El acuerdo logrado a finales de octubre pasado en Atlanta, arma un bloque de naciones que representan 40% del producto bruto interno global (Estados Unidos, Canadá, México, Japón, Australia, Nueva Zelanda, Chile, Perú, Malasia, Singapur, Vietnam y Brunei.
Es obvio que, en la contienda entre Estados Unidos y China por el dominio del Pacífico – adonde se ha trasladado ahora la sede del poder político y económico del mundo- la idea es contener y limitar la expansión comercial y marítima de los chinos. Un esfuerzo inmenso que tal vez no logre los resultados esperados.
Se debatirá la posible incorporación de dos nuevos socios: Corea del Sur y Taiwan, para lo cual hará falta ahora la aprobación de los doce miembros. Si bien ambos países avanzaron en los detalles de su presentación, para Japón el punto central son los aranceles que ambos países cobran a los automóviles y productos electrónicos de ambos países. Por otra parte, Thailandia, Filipinas e Indonesia también han manifestado su voluntad de ser parte del acuerdo.
La reunión se hace en Nueva Zelanda porque es el país, por el momento, coordinador del Tratado y de las deliberaciones entre sus miembros.
Lo más difícil
Aunque sea difícil de creer, hasta ahora ha sido lo más fácil. Después de cinco años de arduos debates, desinteligencias, disputas y fracasos, los doce miembros del Acuerdo, lograron ponerse de acuerdo y firmar el convenio de entendimiento en octubre pasado.
El papel firmado en Atlanta entre Estados Unidos y otras 11 naciones con costas sobre el Pacífico, debe convertirse a partir de ahora en un tratado internacional que requerirá el consentimiento expreso de cada uno de los Congresos de los países signatarios.
Una empresa que puede ser más compleja que la acaba de terminar. La agenda suscripta, plagada de puntos de difícil negociación, abordará otra instancia menos conciliadora. La de los legisladores de cada país que sienten que hay intereses afectados que buscan preservar.
Habrá muchas batallas que librar. En Canadá, por ejemplo, con el resultado de las recientes elecciones, la oposición será más enconada (en Malasia habrá un largo y dificultoso proceso).
El mismo Barack Obama tiene problemas. Naturalmente los Republicanos en el Congreso están en contra, pero también muchos Demócratas. Pero tal vez Obama lo logre. A esta altura de su mandato, cuando se esperaba ver un lame duck (o pato rengo como le dicen al Presidente con menos poder al final de su mandato), inició la reanudación de relaciones diplomáticas con Cuba tras un bloqueo de 50 años; firmó un acuerdo que se supone de contención nuclear con Irán, secundado por otras potencias occidentales; desarrolla una estrategia de contención del poder naval chino en el Pacífico, y trata de salir discretamente de los conflictos del Oriente medio, donde ahora se ha metido Rusia hasta el cuello.
Quizás en esto también se apunte un éxito. Es vital para Washington. Esta arquitectura económica internacional entronca con las nuevas realidades del siglo 21, el poder se ha desplazado al Pacífico y es necesario rebalancear la política asiática para impedir la hegemonía de Beijing. Este es el objetivo central del TPP (Tratado Trans Pacífico). Es la joya de la construcción geopolítica para las décadas venideras.
La Argentina y la Alianza del Pacífico
Brasil y el Mercosur son prioritarios en la agenda internacional del gobierno de Mauricio Macri, pero el avance hacia la Alianza del Pacífico sería la siguiente necesidad.
La Alianza del Pacífico (AdP) es una iniciativa de integración regional conformada por Chile, Colombia, México y Perú, oficialmente creada en abril de 2011 con la Declaración de Lima y puesta en marcha en junio de 2012, cuyo objetivo es lograr un área de integración profunda basada en la libre circulación de bienes, servicios, capitales y personas, así como convertirse en una plataforma de articulación, integración económica y comercial y de proyección al mundo, con especial énfasis al Asia Pacífico (todos –menos Colombia- integran también el Transpacífico).
Estos cuatro países totalizan una población de 216 millones de personas con un PIB per cápita de 16.500 dólares. Hoy en día, la AdP en su conjunto representa la 9ª economía del mundo, con el 2,8% del PIB Global.
En los últimos diez años los cuatro países miembro han mostrado un crecimiento sostenido, siendo, con excepción de México, en todos los casos superior al promedio de crecimiento de América latina.
Asimismo, de acuerdo al Fondo Monetario Internacional (FMI), son economías con un crecimiento esperado mayor al del promedio de la región.
Los miembros de la Alianza del Pacífico han acordado un modelo de integración económica y política de atracción de inversiones y creación de plataformas de exportación para el mercado global.
En este sentido, los países miembro han optado por una relación estructurada en torno a los acuerdos bilaterales de libre comercio (TLC) con EE.UU., la UE y los países asiáticos.
Todos sus miembros cuentan con acuerdos comerciales dentro de la región y con las economías más desarrolladas del mundo.
Asimismo, esta alianza se orienta a promover una mayor cooperación y colaboración entre los países miembro. Uno de los principales logros alcanzados es la desgravación arancelaria para el 100% del comercio de bienes (92% de manera inmediata y el 8% restante en un plazo máximo de 17 años).