En su última rueda de prensa antes de asumir un nuevo mandato, el presidente estadounidense pidió al Congreso –el único autorizado a elevar el techo de la deuda- que lo haga de inmediato y sin concesiones. “No voy a negociar con una pistola en la sien del pueblo americanoâ€, dijo en referencia a las exigencias de los republicanos de disminuir considerablemente el gasto público y no aumentar los impuestos a los que más ganan para llegar a un acuerdo.
Debido a la abultada deuda del país, el gobierno no cuenta con suficiente dinero para honrar compromisos que vencerían a mediados de febrero, a menos que se decida un aumento del límite de endeudamiento. Esta circunstancia es aprovechada por el partido opositor para seguir exigiendo recortes a la seguridad social, como lo hizo durante la anterior pulseada por el abismo fiscal. La elevación del techo de la deuda es una costumbre en la principal economía mundial, que tras haberse desprendido del compromiso del patrón oro hace cuatro décadas, entró en un indetenible espiral de endeudamiento.
De no aprobar el aumento del techo de la deuda, el gobierno podría dejar de pagar a sus empleados públicos, a las fuerzas de seguridad, a los pensionistas, a los médicos de la seguridad social. El Tesoro no podría honrar los intereses de sus bonos y los inversionistas extranjeros pondrían en duda las garantías que ofrece el mercado más seguro del mundo. Una ola de pánico se extendería por todo el sistema financiero internacional. Por lo tanto, lo previsible es que finalmente Obama negociará con la pistola en la sien y se aumentará el techo el nivel de deuda permitido, aunque como sucedió con la posibilidad del abismo fiscal, esto se haga a último momento.