<p>Barack Hussein Obama está preparando una disertación relacionada con la llamada “primavera árabe”. La pronunciará a fin de la semana próxima, en parte para diluir crecientes riesgos de involución (Yemen, Bahrein, inclusive Egipto). Derivan, claro, de la sangrienta guerra civil siria, que suma casi mil víctimas este jueves.<br />
<br />
El discurso se pronunciará en Washington, antes de que el presidente inicie una gira europea. Ésta será previa a una reunión del grupo de los 8 (EE.UU., Canadá, Rusia, Alemania, Francia, Gran Bretaña, Holanda e Italia) en Deauville. Pero la clave no reside en esa población francesa, sino en otro intento de apertura a los árabes.<br />
<br />
La noticia fue confirmada por Benjamin Rhodes, vicedirector para seguridad en la Casa Blanca, y por Jeffrey Carney, vocero de Obama. Sin duda, Washington quiere martillar en caliente, mientras al-Qaeda se repone del tremendo golpe a su conducción. Como síntoma, ha trascendido en Beirut, Angora y Londres que la sucesión del “califa” viene pesada y el heredero aparente –el egipcio Aimán az-Zawahirí- tiene problemas para hacerse del mando supremo, que bin Laden descuidaba desde hace tiempo.<br />
<br />
En otro plano, allegados al Congreso sospechan una finalidad, más sutil: replantear las interminables negociaciones entre Israel, Palestina, Gaza y Jordania. En cuanto a Afganistán-Pakistán, una nueva misión ha sido encomendada a John Kerry, senador demócrata que encabeza el comité de relaciones exteriores. Si bien no habla en nombre del ejecutivo, es un dirigente en quien confía Obama para gestiones confidenciales.<br />
Es en el caso palestino-israelí donde persisten nubarrones. Para empezar, el inesperado entendimiento entre Hamas y el gobierno moderado de Abú Mazén irritó a Tel Aviv. De paso, preocupa al rey jordano Abdullá II. En este complejo ajedrez las piezas comienzan a moverse el 22 de este mes, cuando Obama parta rumbo a Deauville.<br />
</p>
Obama profundiza la apertura hacia el Islam
A dos años de un discurso decisivo y tras acabar con Osama bin Laden, el presidente de Estados Unidos dirigirá otro mensaje a los musulmanes. En especial, a los países árabes donde la rebeldía social tiende a abrir el diálogo con Occidente.