Obama apunta a los lobbies y a todos los intereses creados
Durante el mandato de George W. Bush, 2.200 ex legisladores y altos funcionarios federales encontraron trabajo como cabilderos, lobistas, del sector privado. Entre ellos, 280 ex residentes de la Casa Blanca, donde reinaba el vicepresidente Richard Cheney.
2 marzo, 2009
<p>En Estados Unidos, el “cuarto poder” no es la ya prensa, sino el cabildeo (“lobby”) que opera para empresarios, banqueros, políticos y hasta para otros países. El término fue resignificado en 2006 por el “Times” a todo tipo de enjuagues. Para el caso el escándalo del tejano Jacob Abramoff, condenado –junto con el diputado Robert Ney- a varios años de cárcel por corromper legisladores republicanos.<br />
Abramoff tenía abiertas las puertas de la Casa Blanca por gracia de Dick Cheney y de Karl Rove, predicador fundamentalista y eminencia gris de Bush. El fenómeno de fondo se conoce como “puertas giratorias”: militares, congresistas y funcionarios que, al terminar el mandato, pasan a cabilderos, y viceversa. El propio vicepresidente lo ilustraba con una doble vuelta de tuerca: director ejecutivo de Halliburton hasta asumir el cargo (enero de 2001), nunca se desvinculó de sus negocios. Sobre todo en Irak.<br />
A fin de 2008, el registro federal de cabildeos sumaba 30.000 personas y entidades. Desde estudios jurídicos hasta fondos de inversión como el grupo Carlyle, fuerte en el Pentágono. Según fuentes privadas, en 2006-7 se gastaron por ese conducto casi US$ 15.000 millones anuales. Así como Nueva York tiene su “calle de la muralla” (Wall Street), Washington tiene la calle K –ahí se usan letras- donde atienden los “lobbies”. Ahora, Obama apunta hacia ella pero lo cierto es que en su propio equipo figuran ex cabilderos. <br />
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