cueza en su propia sartén,<br />
<br />
Astuto, el lombardo aguardará a ver qué pasa en la segunda vuelta, los días 29 y 30 del mes. Pero Bossi sabe, en caso de otra derrota, seguir respaldando a Berlusconi hasta el final sería suicidarse. “Este gabinete no llegará al final de este parlamento” declaraba Pierluigi Bersani, jefe del partido Demócrata, esto es el centroizquierda, victorioso en una mayoría de distritos. <br />
</p>
Para Silvio Berlusconi el futuro pinta difícil
El revés electoral resultó traumático en lo cuantitativo y, con mayor intensidad en lo cualitativo. Su reducto, Milán, le dio la espalda y puede romper la coalición entre su partido de las Libertades y la liga Norte, del secesionista Umberto Bossi.