Eso explica que India –otra subpotencia nuclear del área- no deje de presionar al consejo de seguridad para supervisar mejor el arsenal y la política de su vecino. Delhi teme que la “afganización” de Pakistán y el avance insurgente (ya desborda el valle del Swat y otras zonas del noroeste) lleva a un desenlace desastroso. <br />
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Richard Holbroke, enviado de Barack Obama a la región, elude el tema. Pero todos saben que el fundamentalismo sunnita no sólo controla buena parte de Afganistán y rincones de Pakistán, amén del siempre irredentista Beluchistán. También viene infiltrando el ejército regular, cuya obsesión es el “peligro indio” que condiciona la política nuclear. <br />
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En realidad, hasta ahora al-Qaeda es un ariete ideológico más efectivo que los talibán. Esta quinta columna opera bajo varios nombres; por ejemplo Lashkar-i-Toibá, Lashkar-i-Dyangví o Dyaish-i-Mohammed, células colaterarales muy activas en el ejército pakistaní. <br />
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Pese al silencio o las mentiras piadosas de Holbrooke y el general David Petraeus, la infiltración desde Afganistán no se limita al Swat, la faja tribal noroeste ni Beluchistán (al sudeste). Según sostienen expertos chinos y rusos, el problema tiende a cubrir todo Pakistán, sede de una respetable santabárbara nuclear. <br />
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En este explosivo tablero, Irán es una pieza clave y así la ve el gobierno de Barack Obama. Por eso amaga un acercamiento que irrita a Israel. Sucede que Teherán es centro del shiismo y, como tal, el Beluchistán sunnita es un problema. Por un motivo histórico: hasta 1880 era una provincia afgana pero, desde 1947, un fragmento (Seistán) ha quedado en territorio persa. En síntesis, Estados Unidos y sus aliados en Afganistán-Pakistán comparten el mismo enemigo con Irán: los fanáticos sunnitas al Qa’eda-talibán. Si este grupo copase al ejército de Islamabad y su poder nuclear, la crisis subsiguiente salpicaría el golfo Pérsico, India y Asia central hasta los confines de China y Rusia. <br />
Pakistán, amenaza nuclear mucho peor que la de Irán
Pese a ensayos irritantes, el riesgo atómico persa es muy inferior al pakistaní. Sus instalaciones son controladas por Teherán, pero Islamabad tiene las suyas más avanzadas- en manos de militares que pierden terreno ante la alianza al Qaeda-talibán.