Rompiendo con los precedentes, Köhler no pudo ocultar sus reparos al convenio de corto plazo con Buenos Aires. En un comunicado oficial, dejó trascender de que su acción responde más a una orden de los principales países accionistas del organismo –el Grupo de los Siete, en especial Estados Unidos- que a sus convicciones.
Esto podría crearle un enfrentamiento difícil con Washington. Aunque no con las bancas acreedoras privadas y los fondos de riesgo (que controlan la mayor parte de la deuda soberana de países en problemas). Ese grupo logró ya duros comentarios editoriales de The Economist (Londres) y el Wall Street Journal contra la “tolerancia de Washington y el FMI hacia Argentina”.
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A diferencia de esos medios, empero, Köhler insiste en la falta de consenso político argentino como “uno de los principales problemas que impidieron definir un programa a mayor plazo”. En esto, coincide con el ministro de Economía, Roberto Lavagna, que aspiraba a un programa hasta diciembre de 2003, “no logrado por la falta de voluntad de los candidatos presidenciales para asumir compromisos, como sí lo hicieron en Brasil antes de las últimas elecciones”.
Rompiendo con los precedentes, Köhler no pudo ocultar sus reparos al convenio de corto plazo con Buenos Aires. En un comunicado oficial, dejó trascender de que su acción responde más a una orden de los principales países accionistas del organismo –el Grupo de los Siete, en especial Estados Unidos- que a sus convicciones.
Esto podría crearle un enfrentamiento difícil con Washington. Aunque no con las bancas acreedoras privadas y los fondos de riesgo (que controlan la mayor parte de la deuda soberana de países en problemas). Ese grupo logró ya duros comentarios editoriales de The Economist (Londres) y el Wall Street Journal contra la “tolerancia de Washington y el FMI hacia Argentina”.
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A diferencia de esos medios, empero, Köhler insiste en la falta de consenso político argentino como “uno de los principales problemas que impidieron definir un programa a mayor plazo”. En esto, coincide con el ministro de Economía, Roberto Lavagna, que aspiraba a un programa hasta diciembre de 2003, “no logrado por la falta de voluntad de los candidatos presidenciales para asumir compromisos, como sí lo hicieron en Brasil antes de las últimas elecciones”.