Oscuro panorama financiero abre la semana

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El dólar no para de subir, las tasas de interés son otra vez negativas, los títulos argentinos ya no crecen y el riesgo país molesta de nuevo, con Brasil en otra fase complicada: es el panorama financiero de inicio de semana.

En su carta Saberinvertir, correspondiente al fin de semana que acaba de finalizar, el periodista especializado Luis Varela destaca que las enormes pujas en el país y en el exterior que esperan de decisiones políticas omiten que los mercados obedecen únicamente a los movimientos de la oferta y la demanda, con extremos gobernados por el temor y la codicia.

 

Así, pone de manifiesto que el foco de la pelea que se está dando en los mercados del mundo tiene que ver con el nivel de actividad de los países grandes y con la cotización del petróleo.

 

Estados Unidos da muestras de un crecimiento ralentizado, el proyecto escalonado de suba de tasas se pone en duda y el dólar mostró esta semana un llamativo retroceso contra el yen, el euro y el franco suizo.

 

Y la puja dentro del mundo árabe sigue afectando el precio del petróleo, tanto que el barril de crudo tocó otra vez a mínimos de 13 años, en la zona de los 26 dólares, para luego rebotar y quedar en la zona de 29, describe.

 

Esta situación empieza a tener efectos secundarios cada vez más peligrosos. Se teme por la solidez de bancos enormes, sobre todo en Europa, y los inversores asustados huyen de las posiciones de riesgo, buscando refugio donde sea.

 

Las onzas de oro y plata acaban de subir 20%, a máximos de un año en el caso del metal amarillo. Y al mismo tiempo, las Bolsas de todas partes se desploman, con bajas que llegan hasta el 22% sobre todo en los mercados europeos y asiáticos.

 

Frente a este temblor, que puede convertirse en cataclismo si llega a caer algún banco grande (el Deutsche puede convertirse en un Lehman), la situación de Argentina también luce delicada: el peso argentino cae contra un dólar que a su vez cae contra otras monedas, las tasas son negativas con una inflación desatada más por el gobierno que por las empresas y los títulos locales están divididos en dos: los papeles privados también están en retroceso, aunque actualmente con menos sufrimiento que algunos mercados externos, y los títulos públicos están sostenidos pero ya sin subir, muy expectantes de lo que saldrá de este nuevo round con los buitres.

 

Esencialmente, el país depende de la resolución que tome el Juez Griesa en el reclamo de los fondos buitre. El neoyorquino, que pretende hacer con su fallo una contribución a la humanidad y luego jubilarse, sigue sumiendo al país en un ahogo de 12 años para beneficiar a buitres que compraron carroña para ganar plata. Otra decisión política que luego tendrá efectos sobre la realidad.

 

A todo esto, el Gobierno de Macri implora que Griesa dé un respiro, pero no por la deuda, sino porque el foco de la tormenta está fronteras adentro, con una inflación que sigue muy firme y con sindicatos que empiezan a pararse en la vereda de enfrente: el líder del PRO ya no puede bancar el gasto público con emisión espuria como hizo Cristina, porque se iría a la híper; la va a cubrir tomando deuda sin parar, como hizo Menem.

 

Incomprensiblemente, el equipo de Macri culpa de la suba de los precios a los supermercados, cuando buena parte del pulso que se siente ahora en la inflación surge de la abrupta salida del cepo cambiario y del tarifazo eléctrico en curso.

 

Cientos de empresas que importaban productos con el dólar a 9,50 ahora lo hacen a casi 15 (nuevo récord del dólar oficial). Y miles de pymes electro dependientes trasladarán a precios el aumento de la electricidad. Y lo mismo pasará con el gas. “No fue magia, somos nosotros”, le habría dicho un colaborador a Alfonso Prat Gay a la hora de buscar culpables sobre la inflación.

 

Y como no tiene capacidad política para recortar gastos, el gobierno de Macri pretende seguir achicando el déficit devaluando el peso.

 

El Banco Central deja que el billete verde se acerque cada vez más a 15 pesos. No le queda otra: los productores agropecuarios están liquidando menos.

 

Mientras la imagen de Eva lo mira desde la 9 de julio, la costilla del Presidente (que por lo visto no es el Adán de la Nueva República) está mostrando una luna de miel que se acorta.

 

Su plan, hasta ahora, es seguir con más kirchnerismo, probablemente sin tanto despilfarro, pero con altísimo déficit fiscal, emisión de pesos, inflación, atraso cambiario, devaluación y vuelta a empezar… El desafío es lograr el sí de Griesa, que los gremios firmen paritarias y luego, recién ahí, aplicar el plan verdadero.

 

Con este contexto, muchos de los que votaron a Macri, que fueron despiadados opositores de los K, empiezan a criticar al Presidente.

 

Y, sin querer escuchar ni una sola crítica, esos votantes son acusados de “peronachos” por la gente del PRO. Dicen “nos critican porque quieren volver, quieren que Mauri caiga antes de que termine el mandato”.

 

Esos votantes, que deploran a los k, pero que empiezan a mirar para otra parte, ejercerán su mando otra vez en octubre de 2017. Esos inversores son los que se preocuparon cuando al ser consultado sobre cómo sería la actuación de su hijo, Franco Macri contestó: “Mauritzio va a hacer una revolución”.

 

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